Los docentes sabemos que la infancia es un territorio donde lo real y lo fantástico conviven en perfecta armonía. También sabemos que, en nuestra labor, a veces nos toca ejercer de árbitros, guías o incluso notarios de eventos tan extraordinarios como la caída de un diente. Así ocurrió en la Escuela Cristóbal Colón de Rosario (Argentina), donde la vicedirectora y maestra, María Beatriz Jouve, se convirtió en la inesperada mediadora entre un niño y el Ratón Pérez.
El protagonista de esta historia es Ignacio Gabrielli, un pequeño de seis años que, como cualquier niño de su edad, aguardaba con ilusión la llegada del célebre roedor que intercambia dientes de leche por dinero. Sin embargo, el destino le jugó una mala pasada: su diente, que estaba muy flojo, se perdió en algún rincón del patio escolar.
Desconsolado, Ignacio acudió a la vicedirectora con una inquietud de gran importancia: ¿cómo iba a probarle al Ratón Pérez que su diente realmente había caído y no lo estaba engañando?
Cuando la creatividad docente es la mejor herramienta
Lejos de desestimar la angustia del niño, María Beatriz Jouve resolvió el dilema con la sensibilidad de una gran educadora: tomó papel y lápiz y redactó un certificado oficial dirigido directamente al Ratón Pérez. En él, con toda la formalidad que ameritaba la situación, dejó constancia de los hechos, asegurando que Ignacio era un niño honesto y que su diente se había extraviado en el patio de la escuela. La carta fue firmada y sellada por la institución para garantizar su autenticidad.
El documento fue entregado a la familia de Ignacio, quien lo llevó con orgullo como prueba irrefutable ante el Ratón Pérez. Y la magia se hizo realidad: la historia llegó a las redes sociales, donde se volvió viral gracias a la publicación del escritor y periodista Miguel Ángel Mortelli. La conmovedora anécdota se compartió más de 30.000 veces y acumuló casi 40.000 ‘Me Gusta’.
Y lo más importante: el Ratón Pérez recibió el certificado y cumplió con su parte del trato. Ignacio encontró, bajo su almohada, 400 pesos argentinos a cambio de su diente perdido.
Más allá de la anécdota: el poder de la empatía en la educación
Este episodio, además de ser una historia tierna y divertida, nos deja una gran lección: la importancia de validar las emociones y preocupaciones de nuestros estudiantes. Lo que para un adulto puede ser un detalle menor, para un niño puede significar una crisis. La empatía y la creatividad de esta vicedirectora no solo resolvieron un problema, sino que también reforzaron la confianza del pequeño en los adultos que lo rodean.
Los docentes no solo enseñamos contenidos; también construimos experiencias y recuerdos que marcan a nuestros estudiantes para toda la vida. Y, a veces, esas experiencias implican escribir cartas a personajes mágicos.
Porque en la escuela, como en la infancia, lo imposible no existe cuando hay un maestro dispuesto a hacer que la magia suceda.
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF