Los modelos pedagógicos han sufrido transformaciones esenciales a lo largo del tiempo desde sus inicios con la mayéutica, basada en el intercambio dialógico para descubrir la verdad, aplicada por Sócrates en la Grecia clásica. Después de un largo período dominado por la escolástica, inamoviblemente arraigada en el mundo medieval mediante el papel de la Iglesia en la vida social, con figuras como San Agustín y Santo Tomás de Aquino, sobrevino una nueva pedagogía post-renacentista, sostenida por La Ilustración en el llamado Siglo de las Luces, cuyas figuras más destacadas fueron Rousseau (1712-1778), Pestalozzi (1746-1827), Fröebel (1774-1836), Montessori (1870-1952), Decroly (1871-1932)… quienes escarbaron en las raíces filosóficas del naturalismo para aplicarlas a la educación infantil, en lo que se conoció, a finales del siglo XIX, como Escuela Activa de Enseñanza. En el campo de la Sicología aparece el conductismo, propuesto en 1913 por J.B. Watson con la intención de abordar los procesos que regulan la conducta humana (de ahí su nombre) a partir de leyes naturales.
Es habitual en la práctica académica que las teorías sicológicas sustenten modelos pedagógicos, y así el fundamento conductista –según el cual como resultado de la interacción del individuo con su medio todo estímulo es respondido con una determinada conducta- inspiró el diseño de metodologías didácticas para regir el comportamiento de los aprendices a través de la repetición y memorización de mensajes. Los aportes del condicionamiento clásico, de Pavlov, y del condicionamiento operante, de Skinner, en el tránsito del siglo XIX al XX, fueron importantes a tal fin, que contiene el error de igualar el mecanismo de adiestramiento animal por reflejos condicionados, con el complejo proceso del aprendizaje humano, donde además de factores intelectuales participan los emocionales. Posteriores descubrimientos sicológicos sobre cómo funciona el cerebro en la interpretación de la realidad permitieron relevar al conductismo por una concepción cognitivista, etapa intermedia hacia la nueva interpretación del aprendizaje humano en el siglo XX, el constructivismo, cuya didáctica asume al alumno como activo constructor de su propia experiencia de descubrimiento y aprendizaje y no como simple memorizador de mensajes repetitivos, y al maestro como facilitador del proceso. Esencial en este empeño es la labor de los sicólogos Piaget, Vygotsky, Ausubel, Bruner, Gardner, Goleman… con aportes que van desde la Teoría Cognitiva hasta la de Inteligencia Emocional.
El modelo pedagógico vigente hoy en el planeta es el constructivismo, a partir del cual se incursiona en proyectos experienciales novedosos. Pero, ¡qué lástima…! Aún se siguen aplicando estrategias curriculares propias del conductismo, por lo que los resultados en el proceso docente son contradictorios e insuficientes. Falencias como estas lo confirman:
- La carga curricular agobia a los alumnos, principalmente en el nivel básico de enseñanza, con contenidos en nada vinculados con sus criterios de desempeño; en consecuencias no les son significativos; el 80% de los contenidos no les interesa y es imposible incorporarlos a sus mapas mentales, como requisito del verdadero aprendizaje.
- Los métodos de evaluación se basan en la puntual repetición de contenidos y no en la creación y desarrollo de proyectos, lo que obliga a la memorización mecánica e irracional, para luego olvidar absolutamente todo una vez superado el momento evaluativo.
- Terminado un período lectivo los alumnos habrán asimilado alrededor del 20% del contenido recibido, con el consiguiente desperdicio de tiempo y recursos individuales e institucionales. La productividad educativa en el sistema formal es baja, pues los alumnos sólo quieren vencer las exigencias, no logran aprender, esperando adquirir más adelante el conocimiento realmente necesario para su desempeño, con especializaciones y autoformación experiencial una vez egresados del ámbito escolar.
- La práctica didáctica da la espalda al desarrollo científico-técnico, impidiendo a los alumnos el uso en clase de medios como calculadoras, teléfonos o relojes inteligentes, y otros que forman parte del estado tecnológico de la civilización, imponiendo la memorización de tablas y fórmulas, como en el siglo XIX. La alfabetización digital es una necesidad cultural que el sistema educativo moderno tiene que incorporar en la formación de profesionales para el siglo XXI.
En consecuencia, y hablando del siglo XXI, es indudable que se requiere la implantación, en el sistema educativo formal, de una estrategia curricular acorde con ese actual estadio de la civilización humana, basada en el constructivismo como modelo pedagógico, así como de metodologías didácticas de avanzada, donde el objetivo no sea solamente impartir conocimientos, sino sobre todo la formación de mejores seres humanos, que aseguren un brillante porvenir a la Humanidad.
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Autor:Pedro Fulleda Bandera, nacido en Cuba y residente en Ecuador. Licenciado en Comunicación Social, con experiencia laboral como periodista especializado en temas históricos y culturales. Se desempeñó como docente de especialización en el Instituto Superior de Cultura Física. Presidió la sección «Juego y Sociedad» de la Asociación de Pedagogos de Cuba. Ha impartido cursos y conferencias sobre lúdica y desarrollo humano en diversos países iberoamericanos. Autor de artículos y libros sobre Ludología y temas de actualidad política y social. Enlaces de interés: pedrofulleda.blogspot.com / wattpad.com E-mail: [email protected] |
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