Carlos González, renombrado pediatra, prolífico escritor y líder de la Asociación Catalana Pro Lactancia Materna (ACPAM), es una figura influyente que aborda la crianza desde una perspectiva única. Con 11 libros publicados y conferencias impartidas en más de veinte países, su enfoque se distancia de las convenciones médicas al sostener que los padres ya poseen la autoridad necesaria para guiar a sus hijos, sin necesidad de reafirmarla constantemente.
En una charla reciente en las Jornadas de Educación Infantil del centro Dolores Ramos – Manuel Peleteiro, González exploró el tema de la autoridad y los límites en la crianza. A diferencia de la percepción común de que los padres modernos son más laxos en la disciplina, González argumenta que, paradójicamente, los niños de hoy pasan más tiempo separados de sus padres que nunca. Aunque pueden tener más juguetes y dulces, anhelan la conexión emocional y el tiempo de calidad que a menudo se ve comprometido.
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En cuanto a la noción del «padre perfecto», González desestima la idea, enfatizando que no hay un modelo único y que, en general, si los niños están prosperando, es probable que los padres estén haciendo muchas cosas bien. La clave, según él, es dedicar tiempo a los hijos, ya que la crianza no tiene reglas fijas, y cada familia puede encontrar su propio camino.
Respecto a la imposición de límites, González destaca la existencia de límites naturales y espontáneos inherentes a la vida, como la incapacidad de un niño para volar. Sin embargo, advierte contra la creciente preocupación de establecer límites excesivos, argumentando que los padres ya han establecido los límites esenciales y que los demás pueden ser irracionales.
En cuanto a la autoridad, González espera que no se base en el miedo a represalias. Cree que los niños están deseando obedecer a sus padres y que el miedo como motivador no es saludable para la relación entre padres e hijos.
En el ámbito de las prohibiciones, González respalda la idea de que premios y castigos no son efectivos para modificar el comportamiento humano, ya que esto puede matar el deseo intrínseco de aprender o realizar tareas.
En última instancia, González desafía la noción de un modelo educativo «mejor» en el pasado, destacando que tanto en la actualidad como en épocas anteriores, existen casos de maltrato infantil y de niños tratados con amor y respeto. Además, aboga por la normalización de las muestras de afecto entre padres e hijos, argumentando que penalizar el afecto puede afectar negativamente las relaciones familiares.
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