Cuando un hijo o hija trae a casa el boletín de notas plagado de números por debajo de la nota mínima, señal de desaprobado – sobre todo en el nivel medio o secundaria – cualquier padre o madre, posiblemente se lleve un gran disgusto. ¿Es entonces el mejor momento para poner solucionar el problema?, ¿Son buenas las soluciones drásticas e inmediatas?
Resulta evidente que todo padre o madre, la familia en general, desean que nuestros hijos e hijas sus resultados sean cualitativamente satisfactorios, muy satisfactorios o excelentes, pero a veces, esto no es posible. ¿Qué podemos hacer los padres y madres entonces?
¿Los grandes castigos? Muchos padres y madres al recibir un informe académico desfavorable reaccionan amenazando a su hijo donde pierde su comportamiento habitual hasta convertirse inclusive amenazante. Un padre que recurre a estos procedimientos posiblemente no suele preocuparse de su hijo durante el período que abarca la evaluación (mensual o bimensual) y se limita a llevarse el gran disgusto cuando llega el boletín con las notas, es decir a la escuela se va cuando lo citan, cuando no, para él o ella la escuela no existe, es más (y por supuesto erróneo) considera que la escuela debe encargarse de “eso”.Evidentemente, los castigos – y hasta los gritos – no son la manera más adecuada para encontrar las causas del fracaso y, por lo general, al llegar el siguiente informe, se repite la misma escena. Cuando esta situación es reiterativa, el estudiante se acostumbra a ella, aguanta con más o menos estoicismo Los regaños de los padres, y al día siguiente sigue la vida como si nada. Lo triste es que la situación académica no mejora y la relación familiar se deteriora poco a poco.
¿Humillarle? Expresiones como: «Eres un vago», «No harás nada en la vida», «Que tonto eres», «Si yo hubiera tenido tus oportunidades…», y otras lindezas de este estilo no suelen dar buenos resultados, al menos en el plano personal, porque sólo humillan, pero no buscan soluciones.
Normalmente, si el estudiante no tiene motivación hacia el estudio es por algo. Decir que es un vago que no quiere estudiar es lo más fácil, pero lo menos eficaz porque, frecuentemente, no es cuestión de querer, sino de poder.
¿Qué se puede hacer ante el cúmulo de notas que indican que el estudiante, está desaprobado? De existir una comunicación fluida, sincera entre padres e hijos aceptando los hechos por parte de todos, en especial de papá y mamá, podrán identificarse las causas y posibles soluciones.
Un elemento importante es que los padres y madres escuchen a sus hijos. Seguro que éstos tienen mil razones por las que no les va bien en los estudios. No es el momento de evaluarlas sobre la marcha, ni de echar sermones, ni de decir que son excusas baratas. Es el momento de leer entre líneas los mensajes que el hijo envía, a veces camuflados, para tratar de averiguar por qué no le gusta estudiar. ¿Y acaso escuchar, será el factor preponderante para que mejoren sus notas?
Continuaremos…
Autor: Ernesto Gonzalez , ciudadano nicaragüense, nacido en Cuba. Experiencia laboral: Lic. en Ciencias Pedagógicas con mención en química. 40 años de experiencia como docente en los niveles de educación media y superior; cursos de posgrado propios de la especialidad y en pedagogía; autor de libros de texto para la enseñanza media tanto en ciencias naturales, como sociales. Articulista para los periódicos La Prensa, El Nuevo Diario (nicaragüenses 2000-2008), actualmente para el periódico El Siglo 21 guatemalteco. Correo electrónico: [email protected] Cuenta de twitter: @gonzlez_ernesto |
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