La atención a la diversidad en el aula es esencial en la educación actual, pero ¿están los maestros preparados para observar a los niños sobresalientes? En un mundo donde cada estudiante es único, es fundamental cuestionarnos si nuestros docentes están listos para identificar y apoyar a aquellos que destacan de manera excepcional en sus habilidades y talentos.
Cuando el comportamiento “anormal” de los estudiantes es atribuido a otros factores menos a su inteligencia, apresuradamente se les etiqueta como “problemáticos, inadaptados, enfermos mentales, berrinchudos, mal educados, rebeldes, consentidos”, hasta que algunos padres, angustiados por la situación de sus niños, acuden a entidades especializadas, en que se les explican que el “extraño” comportamiento de los niños se debe a capacidades intelectuales extraordinarias o sobredotación, como sucedió en México.
@webdelmaestrocmf¿Saben los docentes identificar y tratar a alumnos con altas capacidades? Puede ver el clip completo en el siguiente enlace: https://www.wmcmf.com/video/el-extraordinario-viajede-t-s-spivet-trailer-espanol-pelicula-para-docentes/♬ sonido original – Web del Maestro CMF
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Compartimos con Ustedes, por motivos únicamente educativos – pastorales, el artículo de Claudia Solera, publicado en Excelsior (México), sobre el caso de tres niños que en sus escuelas venían soportando “rechazo, bullying, castigos en clase y depresión”, hasta que “sus padres, después de una librar una batalla tratando de encontrar respuestas a las diferencias de sus hijos, descubrieron que no eran malcriados ni trastornados, como el mundo les reprochaba, sólo sobredotados”, asistidos por el Proyecto para Integración y Diagnóstico para la Atención a la Sobredotación Intelectual (PIDASI) de México, que ofrece una metodología que no invade los aspectos educativos de los niños.
La falta de leyes que resguarden a los niños con altas capacidades o niños sobresalientes, la poca capacidad de gestión las autoridades educativas y escasa la preparación de los profesores, han hecho y hacen que se cometan “atropellos” e injusticias, con consecuencias imprevisibles y daños irreparables. Solera afirma que “los padres de los menores sobredotados que Excélsior entrevistó, se quejaron de la violencia que sus hijos han padecido, no sólo por parte de sus compañeros, sino también de los propios maestros”. Los padres de los niños, que refiere el artículo, tuvieron (por ellos mismos) que buscar ayuda especializada, y fueron los sicólogos quienes les explicaron que el “extraño” comportamiento de los niños se debía a la sobredotación o capacidades intelectuales extraordinarias.
¿Cree Usted que tiene algún caso de niños sobredotados en su aula o escuela? ¿Existe en nuestros países un PIDASI, como en México? ¿Nos interesaría saber qué es y cuál es su metodología?
Y descubrieron que eran unos genios
Para sus compañeros y maestros eran inadaptados y problemáticos; los diagnósticos atribuyeron su comportamiento a una inteligencia superior.
lgunos de estos niños todavía eran invisibles hace un par de meses. Tenían un IQ de 130 a 160 cuando el promedio es de 85 y 115, pero en las escuelas atribuyeron su comportamiento “anormal” a todo menos a su inteligencia. La sociedad los etiquetó de problemáticos, inadaptados, enfermos mentales, berrinchudos, mal educados, rebeldes, consentidos, hasta que sus padres, después de una librar una batalla tratando de encontrar respuestas a las diferencias de sus hijos, descubrieron que no eran malcriados ni trastornados, como el mundo les reprochaba, sólo sobredotados.
Antes de tener el diagnóstico en sus manos, la vida de estos niños se resumía a rechazo, bullying, castigos en clase y depresión.
Son escasos los lugares hechos para niños sobredotados, así que debieron acostumbrarse a que los saltaran de año en la escuela porque las maestras argumentaban que ya no tenían espacio para ellos en el kínder; al llegar a la primaria, se tuvieron que resignar a que nadie quisiera recibirlos y ni siquiera habían cumplido seis años.
A los cuatro, David Rivera Martínez ya leía, así que la única solución que encontraron en el preescolar público, donde estaba, fue emitir su certificado en segundo grado y no en tercero, como marca la ley, para que de esta forma lo inscribieran en la primaria.
Tanto le afectó a David llegar inmaduro emocionalmente a la primaria, que fue el niño excluido del salón y nunca lo invitaban a las fiestas de cumpleaños.
A simple vista, David parece un niño menor a su edad por su corta estatura, pero sólo comienza a hablar y no hace falta interactuar demasiado con él para percibir las notables diferencias con sus pares. Su lenguaje es como de un joven universitario y sus gustos bastante inusuales; le encantan los cuentos del dramaturgo uruguayo Horacio Quiroga, los libros de ciencias, la música de Wolfgang Amadeus Mozart y es magnífico
jugando ajedrez.
Además, conversa pausado y mueve sus manos mientras platica como si estuviera pronunciando un discurso.
Los padres de los menores sobredotados que Excélsior entrevistó se quejaron de la violencia que sus hijos han padecido, no sólo por parte de sus compañeros, sino también de los propios maestros.
De 1970, cuando inició su labor con los infantes sobresalientes, a la fecha, la doctora Janet Sáenz, ha capacitado a más de 14 mil maestros y padres de familias en congresos, diplomados, seminarios, cursos, entre otros, en más de 18 entidades.
Y aunque la labor de la profesora Sáenz ha sido titánica para sensibilizar a los docentes, también es insuficiente para darle herramientas de detección de niños superdotados a todos los maestros de primaria de México, que son más de 574 mil. Lo peor, es que en lugar de encontrar cada vez más apoyo federal para continuar con las capacitaciones, los recursos durante este sexenio fueron prácticamente nulos.
Andrea Pérez Orozco, madre de otro niño sobredotado, también buscó ayuda profesional, porque para ella ya eran insoportables las etiquetas negativas que le habían puesto a su hijo.
En el momento en que Andrea se preocupó mucho por la mala percepción de su hijo en la escuela fue durante un concurso de cálculo mental.
Entre los mayores miedos de la señora Andrea están que su hijo no se adapte a un mundo tan distinto a él. A los cinco años ya pedía leer “La Cabeza de Villa”, un libro de casi mil páginas y odiaba las canciones infantiles, pues su disco favorito era el de la banda alemana de metal “Rammstein”.
Si para Maribel Martínez y para Andrea Pérez encontrar soluciones para sus hijos había sido toda una batalla, para Juan Manuel De Anda, padre de cuatro niños sobredotados, había significado la guerra.
La vida de estos tres padres cambió y comenzó a cobrar sentido cuando llegaron al DIF de la Ciudad de México, al Proyecto para Integración y Diagnóstico para la Atención a la Sobredotación Intelectual (PIDASI).
En PIDASI aplicaron varias pruebas a sus hijos: psicométricas, entrevistas y de habilidades, en las que los sicólogos les explicaron que el “extraño” comportamiento de los niños se debía a la sobredotación.
Como David, son muchos los niños deprimidos que han llegado al DIF.
En 2014, nació este proyecto piloto del DIF capitalino para apoyar en lo intelectual y emocional a los niños con sobredotación durante tres años.
En el primer año, los pequeños se asimilan sobredotados; en segundo año, descubren cuáles son habilidades: matemáticas, artísticas, lingüísticas, biológicas, deportivas, musicales, sociales y/o personales; en el último ciclo, desarrollan un plan de vida.
Una vez por semana, los pequeños sobredotados y sus papás tienen una cita en la sede del DIF Iztapalapa.
Mientras los niños toman clases para aprender a vivir con capacidades intelectuales extraordinarias, sus papás van a la escuela de padres con el propósito de saber orientarlos.
Para cada uno de los niños sobredotados existe un antes y un después de PIDASI.
Este proyecto ha sido la solución, sobre todo, para los padres de escasos recursos, como Maribel Martínez que si en ocasiones no reunía el dinero de los pasajes para llevar a David al DIF, mucho menos contaba con recursos para pagar sicólogos ni clases particulares para satisfacer su sed de conocimiento. “Si no existiera este programa y no fuera público, yo no sé qué hubiera sido de mi hijo. Las clases de ajedrez cuestan mil 500, mientras que aquí las tienen de forma gratuita, eso es lo que más agradezco”.
Sin embargo, afuera todavía existen miles de historias como la de David, Fernando o Tabatha, que están etiquetados o deprimidos por no ser diagnosticados; PIDASI, como el proyecto piloto que es, aún no cuenta con recursos propios, tiene una sola sede ubicada en Iztapalapa y escasos 300 lugares, cuando se calcula que en la Ciudad de México un 2% de los 2.5 millones de niños nacen con sobredotación.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Excelsior en la siguiente dirección: excelsior.com.mx