[Papa Francisco] Solidaridad más que “esporádicos actos de generosidad”

La encíclica, «Laudato Si» («Alabado seas» en latín), escrita en el 2015 fue un llamado para sumar esfuerzos y encontrar el camino de un futuro sostenible en el que el crecimiento y el progreso humano esté asociado a evitar la contaminación y la degradación ambiental. Y hoy con motivo de la la reunión anual del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, el Papa Francisco les invoca a los participantes que para que sus encuentros sean realmente fructíferos, orienten sus finanzas hacia el servicio del bien común, “en el que los vulnerables y los marginados se sitúen en el centro, y en el que la tierra, nuestra casa común, esté bien cuidada”.

La experiencia de la pandemia del Covid 19, ha hecho más evidente que es una exigencia que, si deseamos “salir de esta situación como un mundo mejor, más humano y solidario, hay que idear formas nuevas y creativas de participación social, política y económica, sensibles a la voz de los pobres y comprometidas con su inclusión en la construcción de nuestro futuro común (cf. Fratelli tutti, 169)”.

Con ocasión de la Reunión del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (2021), el Papa ha enviado un mensaje exhortándoles para que preparen un plan económico y financiero postpandemia inclusivo y mirando a los habitantes del mundo más vulnerables. Y a modo de recurso educativo, para ser conocido y reflexionado, dejamos algunas frases que podrían ayudarnos a seguir interiorizando la corresponsabilidad para cuidar nuestra casa común, pues desde las escuelas tenemos la obligación moral e histórica de buscar todas las acciones para velar por la conservación del medio ambiente interesados por el futuro de la supervivencia humana.

FRANCISCO ESCRIBE AL BANCO MUNDIAL Y AL FMI (0´ 39”)

“Como consecuencia de la pandemia de Covid-19, nuestro mundo se ha visto obligado a enfrentarse a una serie de graves e interrelacionadas crisis socioeconómicas, ecológicas y políticas”.

“La «recuperación» debe ser capaz de generar soluciones nuevas, más inclusivas y sostenibles para apoyar la economía real, ayudando a los individuos y a las comunidades a alcanzar sus aspiraciones más profundas y el bien común universal”.

“La recuperación no puede contentarse con una vuelta a un modelo de vida económica y social desigual e insostenible, en el que una exigua minoría de la población mundial posee la mitad de la riqueza”.

“Muchos de nuestros hermanos y hermanas en la familia humana, especialmente los que están en los márgenes de la sociedad, están efectivamente excluidos del mundo financiero”.

“La pandemia, nos ha recordado una vez más que nadie se salva solo”.

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“Si queremos salir de esta situación como un mundo mejor, más humano y solidario, hay que idear formas nuevas y creativas de participación social, política y económica, sensibles a la voz de los pobres y comprometidas con su inclusión en la construcción de nuestro futuro común”.

“La interconexión entre las personas, es la piedra angular de todas las relaciones, incluidas las financieras”.

“Es necesario construir y desarrollar una «cultura del encuentro» en la que todas las voces puedan ser escuchadas y todos puedan prosperar, encontrando puntos de contacto, tendiendo puentes y previendo proyectos inclusivos a largo plazo”.

“Es urgente un plan global que pueda crear nuevas instituciones o regenerar las existentes, en particular las de gobernanza global, y que ayude a construir una nueva red de relaciones internacionales para avanzar en el desarrollo humano integral de todos los pueblos”.

“Se hace necesario dar a las naciones más pobres y menos desarrolladas una participación efectiva en la toma de decisiones y facilitar el acceso al mercado internacional”.

“Un espíritu de solidaridad mundial exige también, como mínimo, una reducción significativa de la carga de la deuda de las naciones más pobres, que se ha visto agravada por la pandemia”.

“Estamos en deuda con la propia naturaleza, así como con las personas y los países afectados por la degradación ecológica y la pérdida de biodiversidad inducidas por el ser humano”.

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La “deuda ecológica” no se pude pagar solo limitando significativamente “la energía no renovable o ayudando a los países más pobres a promulgar políticas y programas de desarrollo sostenible, sino también cubriendo los costes de la innovación necesaria para ello”.

“El dinero público nunca puede estar desvinculado del bien público, y que los mercados financieros deben estar respaldados por leyes y regulaciones destinadas a garantizar que realmente funcionen para el bien común”.

“El compromiso con la solidaridad económica, financiera y social implica, por tanto, mucho más que comprometerse con actos esporádicos de generosidad”.

Debemos comprometernos en “luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero”.

“La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia y eso es lo que hacen los movimientos populares”.

“Los mercados deben estar respaldados por leyes y regulaciones que aseguren que trabajan para el bien común”.

“Necesitamos especialmente una solidaridad en materia de vacunas justamente financiada, ya que no podemos permitir que la ley del mercado prevalezca sobre la ley del amor y la salud de todos”.

FUENTE: CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN LAS REUNIONES DE PRIMAVERA 2021 DEL GRUPO BANCO MUNDIAL Y DEL FONDO MONETARIO INTERNACIONAL

“No cedamos ante la lógica perversa de las ganancias fáciles, ¡pensemos en el futuro de todos!”

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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