Una de las primeras experiencias de convivencia, fuera del ambiente familiar, ordinariamente sucede en la escuela. La presidenta del Col·legi de Pedagogs de Catalunya, Rosa Rodríguez, opina que es en el ambiente escolar “donde los niños aprenden a relacionarse con los demás, especialmente con sus iguales, a conocer sus límites y los de sus compañeros, y a regular su comportamiento en función del que tiene el otro. Con su grupo de amigos adquieren la noción de semejanza y diferencia.”
Si bien la pandemia nos obligó a la mayor parte de la humanidad a cumplir con el “distanciamiento social” y otras restricciones de convivencia (según los países), ese nuevo modo de vida nos exigió poner a prueba las relaciones de amistad, algunas de las cuales se consolidaron, mientras que otras, “tras meses de interacción limitada o nula, se debilitaron o se perdieron del todo”. Las amistades, incluidas las de la escuela, experimentaron cambios obligados. Para la psicóloga Marisa G. Franco, experta en amistad, durante el confinamiento “muchos sentíamos que teníamos un margen emocional limitado”, pero llegaron momentos en que nos sentíamos apagados, revelándonos lo importante que es el vínculo social de la amistad para sentir su importancia vital para mantener nuestro equilibrio. Cf 6 FORMAS SORPRENDENTES EN QUE LA COVID-19 CAMBIÓ LAS AMISTADES
LOS TRES TIPOS DE AMISTAD (05´ 46”)
Como profesores, sabemos que el vínculo de la amistad tiene un papel formativo destacado, porque nos proporciona conocer o al menos intuir los diferentes contextos familiares de nuestros estudiantes. Y como educadores, consideramos que podría ser de utilidad el escuchar opiniones y reflexionar sobre esta importante y fundamental relación entre iguales, por medio de la cual nuestros estudiantes experimentan, interactúan, comparan, descubren… -tantas veces- sin adultos de por medio; su experiencia existencial. “Y es que la amistad enriquece, fortalece y ensancha el corazón del hombre y le hace invencible ante la adversidad. Los cimientos en que se apoya la verdadera amistad son la sinceridad, la generosidad y el afecto mutuo”. No la confundamos con el compañerismo, la simpatía y la camaradería. La amistad auténtica es algo mucho más difícil, importante, delicado y raro, pues es un valor que se apoya en los sentimientos positivos de sinceridad, generosidad y afecto mutuo, con un alto contenido ético, como afirma Bernabé Tierno, pues “si la amistad desapareciera de la vida, sería lo mismo que si se apagara el sol”.
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Según los especialistas en relaciones humanas, es necesario que el entorno familiar y escolar facilite a los niños y jóvenes las herramientas y habilidades para gestionar el desarrollo sano y pleno de la amistad, y son los más pequeños quienes hacen amigos con más facilidad que los adultos en cualquier ámbito en el que interactúan. Ese conjunto de capacidades desarrolladas a temprana edad, a través del juego y el vínculo de la amistad, les permitirá poseer un amplio repertorio de comportamientos que los harán personas capaces de desenvolverse armoniosamente con los otros, y que son imprescindibles para integrarse al entorno en el que se desarrollan sus vidas, y posteriormente estas habilidades les van a proporcionar las cualidades para desenvolverse como adultos en la esfera social, siendo la base clave para sobrevivir de manera sana tanto emocional como laboralmente, y para aprender a interactuar debidamente con todo el ecosistema en el que estamos inmersos, y que a veces no nos darnos cuenta.
El profesor David Deming, doctor en educación y economía de la Universidad de Harvard, quien realizó un interesante estudio, concluyó que hemos llegado a un punto en nuestra sociedad donde para tener un trabajo, o para aspirar a un puesto de relevancia, se necesitan algo más que capacidades técnicas, y se llaman habilidades sociales. Aunque bien es cierto que no siempre será sencillo aprender, potenciar e ir desarrollándolas día a día con la práctica, debido al grado de complejidad que tienen algunas de ellas, tampoco es imposible conseguirlo. Es aquí donde la familia y la escuela -según los especialistas- tienen un rol importantísimo. Y es la tarea docente la que deberá orientarse no solo al aprendizaje de contenidos y la orientación al mercado laboral o al éxito profesional, sino poner especial atención pedagógica para que los estudiantes progresen y perfeccionen la habilidad de una comunicación clara, sincera y transparentemente, capaz de decodificar los mensajes orales, gestuales, escritos y digitales de manera correcta y con pensamiento crítico, con interpretación emocionalmente positiva, que le permita la resolución de problemas, y evitar la pasividad, la indiferencia, la ansiedad o la agresividad en situaciones sociales difíciles o novedosas.
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Por eso, los padres de familia y profesores deberíamos prepararnos o estar preparados para acompañar adecuadamente el fortalecimiento de esas habilidades sociales de nuestros niños y jóvenes, que les permitan consolidar los vínculos de la amistad, el relacionarse con otras personas de forma adecuada, el saber expresar sus sentimientos, opiniones, deseos o necesidades en diferentes contextos o situaciones, sin experimentar tensión, ansiedad u otras emociones negativas. Estas habilidades facilitarán las relaciones que “al igual que todas las cosas de la naturaleza, tienen sus propias reglas. Podría ser de otra forma, pero es así como funcionan y es importante tener en mente esas reglas si queremos construir relaciones positivas y duraderas”. (Álvaro Bilbao).
Durante la vida escolar, con la participación de los padres de familia y los profesores, se necesita que nuestros niños y jóvenes conozcan, valoren, practiquen y perfeccionen, -teniendo buenos referentes-, las habilidades sociales básicas como el escuchar -no es lo mismo que oír-, saber generar una correcta conversación o diálogo, saber formular una pregunta, saber dar las gracias, saber presentarse o presentar a otros, y pactar un encuentro o evento, que son básicas para adquirir las habilidades sociales complejas como la empatía e Inteligencia Emocional, para el saber defenderse con respeto; hablar de sus necesidades, comunicar y escuchar y cuidar también los derechos ajenos (Asertividad); el saber definir un problema; negociar y evaluar soluciones, pedir apoyo, ayuda y consejo; saber argumentar, conectar y llegar a un entendimiento con los demás y estar seguro de las propias decisiones y creencias. Y saber que él y el otro necesitan cuidar, proteger y conservar la Naturaleza, su medio ambiente.
Es importante recordar que para que los niños y jóvenes puedan desarrollar estas habilidades, asimilar estos conceptos y desarrollar una debida conciencia ecológica, se requiere que puedan vivirlos a través de experiencias significativas y cotidianas, en el hogar, la escuela y la sociedad, y en cuya adquisición, los padres juegan un rol fundamental en su desarrollo pues la primera instancia y los primeros referentes que enseñan a “ser” y a “comportarnos”; sin dejar de lado la importancia que tiene el entorno social que también modela los comportamientos sociales adecuados y el respeto a la naturaleza. Cf ¿QUÉ SON LAS HABILIDADES SOCIALES?
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Para Dan Gilbert, psicólogo estadounidense, profesor de la Universidad de Harvard (USA), opina que “pasar tiempo de calidad con la familia y los amigos es el único camino hacia la felicidad. Hacerlo supone relacionarse de manera emocional y social con otra gente, y eso repercute de manera directa en la salud mental. También aporta las competencias necesarias a la hora de enfrentarse al día a día”. Pero también, en el ámbito escolar, los niños y jóvenes aprenden a desarrollarse como seres humanos libres y competentes. “Es en este espacio donde se puede fomentar el respeto a uno mismo y a las personas con las que pasamos tiempo, convivimos y nos relacionamos”, opina la psicóloga Isabel García.
Es en la etapa de la educación inicial en la que ordinariamente se establecen relaciones de amistad a través del juego, participando en ellos “los pequeños comienzan a establecer relaciones con sus semejantes, con el mundo, consigo mismos… Cuando son menores, por lo general, están más inmersos en sí mismos, aunque interaccionen con otros niños, pero a partir de los 4 o 5 años comienzan a hacerlo de manera diferente, y surgen las primeras uniones”.
Con las amistades infantiles, se ponen en práctica las primeras habilidades sociales, por medio del juego, que “implica comunicarse, cooperar y resolver problemas. Los niños aprenden a controlar sus emociones y a tener en cuenta las de los otros. Estas actividades también los preparan para negociar y enfrentarse a situaciones diversas”. “El juego les enseña a respetar los turnos, a trabajar en equipo y a ser tolerantes”, a regirse por las reglas de los niños y no de los adultos, para que los menores asuman riesgos y desafíos. “Normalmente, pensamos que son tonterías, pero para este tipo de desencuentros son un problema. Y eso se percibe en el aula; si están pensando en la pelea que han tenido, estarán preocupados y no podrán concentrarse”, resuelve Carter. La clave está en otorgarles la oportunidad de contar cómo se sienten en todo momento. “El mensaje que tenemos que hacerles llegar es que siempre tenemos en cuenta su punto de vista”, considera la psicóloga. Y que consideramos sus amistades como un asunto de vital importancia.
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Los educadores debemos permitir que el estudiante gestione sus vínculos personales, pues es durante la infancia y la adolescencia que estas relaciones “son una necesidad para su desarrollo psicosocial y educativo, donde se generan lazos de reciprocidad de diferente índole según su etapa evolutiva”. Hay que cambiar el chip y empezar a pensar en el niño como un ser humano pleno. “El adulto ha de considerar sus emociones, pensamientos y sueños para que pueda construir y fortalecer su personalidad y adquirir autonomía en la toma de decisiones”. Sin embargo, siempre será muy útil la presencia del educador (padres de familia y profesores) para proporcionar apoyo, orientación y base educativa. Tanto bien hace prevenir el acoso escolar, si estamos -como educadores- cercanos al desarrollo de las habilidades sociales de nuestros niños y jóvenes.
Tratemos que nuestras aulas y espacios escolares sean lugares en donde los menores se sientan protegidos y en el que se ponga en práctica el respeto entre iguales. “Los niños se sienten seguros social y emocionalmente si tienen amigos”, asegura Carter. Rodríguez va más allá: “La incorporación de la educación emocional en el aula es o tendría que ser imprescindible para trabajar las emociones, los sentimientos negativos y los positivos, así como para comprender los estados de ánimo y desarrollar la empatía”. Los conflictos son inherentes en el ser humano, por lo que los estudiantes han de aprender a gestionarlos. “¿Qué tal una asignatura donde se les invite a debatir entre ellos los problemas que han tenido durante la semana?”
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Diversos estudios opinan que los afectos que se generan con el buen manejo de las habilidades sociales durante el tiempo que están los niños en la escuela, son fuertes y persistentes a lo largo del tiempo. Además, suponen un gran apoyo a la hora de enfrentarse a los retos académicos y el trabajo en equipo. Isabel García lo desarrolla: “Los mayores problemas de rendimiento los generan los problemas emocionales. Si el niño está mal, no tendrá capacidad para concentrarse, ni motivarse, y mucho menos integrar la información que de otra forma quizá incluso le interesaría”. El cerebro del niño necesita abundante amistad.
Algunos textos (entre comillas) han sido tomados de los enlaces de referencia, mientras que los demás han sido tomados, por motivos únicamente educativos y de formación permanente de la publicación ¿DEBERÍAMOS ENSEÑAR AMISTAD EN LAS ESCUELAS? APRENDER A HACER LAS PACES, TAN IMPORTANTE COMO LA TABLA DEL 3
Creemos que podemos llegar al consenso que el tema de las habilidades sociales, entendidas como el llevarse bien con los otros, de manera sana y positiva, contribuirá para conseguir unas relaciones óptimas y satisfactorias con los demás, y juntos comprometernos a cuidar nuestro planeta y garantizar un legado de supervivencia en paz y con un desarrollo sostenible, para las futuras generaciones. Ojalá tengan la oportunidad para socializar en sus comunidades educativas estas las opiniones y sugerencias, y se enriquezca nuestro conocimiento y compromiso educativo respecto a las habilidades sociales, básicas y complejas, la importancia del juego y la amistad, y el compromiso de cuidar nuestra Casa Común.
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF