Maestros al servicio de la educación

[Alexander Ortiz] Neuroeducación ¿Cómo aprende el cerebro humano y cómo deberían enseñar los docentes?

El cerebro humano es la estructura física más compleja, holística, sistémica y dialéctica del universo. Uno de los más importantes, básicos y trascendentales interrogantes que el ser humano se ha planteado a lo largo de la historia de la especie es precisamente cómo funciona el cerebro humano y cómo se relaciona con la mente.
Precisamente, en este artículo, entre otros aspectos enigmáticos, se examina un enigma profundo y misterioso: ¿Cómo puede el tejido biológico que forma el cerebro dar origen a actividades a las que nuestra cultura se refiere como “la mente”?

En términos coloquiales, ¿Cómo esa esponja eléctrica de un kilo y medio, alojada en la parte superior de la cabeza, nos permite experimentar emoción y encanto frente a una hermosa mujer, luego nos hace recordar las tareas laborales pendientes y ponernos en movimiento hacia nuestro centro de trabajo?

La década de 1990 fue designada la década del cerebro; las librerías se han abarrotados de artículos dedicadas a entender el complejo funcionamiento de la mente y el cerebro humanos; las revistas publican artículos experimentales; la tecnología intenta imitar el funcionamiento del cerebro; en internet existen más de 10.000 páginas dedicadas al estudio de la mente y se han patentado mundialmente diversas teorías y herramientas fundamentales para desarrollar la potencialidad de la mente, tales como: la inteligencia emocional, la programación neurolingüística, el instrumento de dominación cerebral, el mapeo mental, el mapeo de información, las inteligencias múltiples y los pensamientos: lateral, convergente y divergente.

Sin embargo, la velocidad en la producción de conocimiento no es privativa de esta área. Coincide con que el mundo está cambiando vertiginosamente. A partir del primer minuto del año 2000 se produce, a razón de uno por segundo, una innovación o un desarrollo tecnológico en cualquier campo de conocimiento humano. Es por esto que las empresas están buscando, cada vez más, personas que puedan ser generalistas, no especialistas; capaces de responder efectivamente a los retos de la complejidad y cumplir con las nuevas reglas del juego, rapidez, tecnología, innovación e información.

El fracaso del siglo pasado en el ámbito formativo fue la educación. A pesar de los avances en las ciencias pedagógicas y en la Didáctica, las organizaciones educativas aún siguen utilizando un entumecido y añejo sistema para comunicar conocimientos, que por cierto ya han sido devaluados por ser obsoletos.

Los docentes se han convertido en instructores, son dictadores de cátedras, su misión ha sido impartir conocimientos que ya no son vigentes, que han caducado. Además dicho sistema didáctico-curricular es homogéneo, erróneamente considera que todos los estudiantes son iguales, que aprenden al mismo ritmo, a través de los mismos canales cognitivos, que tienen los mismos intereses y los mismos estilos de aprendizaje.

Debemos estar preparados porque podemos incluso salir afectados en nuestra estabilidad emocional. Por ejemplo, cada diez años se duplica la información y los conocimientos generados por la humanidad; sin embargo, cada diez años se vuelve obsoleta una cuarta parte de la información existente; esto significa que rápidamente se está acumulando información que no podemos conocer, entender y mucho menos asimilar.

En esta segunda década del siglo XXI habrá mucha más gente desempleada y subempleada, desempeñándose en actividades laborales para las cuales no se formaron o se formaron de una manera deficiente y por lo tanto no tienen las competencias profesionales adecuadas para un desempeño profesional de excelencia.

Esto significa que la lucha por los empleos “estables” será ardua y la ganarán quienes sean más creativos, productivos y competitivos.

Actualmente la vida promedio de las empresas en el mundo es de 40 años. En esta segunda década del siglo XXI bajará a sólo 10 años e irá decreciendo conforme avance el siglo; nacerán y morirán vertiginosamente las organizaciones y la clave de la supervivencia será la creatividad profesional y el empleo del recurso que hasta ahora hemos desperdiciado tanto: la mente.

El siglo XIX se caracterizó por el predominio y la lucha por el oro amarillo; el siglo XX se caracterizó por el interés y el desafío por el oro negro: el petróleo, y el siglo XXI se caracterizará por la demanda del oro gris: el cerebro y la mente creativa.

No obstante lo anterior, en los últimos 50 años, el sistema educativo se ha venido adaptando y mejorando para ser útil a una economía industrial manufacturera, donde han existido trabajos predecibles para ciertos tiempos, que exigían habilidades y aptitudes ya conocidas. La era industrial ha dado paso ya a la “era del servicio”, donde las necesidades, los clientes y los mercados cambian a un ritmo impredecible. La economía se ha transformado mucho y nuestros sistemas educativos y administrativos no se han modificado ni 25% de lo que debieran.

Esta incuestionable realidad exige una educación diferente, un docente competente en el campo pedagógico, didáctico y curricular para lograr, en consecuencia, la formación de un profesional altamente calificado, competente y competitivo, que sea capaz no sólo de emplearse de manera eficiente por sus altas cualidades, capacidades, habilidades y competencias, sino que sea un generador de empleo.

Como se aprecia, en la actualidad las neurociencias constituyen campos de investigación muy fecundos, y los neurocientíficos están explicando las raíces de la personalidad y de la conducta humana, del pensamiento, del lenguaje y la conciencia.

Sin embargo, los psicólogos expresan que las neurociencias son mecanicistas, dogmáticas, estáticas y reduccionistas, ya que en su intención de argumentar científicamente el carácter universal de sus teorías, soslayan la subjetividad humana, las intenciones, deseos, expectativas, aspiraciones, convicciones, y la historia personal de cada sujeto.

Por otro lado, los neurocientíficos hacen fuertes críticas a la psicología, fundamentando que su aparato científico es débil y laxo.

El siglo XXI reclama un profesional que no se adapte pasivamente a los cambios vertiginosos de la sociedad sino que sea un agente de cambio, un profesional líder, proactivo, que no sea un receptor pasivo sino un participante activo, lo cual exige que los docentes desarrollen clases de calidad y excelencia, que utilicen estrategias pedagógicas desarrolladoras de la inteligencia, la creatividad y el pensamiento crítico y configuracional.

En este sentido, las organizaciones educativas deben asumir e implementar nuevos modelos pedagógicos, didácticos y curriculares, así como nuevas teorías y estrategias de enseñanza y aprendizaje.

Precisamente, en este artículo, hago una propuesta configuracional desde la teoría de la complejidad. Se propone una nueva teoría del aprendizaje basada en el funcionamiento del cerebro humano: la Teoría del Aprendizaje Neuroconfigurador, que a su vez constituye la base para un nuevo modelo pedagógico, emergente y pertinente para el tercer milenio, el modelo de la Pedagogía Configuracional.

Se abordan los diversos temas contemporáneos mediante preguntas problematizadoras y un conjunto de temáticas a través de preguntas problémicas que permiten al lector desde la simple lectura del índice problematizar su cerebro, que es precisamente el objeto de estudio principal de esta artículo.

Estas preguntas problematizadoras están encaminadas a modelar las respuestas a las preguntas que perfilan el título de este artículo:

  1. ¿Por qué es necesaria una educación basada en el funcionamiento del cerebro humano?
  2. ¿Cuál es el rol de las neuronas en el aprendizaje humano?
  3. ¿Cómo aprende el estudiante y cómo deberían enseñar los docentes?
  4. ¿Cómo estimular los procesos y configuraciones cognitivas?
  5. ¿Cómo estimular el desarrollo de la inteligencia humana?
  6. ¿Qué es el aprendizaje neuroconfigurador y el pensamiento configuracional?
  7. ¿Cómo influye la configuración de la afectividad humana en el desarrollo cognitivo?
  8. ¿Cómo direccionar las actitudes intelectuales y la voluntad del ser humano?

En el artículo se analiza el aprendizaje basado en problemas como estrategia para el desarrollo y configuración del pensamiento configuracional, se describen sus principales atributos, cualidades o particularidades, tales como la amplitud, profundidad, independencia, flexibilidad, consecutividad, rapidez y fluidez.

Por otro lado, se conceptualizan y se establecen relaciones entre los afectos, las emociones y los sentimientos como configuraciones afectivas. Se analizan las cualidades de la voluntad humana: independencia, decisión, perseverancia y autodominio. Se describen metodológicamente los momentos del desarrollo de la voluntad: motivación, apropiación, reflexión, decisión y ejecución.

Es preciso aclarar que, para cumplir eficientemente con este empeño de proponer un nuevo modelo pedagógico, emergente y pertinente para el siglo XXI, he tenido que llevar a cabo múltiples estudios[1] a los que he dedicado varios años en Barranquilla[2] y en Santa Marta[3]; Colombia.

Es mi mayor deseo que los principales postulados expresados en este artículo contribuyan a comprender un poco más cómo aprende el estudiante y cómo deberían enseñar los docentes. En el artículo se aportan los elementos didácticos estructurales que permiten investigar, diseñar, desarrollar y evaluar el proceso de enseñanza y aprendizaje basado en el funcionamiento del cerebro humano.

Lo anterior constituye la base de la Psicología Configurante y de la Pedagogía Configuracional, respaldada por la Teoría del Aprendizaje Neuroconfigurador que se propone, asume y sustenta.

Ahora bien, si en estos últimos 20 años hemos aprendido más sobre el cerebro humano que en toda la historia de la humanidad, es evidente que este artículo en el mediano plazo será obsoleto, por cuanto los conocimientos caducan muy rápido, envejecen con una rapidez extraordinaria. Los conocimientos científicos cambian tan aceleradamente, la ciencia avanza de una manera tan vertiginosa, que en este siglo los contenidos de cualquier artículo envejecen mucho más rápidamente que en épocas anteriores.

Esta es la razón por la que, en la mayoría de mis artículos y en mis conferencias, siempre afirmo que mis planteamientos no son instrucciones ni recetas, no son conocimientos acabados ni es la verdad absoluta, sino que constituyen luces, caminos, sugerencias, pautas, proposiciones acerca del tema de que se trate, y en ese sentido un artículo mío nunca estará terminado, y mucho menos éste, que explora un controvertido, amplio y complejo tema, en el que aún queda mucho por investigar.

Sin embargo, aunque son muy embrionarios los criterios y definiciones aquí expuestas, criticables y rechazables en algunos casos, constituyen una sólida base para continuar reflexionando y encontrando posibles soluciones a las complejas situaciones que enfrenta la formación del estudiante en la actualidad, como futuro profesional, y constituyen un modesto aporte a la Psicología Configurante, a la Pedagogía Configuracional y la Neurodidáctica del siglo XXI, como ciencias emergentes de la educación.

La observación científica de los procesos educativo-formativos universitarios y las anotaciones hechas sobre la propia práctica pedagógica profesional abren un espacio para la reflexión y el debate que se incitan desde este artículo.

  • [1] Estudios relacionados de manera indirecta con mi campo profesional, pertenecientes a las neurociencias, campo científico multidisciplinar que ha evolucionado de una manera extraordinaria y espectacular en las tres últimas décadas.
  • [2] Informe resumen de las investigaciones desarrolladas durante los años 2003 – 2007 en la Fundación Científica CEPEDID, en Barranquilla (Ortiz, 2008).
  • [3]  Informe resumen de las investigaciones desarrolladas durante los años 2007 – 2011 en el Grupo GIDECOM, de la Universidad del Magdalena (Ortiz, 2012).

NOTA DE REDACCIÓN: La Web del Maestro CMF publica los textos originales de su autor, no necesariamente coincide con lo expuesto en el tema, y no se hace responsable de las opiniones expresadas.


Autor:
Alexander Ortiz Ocaña, ciudadano cubano-colombiano.
Universidad del Magdalena Santa Marta, Colombia
Doctor en Ciencias Pedagógicas, Universidad Pedagógica de Holguín, Cuba. Doctor Honoris Causa en Iberoamérica, Consejo Iberoamericano en Honor a la Calidad Educativa (CIHCE), Lima. Perú. Magíster en Gestión Educativa en Iberoamérica, CIHCE, Lima, Perú. Magíster en Pedagogía Profesional, Universidad Pedagógica y Tecnológica de la Habana. Licenciado en Educación.
Correo electrónico: [email protected] / [email protected]

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