En unos cien metros de distancia entre ambos negocios relacionados con la elaboración y ventas de pizza, una recién creada constituida por un grupo de jóvenes y otra ya de unos tantos años con cierta posición en el mercado.
Transcurrido varios meses “el nuevo” negocio comenzó a crecer en clientela y por ende en ventas, mientras que el más antiguo veía mermar sus ingresos. El dueño de ésta última envió a su cocinero para que “investigara” a que se debía la “magia” de la nueva empresa, descubriendo que el diseño del lugar era alegórico a los alimentos y servicios, colores vivos, iluminación, una atención al cliente esmerada y principalmente una amplia gama de variedades de pizzas que salían de lo tradicional.
Otra anécdota donde dos personas sobre un muelle, con sus varas de pescar extendidas en la cual un señor de unos 60 a 70 años sentado sobre un pequeño banco, con los avíos correspondiente en una canasta al alcance de su mano (carnadas, anzuelos, etc.); próximo al mismo un joven de unos 18 -20 años, ropa de sport, la caña de pescar último modelo, visualizaba que su “vecino” constantemente llenaba con más facilidad su cesta, a diferencia de él donde no picaba ni un mosquito. El joven se acercó respetuosamente para indagar porque la diferencia, recibiendo como respuesta “…al igual que tú, al inicio me sucedía lo mismo: nada aportaba para el hogar, sin embargo la necesidad me obligó a pensar en posibles soluciones: cuál era la mejor carnada, colocar más de un anzuelo de diferentes tamaños y acorde al tipo o variedad de pez presente en la zona de pesca…”
En ambos casos sin primar la edad, la solución estaba en que crear a partir de la necesidad para solucionar un problema.
En una clase donde PARTICIPAN estudiantes y profesores, donde un error abismal sería el establecimiento de un monólogo por parte del “profe”, posiblemente la clase será un fiasco y por ende los estudiantes irán abandonando con una justificación u otra la misma, desconectándose mental y virtualmente al ser la clase en línea.
El dialogo (conversación entre dos o más personas que exponen sus ideas y comentarios de forma alternativa; discusión sobre un asunto o sobre un problema con la intención de llegar a un acuerdo o de encontrar una solución), deberá incorporar obligatoriamente elementos donde se evidencie la creatividad (capacidad o facilidad para inventar o crear) por ambos bandos.
Una clase que comienza, NO debe comenzar con “Buenos días…; el tema que abordaremos hoy es el siguiente…; “usted joven, sí usted fulano ¡porque aún no ha activado su cámara y abierto su micrófono!”
¿Por qué no comenzar abordando que hicieron ayer posterior a la realización de las tareas?; ¿Parece que fulano, se ha quedado dormido ya que no lo veo conectado?; “¿Hoy se sienten mejor que ayer?” Tras escuchar diversas opiniones, e intercambiarlas, podemos pasar a la continuidad de la clase – y no al comienzo, ¡porque ya estamos desarrollando la clase!
Continúa la clase: Una niña que se desplaza por una canal (tobogán, resbaladero, deslizadero), mediante una imagen o video – compartiendo pantallas -, donde en aras de promover análisis y discusión en el seno de los participantes, planteamos las interrogantes siguientes: ¿Qué permite que haya deslizamiento?; ¿sobre que figura geométrica se desliza?, ¿De qué posible material está elaborada la superficie de la canal, y que le permite que resbale?, ¿Qué sucedería si la pendiente fuese más inclinada en cuanto a la velocidad de traslado?, preguntas que corresponden a disciplinas como la física, matemática, química, y otras.
Abordar el tema o asunto en este momento, será mucho más amigable, comprensible para el desarrollo de la clase.
De haber leyes o fórmulas, no se requiere obligatoriamente que se expresen las mismas, así como un número excesivo de ejemplos para la aplicación de las mismas, preséntelas y con material complementario, libros de textos y otros recursos que sean los propios estudiantes los que los solucionen, mediante el trabajo en equipo, colaboración de los padres y el propio docente como tutor en horarios pre establecidos.
En una ocasión de modo informal escuché a dos estudiantes conversando entre sí, donde uno de ellos no quería cursar la clase X – habiéndola repetida – con el profesor Y, ya que era la misma clase y que no le entendía, a pesar de tener una experiencia de 20 años impartiendo docencia. Pensé para mí, ¡realmente su experiencia es de un año, ya que lleva 19 años repitiendo lo mismo!
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Autor: Ernesto Gonzalez , ciudadano nicaragüense, nacido en Cuba. Experiencia laboral: Lic. en Ciencias Pedagógicas con mención en química. 40 años de experiencia como docente en los niveles de educación media y superior; cursos de posgrado propios de la especialidad y en pedagogía; autor de libros de texto para la enseñanza media tanto en ciencias naturales, como sociales. Articulista para los periódicos La Prensa, El Nuevo Diario (nicaragüenses 2000-2008), actualmente para el periódico El Siglo 21 guatemalteco. Correo electrónico: [email protected] Cuenta de twitter: @gonzlez_ernesto |
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