Con la incorporación a la escuela presencial, donde hemos vuelto, en la mayoría de los casos, sin la inversión necesaria en recursos materiales, tecnológicos y humanos por parte de las administraciones; los docentes estamos alzando la voz continuamente para que, los gobiernos pertinentes, tengan en cuenta nuestras propuestas y vayan más allá del papel y de la escucha para repensar, entre todos los agentes que componen la comunidad educativa, un nuevo modelo de colegio.
Llevamos años persiguiendo la escuela del cambio, intentando despeinarla y poner patas arriba el sistema. Llevamos años gritando que por apuntes no se puede enseñar a vivir y que la escuela debe descubrir el talento de cada niño, haciendo que brillen sus capacidades. Es el momento de invertir en educación, invertir sabiendo dónde queremos llegar, qué modelo educativo es el que necesitan nuestros niños y niñas, un modelo que les permita aprender para la vida, sabiendo manejar y no solo conocer, los contenidos que se les transmite, permitiéndoles que potencien su imaginación y creatividad, acompañándolos a que descubran aprendizajes nuevos. No podemos seguir cometiendo los tres errores clásicos:
- Pensar que el fin último de la enseñanza es crear a niños universitarios, cuando el verdadero fin de la escuela debería ser preparar a los niños para enfrentarse a la vida, con todas sus agitaciones, dotándolos de herramientas, competencias y valores para transformar la sociedad a mejor.
- Querer tratar a todos por igual cuando en realidad todos son diferentes. Cada niño posee un talento que le hace único y si enseñamos solo de un modo, evaluamos de un modo, premiamos una única inteligencia… estaremos apagando estrellas. Todos somos discapacitados en muchos aspectos. No hay ser humano con la capacidad absoluta para hacerlo todo bien. Debemos ofrecer un amplio abanico de tareas variadas que permitan descubrir en qué es el mejor de la clase cada niño.
- Separar la diversión del aprendizaje cuando el juego es un derecho de la infancia y además la experiencia más importante de la vida porque casi todo lo que aprendemos de forma significativa, lo hacemos jugando, practicando, manipulando. La escuela debe ser tiempo para aprender jugando y socializar. Tener una radio en clase, un huerto escolar o un gallinero, aprender cocinando o a través del cine y el teatro, con juegos de mesa educativos, con proyectos emocionales, de aprendizaje servicio y acción social… no debería ser algo anecdótico que sucede en algunos centros, sino que debería ser algo obligatorio. La escuela no puede estar en la periferia de la sociedad, la escuela es la sociedad y la sociedad debe ser la escuela. Todo lo que se aprenda en ella debe tener una utilidad, un sentido.
Necesitamos un nuevo modelo que tenga en como protagonista al niño y la niña, teniendo en cuenta los siguientes aspectos:
1. El gran pacto por la educación que necesita nuestro sistema
No podemos tener un sistema educativo que ha pasado por 7 leyes y que cambia cada cuatro o cinco años su forma de ver la enseñanza, obligándonos a modificar programaciones, registros de evaluación… y sobrecargándonos de burocracia innecesaria. Leyes que dicen muy pocas cosas diferentes a las de la ley anterior, cambios insustanciales que se reflejan en más papeleo y trabajo carente de utilidad pedagógica que lo que hace es restar tiempo al diseño de clases productivas y proyectos enriquecedores para nuestro alumnado.
Las leyes educativas de antes pretendían dar respuesta a una aportación curricular, teórica, académica… Hoy en día pasa justo lo contrario, los niños tienen la información con solo teclear un botón, pero les faltan competencias y valores. Por lo tanto, la escuela de hoy no puede ser como la escuela del siglo XIX.
2. Los cambios en la formación inicial del profesorado.
Creo que para cambiar la educación debemos cambiar la forma en la que se prepara a las personas que van a trabajar en educación.
- Mejoras en los planes de estudio del magisterio. Unificarlos igual para todo el territorio nacional.
- Formar docentes conocedores de muchas metodologías, de forma práctica. No podemos permitir que aún haya docentes que piensen que trabajar sin el libro de texto es perder el tiempo.
- Añadir las prácticas desde el primer año de carrera, como si fuese una asignatura más, donde, por ejemplo, un día a la semana, cada alumno, deba ir a un colegio a participar de la enseñanza.
- Que los docentes más innovadores de todas las etapas educativas puedan impartir clases prácticas en magisterio, ir a la universidad para ofrecer una perspectiva real de la docencia directa con niños y niñas.
3. El acceso a la profesión docente
Acceso con tres tipos de pruebas:
- Teórica: examen tipo MIR, tipo test. Un examen que garantice la objetividad al cien por cien.
- Prueba de actitud y vocación: desplazándose a un colegio, con un grupo de niños desconocidos para el docente, en el que dará clase durante varias sesiones.
- Exámenes orales explicando qué van a trabajar en sus programaciones, cómo y para qué, no solo evaluando los elementos curriculares, sino la innovación y atención al alumnado.
- Evaluar al docente desde el primer momento que trabaja con el alumnado. Que no se evalúe al docente cuando saca la plaza, sino el primer año que comienza a trabajar. Es incongruente que un maestro ejerza la docencia como personal interino durante años y que inspección no lo evalúe hasta que no se saca la plaza.
Cambios en la selección de los equipos directivos:
- Evaluar su trayectoria profesional anterior, su empatía, innovación y compañerismo.
- Evaluar su formación y capacitación teórica.
- Intentar que las personas que ejercen ese rol, sean creativas, dinamizadoras y empáticas, y permitan y generen innovación, contagiando a sus compañeros.
- Que todos los docentes, de forma obligatoria, sean directores. Cambiar cada cuatro años de director. De este modo, se fomentaría la empatía entre el gremio, el trabajo cooperativo y la humildad. Todos pasan por ese rol, todos lo valoran y colaboran con él.
Una enseñanza única, de calidad máxima, de todos y para todos:
- Acceso del alumnado y profesorado de los centros concertados asignado siguiendo los mismos criterios de selección que en los centros públicos.
4. Aportaciones para mejorar el sistema educativo una vez dentro
Cambios a nivel de centro:
- Cambios en la metodología: más competencias, más aplicación práctica de los contenidos trabajados de forma teórica, más trabajo de valores, debates y fomento de la creatividad. Trabajar con más juego y aprendizaje cooperativo. Trabajar con proyectos divertidos que incidan en la motivación, sorpresa y emoción del alumnado, permitiéndonos descubrir sus talentos. Trabajar con tareas de acción social y aprendizaje servicio, ese aprendizaje para la vida. La escuela debe ser transformadora social.
- Inclusión de todas las capacidades. No podemos confundir el apoyo, el refuerzo, las adaptaciones individualizadas… con la inclusión. Eso es atención, no inclusión.
- Cambios en la evaluación: evaluar múltiples tareas, relacionadas con todas las inteligencias. No centrarnos en lo mecánico-reproductivo, en la memoria a corto plazo que permite aprobar, pero no aprender.
- La educación debería no solo comenzar por la educación infantil, como ya lo hace, sino crecer y evolucionar, mirándose en su espejo, planteando un sistema que yo denomino muelle porque debería haber un paso en espiral desde la infancia a la etapa de primaria, continuando con los principios de globalización, inclusión, socialización, autonomía y juego. No deberíamos intentar que la educación infantil copie la rigidez de las etapas educativas superiores, sino todo lo contrario. Hay un cambio muy brusco entre la educación infantil y la educación primaria. Es en ese primer cambio donde ya se comienza a adormecer al alumnado. ¿Por qué de repente son necesarias tantas asignaturas diferentes? ¿Por qué de golpe obligamos al alumnado a cambiar de grupos de trabajo cooperativo a trabajo individualizado? ¿Por qué empezamos a premiar lo mecánico y memorístico por encima de lo creativo y artístico? ¿Por qué son tan necesarios los deberes reproductivos para casa? Y por último ¿Por qué clasificamos las materias en áreas de primera y áreas de segunda, quitándole valor e importancia a las artes escénicas y plásticas, a la música y la educación física? Les estamos diciendo a los niños y a la sociedad en general que unos talentos son mejores que otros. Precisamente la neurociencia ya ha demostrado que esas materias no solamente son artes inspiradoras completas, que permiten trabajar con tareas que conectan contenidos de todas las áreas, de forma multidisciplinar, competencial y transversal, sino que además son imprescindibles para un correcto desarrollo motor, cognitivo, emocional y cerebral que inciden tremendamente en el desarrollo de la creatividad, que motivan y que modifican el estado neuronal, favoreciendo el aprendizaje significativo. Pienso que ha quedado más que demostrado que las áreas que antes eran consideradas como “marías” ahora son “la gran marea” del sistema.
- Simplificar la cantidad de contenidos por curso ya que se repiten cada año. En lugar de ofrecer una cantidad enorme de teoría que impide profundizar bien en la misma, reducirla y cambiar la forma en la que se presenta y trabaja.
- Qué los libros de texto de las editoriales se revisen y sean un recurso de acompañamiento y apoyo digital y en papel, globalizados y por talleres competenciales, ese material no puede ser prácticamente igual que los libros que teníamos en los años 90. Tampoco entiendo el gasto innecesario que supone cambiar de libros de texto cada cuatro años, esos libros pueden tener vida muchísimos años más y con ese dinero que ahorramos se pueden proporcionar materiales variados, recursos digitales…
- Tener recursos digitales suficientes en calidad y cantidad para poder incluir praxis metodologías basadas en planteamientos digitales. Actualmente se nos exige que hagamos un hibrido en nuestras programaciones, contemplando la parte presencial y la posible parte virtual, pero tenemos recursos digitales precarios e insuficientes.
- Disminuir la ratio de las aulas y aumentar el número de docentes para darle mayor calidad a la enseñanza, mayor atención individualizada al alumnado.
- Tener un orientador, monitor, logopeda, maestro de pedagogía terapéutica y de audición y lenguaje a tiempo completo. Hay niños que lo necesitan.
- Contar con un trabajador social y un profesional sanitario para atender al alumnado con riesgo de exclusión social y con patologías crónicas que supongan la necesidad de un medicamento rescate… No es suficiente que el médico de los equipos de orientación educativa traslade información a los docentes sobre cómo actuar con estos alumnos. No somos sanitarios, al menos deberían darnos formación presencial, obligatoria, en tiempo lectivo, cada año.
- Que la participación de las familias en los centros no se reduzca a las fiestas o celebraciones de efemérides, sino que sean parte del proceso de enseñanza-aprendizaje de su hijos e hijas, que su participación no dependa del equipo directivo de turno que esté de acuerdo o no con que lo que hagan, sino que se recoja ley educativa que cada maestro podrá incluir a las familias en proyectos educativos de su clase y centro.
- Plantear bien el bilingüismo en los centros. Actualmente no sirve para mucho tal y como está orientado.
- Replantear el área de Religión, no como una materia que separa al alumnado por diferentes creencias, en aulas distintas, con profesores diferentes, sino como una asignatura que aporte valores éticos y morales, de respeto mutuo a lo diferente, enseñándoles las diferentes culturas y religiones del mundo, no desde un aspecto de fe, sino de historia, para que cada niño decida creer o no en lo que le apetezca. Vivimos en una sociedad plural y debemos hacerla tolerante, haciéndole entender al alumnado que aquello que es más común no es únicamente lo normal, normal es todo, a pesar de que no sea practicado por un número tan elevado de personas. El respeto parte del conocimiento.
- Formación continua, obligatoria, presencial y de calidad, en horario de trabajo, para los docentes que ya ejercen.
- Fomentar, desde la administración y los poderes políticos públicos, el respeto y valor de la profesión docente.
- Crear redes de conexión entre docentes que intercambien buenas prácticas en el aula. Incluso que los docentes que hacen estas buenas prácticas puedan impartir cursos a otros docentes.
- Valorar más al profesorado que aplica metodologías innovadoras, aporta recursos propios…
- Permitir que se pueda repetir más de una vez en cada etapa educativa. Les estamos diciendo a los niños que no tienen que esforzarse, total solo se puede repetir una vez.
Estos cambios son un compromiso de toda la comunidad educativa, donde cada sector debe poner de su parte para que, poco a poco, en un periodo a largo plazo, se pueda conseguir la escuela de calidad que nuestros niños y niñas se merecen.
10 propuestas concretas para cambiar la educación
Las siguientes propuestas son del Profesor Salvador Rodríguez Ojaos, la escontramos muy coherentes y por eso se las presentamos a continuación:
1. Dar más voz a los alumnos. Como norma general, en una clase el docente no debería hablar más de un tercio del tiempo de la sesión. Los otros dos tercios, la palabra debe estar en posesión de los alumnos. Debemos acabar con las lecciones magistrales para convertir las clases en verdaderas ágoras donde todos tienen voz. «Los docentes deben hablar menos para que los alumnos aprendan más.»
2. Abrir el aula a otras voces. Es interesante que, al menos, una vez por semana la voz que se escuche en el aula no sea la del docente ni la de los alumnos. Se debe abrir el aula para que otras personas (familiares de los alumnos, otros docentes del centro, profesionales de distintos oficios, autores literarios, etc.) expliquen sus experiencias, sus conocimientos… Es una experiencia muy motivadora y enriquecedora.
3. Plantear retos. Para que el aprendizaje sea significativo no podemos dedicarnos exclusivamente a transmitir datos y conceptos para que los alumnos los memoricen. Debemos despertar su curiosidad a través de retos que deben resolver buscando información, investigando y planteándose interrogantes. Más que enseñar a dar respuesta a preguntas y resolver problemas debemos enseñar a plantear preguntas y problemas. Es importante que los alumnos entiendan la aplicabilidad en la vida cotidiana de aquello que aprenden, que le encuentren sentido.
4. Potenciar el espíritu crítico y el carácter emprendedor. Fue Jean Piaget quien dijo que «El objetivo principal de la educación es crear personas capaces de hacer cosas nuevas, y no simplemente repetir lo que otras generaciones hicieron.» Por eso, es importante que, al menos una vez por semana, los alumnos propongan temas de su interés sobre distintos asuntos de su entorno o sobre distintas noticias de actualidad para que los debatan, expongan sus opiniones y planteen posibles soluciones. Por poner un ejemplo, creo que no debería haber una sola aula en la que no se trate el tema del drama migratorio que está viviéndose estos días en Europa.
5. Trabajar las emociones. La escuela, por mucho que les pese a algunos, no es un lugar aséptico donde las emociones y los sentimiento no tienen cabida. Al contrario, la educación emocional es una herramienta básica para evitar problemas de convivencia y un elemento fundamental para una adquisición significativa del conocimiento. Por ello el trabajo sistemático en el aula de aspectos que tengan que ver con las emociones debe ocupar un lugar prioritario en los objetivos de cualquier docente.
6. Más allá del conocimiento de las materias. Sin desdeñar en absoluto la importancia de los conceptos propios de las diferentes asignaturas (ya se trabaje por materias o por proyectos), debemos transmitir unos valores que doten a los alumnos de las herramientas necesarias para tener éxito académico y vital. La perseverancia, la meticulosidad, el rigor, la tolerancia a la frustración… son rasgos de la personalidad que debemos potenciar en el aula para asegurarnos de que los alumnos sean capaces de seguir aprendiendo durante toda su vida y sean capaces de adaptarse a nuevas situaciones.
7. Integrar las TIC. Hacer un uso cotidiano y sistemático de la TIC en el aula es una ventana abierta al mundo que no debe faltar en ninguna escuela. Pero no se trata de utilizarlas porque sí (por esnobismo), se trata de aprovechar aquello que nos aportan para llevar a cabo una didáctica más activa, para facilitar la atención individualizada a los alumnos. En mi opinión, deben combinarse los «métodos tradicionales» con las TIC: los alumnos deben leer en pantalla, pero también en papel; deben escribir con un teclado, pero también con lápiz y bolígrafo.
8. Fomentar la lectura. La comprensión lectora es fundamental para acceder al conocimiento. Por ello, leer debe ser un acto diario en el aula y debe de ser un momento compartido entre alumnos y docentes. Leer lo que les apetezca cada día al menos durante 15 minutos es una práctica imprescindible para adquirir un buen nivel de compresión y fluidez lectora.
9. Fomentar el trabajo colaborativo. El estudio y la adquisición del conocimiento no son exclusivamente una práctica individual y solitaria. El trabajo en equipo, además de ser una herramienta que los alumnos necesitarán dominar en el futuro, es una manera motivadora y creativa de trabajar en el aula. Para ello es necesario, entre otras cosas, flexibilizar el diseño y la distribución de los muebles que hay en el aula. Hay que acabar con las aulas auditorio.
10. Reformular la manera de evaluar. Replantearse la idoneidad de los exámenes que valoran la capacidad de retención de conceptos es fundamental para lograr una nueva forma de enseñar en nuestras aulas. Nada de lo dicho anteriormente tiene sentido si, al final, los alumnos tienen la percepción de que lo único importante es aprobar y que para ello solo tienen que retener los conceptos fundamentales de lo que se ha trabajado en clase. La evaluación debe ser continua y el peso de los exámenes tradicionales mínimo.
Este contenido ha sido publicado originalmente por magisnet.com y salvarojeducacion.com