“Una de las ventajas de las buenas acciones está en elevar el alma y disponerla a hacer otras mejores”. (Rousseau)
“No está de moda la bondad, no son noticia las buenas acciones. Sin embargo, en medio de esta jungla despiadada en que vivimos, donde todo se justifica en aras del poder, de la fama y del dinero, sin importar ni escatimar fraudes, calumnias, engaños, falsedades, abusos de poder, manipulaciones, chantajes y otras estrategas para el triunfo en sociedad, todavía quedan corazones humanos en los que tiene cabida la bondad.
La bondad es un valor siempre presente y su cotización estará siempre presente en alza, porque se observa en no pocos jóvenes de hoy, un renacer a la generosidad, al gozo indescriptible de dar y compartir, de vivir humildemente y disfrutar de las cosas sencillas de la vida. Personalmente estoy notando un giro hacia el mundo del espíritu, pues cada día adquieren mayor protagonismo los valores de rango superior, como la amistad, la generosidad, la autenticidad, la belleza, la alegría y la bondad, entre otras.
Hay muchas personas buenas, sencillamente buenas, que están ahí, en todos los pueblos y ciudades. Son personas de toda edad y condición social, que viven tanto en barrios humildes como en urbanizaciones residenciales donde sólo habitan los poderosos y adinerados. Lo que sucede es que la bondad no tiene prensa, no se anuncia, no es noticia, no produce dividendos.
LA BONDAD (13´ 23”)
LA BONDAD, SIGNO DE GRANDEZA DEL CARÁCTER
“Sucede con frecuencia que con tal ahinco deseamos ser ángeles del cielo, que nos olvidamos de ser hombres de bien en la tierra”. (San Francisco de Sales)
Quien vive para dar encuentra su felicidad en el caminar hacia el corazón de los hombres, es sembrador infatigable de sonrisas, alegrías y esperanzas y convierte su estancia en la Tierra en la hermosa e ilusionada aventura de llevar amor, consuelo y alivio a los dolores del cuerpo y del espíritu. Quien vive para dar y para darse es bondad, y la practica desde la sencillez, sin tocar la campanilla para recibir aprobación y felicitaciones, en secreto o a la luz, con naturalidad, sin darse importancia, porque entiende que los actos bondadosos enriquecen más a quien los hace que a quien los recibe. Por eso, el rostro de la persona bondadosa refleja siempre un aire de agradecimiento, como diciendo: «Soy yo quien debo estarte agradecido por haberme permitido sentir la felicidad incomparable de ser bueno contigo».
Sin duda, la bondad es además el signo inconfundible de la verdadera grandeza del alma y del carácter. De manera clara y determinante lo expresa Romain Rolland en esta frase: «No reconozco otro signo de superioridad que la bondad. Sin grandeza de carácter no hay hombre grande, ni artista grande, ni gran hombre de acción, sino ídolos para la multitud que sucumben con el tiempo»
LA BONDAD, HERMANADA CON LA VERDAD, LA ESPIRITUALIDAD Y LA BELLEZA
“Querer ser bueno es ya ser bueno”. (Beauchene)
Cuando nos referíamos a la apreciación de la belleza como necesidad de rango superior que ha de ser saciada por el ser humano, la bondad era considerada entre estas necesidades que estructuran la mismidad del ser humano y dan sentido a su existencia. No hay un camino para acceder a la bondad, como tampoco lo hay para la verdad o la belleza; somos nosotros quienes debemos convertir nuestra existencia, nuestro caminar de cada día, en verdad, en belleza y en bondad. Como dijo Beauchéne: “Querer ser bueno es ya ser bueno”.
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Son las actitudes y los pensamientos de bondad con los que queremos ir jalonando nuestra vida los que nos harán buenos o malos. No iba tan desencaminado Shakespeare cuando afirmaba que no existe nada bueno ni malo y que es el pensamiento humano quien lo hace aparecer así. Descubrir el lado bueno de las cosas, estar atentos a encontrar en las personas con quienes vivimos cualidades dignas de consideración y aprecio, no escatimar alabanzas y expresiones de calurosa aprobación con cualquier persona que lo merezca, estar siempre abiertos a la esperanza, a encontrar soluciones y alternativas en situaciones difíciles sin perder la calma, vivir en constante actitud de servicio para con los más necesitados y ejercitar la generosidad de forma callada y sencilla, sin pretensiones de notoriedad, constituyen las cualidades más relevantes de lo que personalmente entiendo por persona bondadosa, que ejerce la bondad y que su vida es bondad.
LA BONDAD ES AMABILIDAD, PACIENCIA, COMPRENSIÓN Y CONCORDIA
“El que quiere hacer el bien de los demás ha hecho ya el suyo”. (Proverbio chino)
Las personas que ejercitan la bondad han desarrollado previamente esas cualidades y valores humanos de rango superior que dan consistencia a la personalidad y hacen patente un alto grado de madurez mental, psíquica y afectiva. Me refiero al respeto, la amabilidad, la paciencia, la tolerancia, la comprensión y la concordia. Todas ellas ponen las bases de la bondad, le dan consistencia y entidad, dan sentido y coherencia a la conducta y nos alejan del egoísmo y de la superficialidad.
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La bondad es como el susurro cálido y sereno de una voz amiga siempre atenta a proporcionarnos la seguridad y la paz que necesitamos. La bondad es compañía en la soledad, alivio en las penas, comprensión que invita a la toma de decisiones en las dudas, luz en la oscuridad y, en los momentos en que no se encuentran alternativas, esperanza en la desesperación, alegría en medio de las tristezas y desencantos, paciencia y concordia equilibradora en los apasionados acuerdos y discusiones. Pero la bondad es mayor, más auténtica, cuanto más profundo y sólido sea el respeto a sí mismos y a los demás. El respeto es el cimiento, la base en que se afirman y desde la que se elevan los demás valores y especialmente la bondad en cuanto síntesis de todos ellos.
La bondad, además, es una fuerza incontenible. La verdadera consistencia, la seguridad, la eficacia, el último atisbo de esperanza vendrá siempre de alguien que ejercite la bondad, que sea bondad. Con acierto afirmó Lacordaire que la bondad, más que ninguna otra cosa, es lo que mejor desarma a los hombres.
SER BUENO ES VIVIR PARA EL AMOR
“Hay que ser buenos, no para los demás, sino para estar en paz con nosotros mismos”. (A. Tournier)
Sí, el hombre bueno es aquel que vive por amor, para el amor, ejercita el amor y lo enseña con el ejemplo a los demás, siendo él mismo básicamente amor. Es un sembrador de ilusiones que establece por doquier lazos de unión y entendimiento entre los humanos y desmantela con el ímpetu y el fuego de su espíritu los entramados de odios, rencores y discordias. El hombre bueno posee el arte, la ciencia y la magia de saber encender una luz de esperanza en la oscuridad de muchas vidas que antes se debatían perdidas en las tinieblas de una existencia mediocre y sin perspectivas. Disfruta aliviando penas y dolores, animando y consolando a los deprimidos y devolviendo la sonrisa y la alegría a los rostros demudados por el sufrimiento y la tristeza.
El hombre bueno comprendió un día que vivir solo para sí mismo equivalía a vivir en la pobreza del espíritu, atado a la tierra, oprimido por la inseguridad y los temores, y sin una causa noble que justificara la propia existencia. Por eso, desde aquel día saborea a cada instante con gozo que vivir para los demás no sólo es motivo suficiente y razón de peso que justifique la vida en la tierra, sino que además es la más espléndida y gratificante experiencia humana a que se puede aspirar.
El hombre bueno, nada más despertarse cada mañana, al tiempo que el agua tibia o fresca de la ducha limpia su cuerpo y tonifica sus nervios, dibuja en su rostro una amplia sonrisa de esperanza mientras se pregunta a si mismo: “¿A quién llevaré hoy un poco de amor y de esperanza? ¿Cómo lograré enseñar a amar a quienes no aciertan a salir de los tortuosos caminos del odio y de la maldad? ¿Cómo puedo contribuir con mi ejemplo y mi vida a que los demás se entusiasmen con acciones buenas, generosas y nobles, cultiven los valores de rango superior y estén en mejor disposición para llevar a cabo otras muchas acciones meritorias y buenas en el futuro?»
El hombre bueno, en definitiva, siempre está abierto a la generosidad, la comprensión, el perdón, la sonrisa y el abrazo sincero del hermano, luchando contra la opresión y la injusticia; y por eso, para todo hombre bueno vivir es la más apasionante y hermosa aventura. Ser bueno es tener valor para poner amor donde hay odio. No permanecer indiferente ante la injusticia y la opresión y no escatimar esfuerzos y sacrificios para llevar esperanza, alegrías e ilusiones a cualquier ser humano necesitado que encontremos en el camino.
NO PUEDE HABER AUTÉNTICA FELICIDAD SIN BONDAD
“Todo acto de bondad es una demostración de poderío”. (Unamuno)
A estas alturas, está ya muy claro que la bondad y felicidad no sólo no se contradicen, sino que guardan una estrechísima relación. No podemos sentirnos felices y a gusto con nosotros mismos aceptando nuestra propia realidad, si en nuestro corazón albergamos odios y rencores que nos desestabilizan física y psíquicamente.
La felicidad verdadera presupone como condítío sine qua non que la persona que aspira a lograrla disponga de nobleza de espíritu y de carácter y de un corazón predispuesto al perdón, a la comprensión, a la tolerancia y al amor. No es posible encontrar en la historia de la humanidad hombres verdaderamente felices que practicaron la maldad, la intransigencia y el desamor. Felicidad y bondad son pájaros del mismo plumaje que siempre vuelan juntos.
Hago mías, sin dudarlo, las palabras de W. Savage: «Seguramente, la bondad no hace tan felices a los hombres como la felicidad los hace buenos.» Debe comprender el lector que la felicidad a que nos referimos, como valor de rango superior, no tiene que ver demasiado con lo que vulgarmente se entiende por ser feliz: «Pasarlo bien, tener riquezas, salud y no carecer de nada.» La FELICIDAD, con mayúsculas, tiene mucho que ver con la bondad y con haber encontrado el sentido a la propia existencia.
Espero que al lector no le asalte la idea que ser bueno es algo poético, melifluo, inalcanzable. Querer ser bueno es ya serlo. Importa la actitud y el propósito firme de llevar a cabo acciones buenas con nuestros semejantes y estar siempre dispuestos a hacer otras mejores, aunque estemos cargados de limitaciones y defectos. Lo que importa es la predisposición constante a hacer el bien dondequiera que estemos.
DECÁLOGO DE LA BONDAD
Averigua tu grado de bondad (o mejor, que otros lo averigüen por ti). Sé sincero. Puntúate de 1 a 10 en cada uno de los siguientes postulados. Que otros te puntúen y contrasta una y otra evaluación.
1.- No me doy demasiada importancia por mis buenas acciones | 1 -2-3-4-5-6-7-8-9-10 |
2.- Siempre trato a los demás con afecto y comprensión | 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10
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3.- Tiene para mí más importancia el amor que el poder, la gloria o el dinero | 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10 |
4.- Rechazo de plano la manipulación y el engaño | 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10 |
5.- Intento ver el lado bueno y positivo de las personas | 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10 |
6.- Jamás he intentado dañar o perjudicar a alguien | 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10 |
7.- No necesito especiales razones y argumento para ser bondadosos | 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10 |
8.- Vivo de acuerdo con mis convicciones y con mi conciencia | 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10
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9.- El respeto, el amor y la generosidad con los demás presiden todas mis acciones. Con mi bien doy mi corazón | 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10 |
10.- Mi felicidad es mayor en la medida en que contribuyo a hacer felices a otros | 1-2-3-4-5-6-7-8-9-10
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Por motivos únicamente educativos y de formación permanente compartimos esta publicación. En las redes puede Usted encontrar enlaces que ofrecen descargas PDF (gratuitas) de esta obra del profesor Tierno. Nuestra Fuente es: VALORES HUMANOS (pág. 78-1).
Dejamos constancia, que nos hemos permitido intercalar enlaces relevantes y un video relacionado, así como indicar que las letras en negritas y cursivas, son nuestras. Con este recurso deseamos escuchar al profesor Tierno, y sobre todo reflexionar con quien nos sugiere que “una lectura sosegada que facilite tu aprendizaje hacia el equilibrio psicofísico y hacia una profunda paz interior, de la que te sentirás cada vez más pleno, a medida que te adentres en sus páginas. Toda la obra pretende ayudarte a saber vivir y a ser feliz”.
Esta publicación pertenece a la SERIE SOBRE LOS VALORES, LA EDUCACION Y LA DOCENCIA
“El secreto está en ejercitarse para vivir el momento presente y no permitirse jamás pensamientos del tipo: "¡Qué asco de vida!" o buscar pensamientos negativos sobre el presente”. (13/08/2013)
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF