El propósito de la evaluación, por tanto, supera el binomio éxito/fracaso porque, por muy rigurosa que sea, no garantiza el éxito educativo del alumnado. Los resultados de la evaluación han de guiar los procesos de mejora mediante la orientación y ajuste de los procesos de aprendizaje, entendiendo siempre la evaluación como un proceso más global dentro del cual se incluye la calificación.
La calificación forma parte de la Evaluación. De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española (RAE), evaluar es estimar los conocimientos, aptitudes y rendimiento de los alumnos; mientras que calificar es juzgar el grado de suficiencia o la insuficiencia de los conocimientos demostrados por un alumno en un examen o ejercicio.
La evaluación, entendida dentro de un enfoque de currículo por competencias, se refiere más a una fase reflexiva del proceso de aprendizaje y enseñanza que a la valoración mediante una nota de los resultados del alumno (que sería más la calificación final del estudiante). Además, es formativa y ofrece al docente unos indicadores de la evolución del aprendizaje de los estudiantes, con la siguiente posibilidad de aplicar mecanismos correctores a las deficiencias observadas (Coll, C.et al., 2002).
La evaluación, en este sentido, más allá de ser una mera medición de los productos conseguidos por el estudiante, permite también conocer el nivel de logro de la competencia en el que se sitúa el alumno (Bolívar, A., 2008 ). Por tanto, podríamos decir que es el proceso que provee de evidencias para saber en qué grado, el alumno es capaz de llevar a cabo un desempeño.
En este sentido, uno de los conceptos interesantes a aclarar es la diferencia entre evaluación y calificación, que si bien pueden sonar similares en primera instancia, apuntan a conceptos distintos pero complementarios en los procesos de evaluación de los estudiantes.
Evaluación
Conjunto de acciones lideradas por los profesionales de la educación para que tanto ellos como los alumnos puedan obtener e interpretar la información sobre el aprendizaje, con el objeto de adoptar decisiones que permitan promover el progreso del aprendizaje y retroalimentar los procesos de enseñanza.
Esta definición tiene como propósito subyacente hacer de la evaluación parte intrínseca del proceso de enseñanza aprendizaje, una especie de guía o brújula que indicará tanto a docentes como estudiantes el estado actual del aprendizaje y que entregará, además, pistas sobre cómo seguir adelante el viaje.
Existen conceptos importantes en esta definición que hacen de la evaluación un proceso más cercano al desarrollo del estudiante y de más conexión entre los actores involucrados, estos son:
- “Evidencia” que, según su definición, refiere a aquello que los estudiantes escriben, dicen, hacen y crean para mostrar su aprendizaje (Griffin, 2014).
- “Interpretación”, inferencia que deriva en un juicio evaluativo sobre el aprendizaje.
Tanto la evidencia como la interpretación son, en este caso, factores completamente “humanos” a tener en consideración al momento de evaluar, ya que pertenecen a un paradigma diferente al de la prueba estandarizada clásica y requieren de mucha más creatividad en su ejecución para sacarle el máximo provecho.
Existen dos caracterizaciones sobre la evaluación que es importante tener a mano:
- Respecto a su finalidad o propósito para con el estudiante. En este sentido, existen las pruebas formativas, destinadas a monitorear y acompañar el aprendizaje de los alumnos y las sumativas, cuyo objetivo es certificar los aprendizajes logrados por los alumno.
- Respecto al objeto de evaluación, sobre qué se está mirando del aprendizaje del estudiante. Para esta clasificación se distinguen tres tipos de objeto:
- Evaluación de proceso, sobre aspectos que reflejan cómo los estudiantes van aprendiendo.
- Evaluación de progreso, sobre los avances de su propio aprendizaje.
- Evaluación de producto, acerca de las cosas que los estudiantes logran finalmente aprender.
Finalmente se busca en la evaluación, además de su rol formativo, una componente intrínseca de motivación ya que no solo debe ser considerada como una guía o certificación, sino que además debe estar construida para fomentar el aprendizaje de los estudiantes.
Con todas estas características presentes, se estará hablando de una “evaluación al servicio del aprendizaje”.
Calificación
Representación del logro en el aprendizaje a través de un proceso de evaluación, que permite transmitir un significado compartido respecto a dicho aprendizaje mediante un número, símbolo o concepto.
El concepto clave de esta definición es el de representación. Mientras que la evaluación muestra evidencia sobre el aprendizaje del estudiante, la calificación es una forma de mostrar y/o comunicar los logros conseguidos en el proceso de evaluación.
Según la guía de orientaciones para la implementación del decreto de la Unidad de Currículum y Evaluación (UCE), esta representación puede lograrse en un número, símbolo o concepto y siempre conlleva un proceso de evaluación, es decir, no existe calificación sin evaluación.
Debe existir, además, un significado compartido entre los actores de la comunidad educativa respecto a estas representaciones, ya que serán utilizadas para comunicar el grado de avance de los estudiantes tanto a otros profesionales del establecimiento como a padres y apoderados.
Esta comunicación mediante la calificación tiene el propósito de involucrar a estas personas en el proceso educativo de los estudiantes, por lo que es clave entender cómo interpretan estos actores las representaciones del logro. Por ejemplo, un 5,5 puede ser interpretado como “bueno” por algunos padres y “pésimo” por otros.
Una recomendación importante que se da respecto a la calificación, con el objetivo de no contaminar la representación fiel de los logros alcanzados, es no usarla con fines punitivos ni como reconocimiento por méritos distintos a los logros de aprendizaje. Bonificaciones de puntaje por puntualidad, por ejemplo, no representan el cumplimiento de objetivos de aprendizaje planificados en la unidad.
Otra recomendación es la de calificar solamente aquello que los estudiantes han tenido la oportunidad de aprender, es decir, que las evaluaciones tomen en consideración sólo experiencias pedagógicas que hayan vivido los estudiantes.
Respecto al modo de calificar, se recomienda ponderar en un menor grado las primeras evaluaciones y considerar métodos complementarios como auto o co-evaluaciones, que hacen de la calificación una representación más completa del logro de los estudiantes.
Evaluación y calificación son conceptos diferentes y complementarios para el nuevo decreto 67. Evaluación apunta a la evidencia del logro en objetivos de aprendizaje mientras que calificación a la representación de este logro en un símbolo de entendimiento común. La evaluación se utiliza para apoyar el proceso de aprendizaje de un estudiante, entregar retroalimentación, planificar las experiencias pedagógicas y motivar a los estudiantes. Calificación se utiliza para comunicar el logro a los actores de la comunidad educativa con el propósito de involucrarlos en los diferentes procesos educativos de los estudiantes.
Referencias
- Decreto N° 67. (2018). Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. Recuperado de http://bcn.cl/28c84
- Griffin, P. (Ed). (2014). Assessment for Teaching. Melbourne: Cambridge University Press.
- Unidad de Currículum y Evaluación. (2019). Orientaciones para la aplicación del decreto 67/2018 de evaluación, calificación y promoción escolar. Recuperado de https://www.curriculumnacional.cl
Este contenido ha sido publicado originalmente por formacion.intef.es y kimche.co
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