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Cómo evaluar el aprendizaje sin exámenes o pruebas tradicionales

No son pocos lo investigadores y los profesionales de la educación que llevan años estudiando el cambio educativo y que sostienen que la clave para este cambio se encuentra en modificar nuestra manera de evaluar. Cuestionarse cómo evaluamos, cambiar los objetivos de la evaluación, fomentar una evaluación formativa, experimentar con nuevas maneras de evaluar son para muchos el primer paso para el cambio educativo. En cierta manera hemos confundido el acto de aprender con el de aprobar exámenes. Y esto, además de provocar exclusión, es una manera muy limitada de abordar la complejidad de la educación y el aprendizaje. No es lo mismo evaluar que examinar, ni evaluar que calificar. Aprender no es aprobar exámenes.

Cómo estudia un alumno depende de cómo pregunta el profesor, depende en última instancia de la evaluación esperada. Evaluaciones y exámenes condicionan no sólo qué estudia el alumno sino, sobre todo, cómo lo estudia. Aprender con el fin de aprobar un examen es muy diferente de aprender por aprender.

Esto es lo que sostiene Stobart Gordon en su libro “Tiempos de pruebas. Los usos y abusos de la evaluación”: “la evaluación influye directamente en lo que aprendemos y en cómo lo aprendemos y puede limitar o promover el aprendizaje efectivo”. Y es también lo que sostenían hace casi 45 años los autores del libro El curriculum oculto. Si está interesado en leer la totalidad de la siguiente introducción, puede hacerlo en el siguiente enlace: Aprender no es aprobar exámenes.

A continuación compartimos con fines educativos la publicación del portal Elige Educar (Chile) en donde la autora del artículo Camila Londoño hizo un resumen y cuenta como la profesora Jessica Smith comparte la creativa estrategia que ha implementado en su aula para evaluar los procesos de aprendizaje de sus estudiantes. Esperamos que la siguiente información sea de utilidad para la comunidad educativa.

¿Cómo evaluar el aprendizaje sin hacer pruebas? Esta profesora tiene una idea

¿Son las pruebas o exámenes la única forma de evaluar el aprendizaje de los estudiantes? Jessica Smith, profesora de inglés y colaboradora de Edutopia cree que no. Aunque en la educación tradicional es común diseñar exámenes en los que los estudiantes responden preguntas sobre la información que han aprendido, esta profesora considera que hay otras estrategias que permiten entender los procesos de los estudiantes y sus aprendizajes de una forma mucho más significativa. En un artículo de Edutopia, la profesora comparte una de las estrategias que ella ha implementado en su aula para evaluar a sus estudiantes:

Una de las cosas que Jessica hace para que sus estudiantes demuestren lo que saben y además entiendan la razón por la cual están aprendiendo determinado tema es a través de algunos desafíos que deben enfrentar en grupos.

Como Jessica es profesora de inglés, la lectura de novelas es prioritaria en su clase, así que utiliza algunos libros como Matar a un ruiseñor de Harper Lee, para realizar la actividad. ¿En qué consiste ésta? La profesora le da a sus alumnos algunos estándares de contenido, una pregunta y una lista de elementos que los alumnos deben integrar en un producto. Esos elementos, dice ella son “no negociables”. En el desafío de esta lectura, la pregunta que planteó una que puede ser adaptada a otras lecturas: ¿cómo podemos demostrar nuestra comprensión de la novela de una manera creativa incluyendo la evidencia o los elementos no negociables?

Estos elemento no negociables hacen parte del contenido de la lectura y ayuda a establecer los criterios de la dinámica. Para el desafío de Matar a un ruiseñor, en el producto los “no negociables” incluían: los sinsontes (aves) como símbolos de la destrucción de la inocencia (tema abordado en el libro), un componente escrito y de tres a cinco ejemplos para utilizar una cita de Atticus Finch (personaje del libro) que dice: “Nunca entiendes realmente a una persona hasta que consideras las cosas desde su punto de vista… hasta que te metes en su piel y caminas en ella”. Los productos en el desafío de esta lectura deben evidenciar aquello que los estudiantes entienden acerca de las aves, pero además, su capacidad de empatizar con los personajes y de conectarse críticamente con la lectura a través de la evidencia textual.

Una vez que los estudiantes saben lo que se espera de ellos, analizan qué es la creatividad y diseñan, en equipo, criterios de calidad.

“Me parece que cuando los estudiantes tienen un papel activo en la forma en que serán calificados, es más probable que se comprometan con su trabajo”, asegura Jessica en Edutopia. La siguiente parte de la dinámica es el intercambio de ideas. Durante aproximadamente 10 minutos, la profesora simplemente camina y escucha lo que sus estudiantes dicen y analiza la forma como intentan resolver problemas. Después, empieza a apoyarlos para que piensen de manera creativa y colaborativa haciendo preguntas como: teniendo en cuenta los criterios ‘no negociables’ y los criterios de calidad que establecimos, ¿Qué productos que se pueden diseñar? ¿Cómo puedes jugar con tus puntos fuertes para colaborar en grupo? Si no tienes límites, ¿qué podrías hacer? ¿Cómo se puede modificar esto para que se ajuste a nuestros parámetros? Si los alumnos se alejan del proyecto en cuestión, ella vuelve a formular preguntas como: ¿todos los miembros son miembros activos? Si no, ¿cómo podemos garantizar que todos tengan voz en este proyecto? ¿Quién es responsable de qué parte? ¿Hay una línea de tiempo que hayan establecido como grupo? ¿Tienen un plan si necesitan más tiempo?

Preguntas como éstas dejan a los estudiantes a cargo de su aprendizaje mientras se les guía para que encuentren maneras de abordar el desafío. Dependiendo del tipo de productos que diseñan, pueden hacer una actividad de “carrusel”, que consiste en visitar el trabajo de otra persona ubicada alrededor de la sala o hacer presentaciones.

Los estudiantes evalúan el trabajo de sus compañeros utilizando la rúbrica que utiliza la profesora. Algunos de los productos que han salido de la actividad son dioramas que parecen cambiar según la perspectiva, partituras, poesía, canciones de rap, entre muchos otros.

Algo fundamental en la estrategia de Jessica es la retroalimentación entre pares.

Después de terminar los productos, todos presentan sus trabajos y hacen comentarios sobre otros. Luego, viene un proceso aún más interesante: la deconstrucción de la actividad, donde analizan cada parte del proceso. Para esto, Jessica plantea preguntas como: ¿Cómo comenzaste a resolver el problema? ¿Cómo se asignaron los roles? ¿Podríamos haber hecho un uso más eficiente de nuestro tiempo? Ella también permite que los alumnos planteen sus propias preguntas. Además de todo el proceso reflexivo de la clase, para que los estudiantes investiguen su propio proceso y desarrollen el pensamiento crítico, la profesora les pide que contesten preguntas de reflexión metacognitiva, tales como: ¿Qué papel jugaste? o ¿Qué harías igual o diferente la próxima vez?

“Cuando les enseñas a tus alumnos a pensar fuera de su zona de confort para que demuestren su aprendizaje, las posibilidades son infinitas”, concluye Jessica.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Elige Educar (Chile) en la siguiente dirección: eligeeducar.cl



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