Los grupos de mensajería de WhatsApp entre padres y madres se han integrado con fuerza a la vida escolar. Lo que en un inicio parecía una solución práctica para mejorar la comunicación entre las familias y coordinar asuntos escolares, se ha transformado —en muchos casos— en un foco de conflicto, especialmente para los docentes.
Un nuevo “patio de vecinos” digital
Lo que antes eran comentarios ocasionales en la puerta del colegio, ahora se ha convertido en una conversación constante y sin filtros. A través de los grupos de WhatsApp, algunos padres y madres opinan sobre todo: tareas, métodos de enseñanza, sanciones, incluso decisiones pedagógicas. A veces con buena intención; otras, no tanto.
El portal El Mundo (España) publicó un artículo de Noe de la Torre titulado “Grupos de padres en WhatsApp, nuevo conflicto con los profesores”, en el que se da cuenta de cómo estas plataformas digitales pueden convertirse en espacios donde se gestan campañas de desprestigio que afectan el honor y la integridad profesional de los docentes.
Según datos del sindicato ANPE (Asociación Nacional de Profesorado Estatal), ha aumentado el número de denuncias de profesores por la rápida difusión de acusaciones infundadas en estos grupos. Lo que empieza como una queja puede, en minutos, convertirse en un rumor colectivo, y en algunos casos, terminar en denuncias formales ante directivos, supervisores o incluso autoridades judiciales.
Cuando la crítica se vuelve acoso
Toñi Quiñones, experta en tecnologías aplicadas a la educación, señala un punto delicado: hay padres que utilizan el grupo como una forma de presión social contra un docente, exponiendo su desacuerdo con alguna acción educativa, buscando adhesión de otros apoderados y generando una ola de críticas sin contexto ni fundamento.
“Conversaciones que se van de las manos”, como las describe Quiñones, pueden llegar a instancias graves, incluso afectar la salud emocional del docente implicado. Lo más preocupante es que todo ocurre sin mediación institucional y muchas veces sin derecho a réplica.
Albert Gimeno, director de la ONG Padres 2.0, especializada en protección infantil en internet, lo resume con claridad: cualquier mensaje ofensivo contra un profesor puede ser capturado y usado como prueba ante la justicia. “Piensa antes de compartir”, es su lema, recordando que hay límites legales que protegen el honor de las personas.

No es la herramienta, es el uso que se le da
Tanto Gimeno como Quiñones coinciden en un punto esencial: el problema no es WhatsApp, sino el uso inadecuado que algunos hacen de él. La crítica o la duda son legítimas, pero deben canalizarse de manera directa, respetuosa y privada. Resolver diferencias cara a cara sigue siendo la mejor opción.
Además, ambos expertos recuerdan un punto clave: los niños observan e imitan. Un grupo de WhatsApp conflictivo entre apoderados puede reflejarse en el comportamiento de los alumnos en el aula, provocando tensión hacia el docente o entre compañeros.
Ventajas que no hay que perder de vista
Pese a los riesgos, los grupos de WhatsApp también pueden ser una herramienta útil si se usan con responsabilidad. Algunas de sus ventajas reales son:
- Facilitan la coordinación rápida para tareas, actividades o eventos escolares.
- Permiten comunicar avisos urgentes o recordatorios de forma directa.
- Fomentan el apoyo entre familias, especialmente en casos de enfermedad o imprevistos.
- Sirven para promover acuerdos comunes, como normas de uso del celular, alimentación saludable o seguridad escolar.
Riesgos que deben regularse
Pero estas ventajas se diluyen cuando el grupo se usa sin límites. Algunas desventajas frecuentes que los docentes rechazan abiertamente incluyen:
- Mensajes a cualquier hora, incluso en la noche, feriados o vacaciones.
- Difusión de rumores, que se expanden sin posibilidad de verificar su veracidad.
- Presión colectiva sobre decisiones pedagógicas, que terminan afectando la autonomía profesional del docente.
- Falta de respeto o acusaciones públicas, que vulneran la dignidad y los derechos del educador.
- Confusión sobre el rol del grupo, que termina siendo un espacio de quejas más que de colaboración.
¿Qué hacer para evitar conflictos?
Los especialistas recomiendan tomar medidas claras:
- Establecer normas de uso desde el inicio del año escolar: horarios, temas permitidos y tono de conversación.
- Nombrar administradores responsables, que puedan intervenir en caso de conflictos o eliminar a quienes incumplen las reglas.
- Derivar los temas sensibles a canales formales, como entrevistas personales o reuniones con el equipo directivo.
- Promover la corresponsabilidad, entendiendo que padres y docentes deben actuar como aliados, no como adversarios.
Conclusión
Los grupos de WhatsApp no son un enemigo, pero sí pueden convertirse en una trampa cuando se usan sin respeto, sin reglas y sin conciencia del impacto que pueden tener. La escuela debe seguir siendo un espacio de diálogo constructivo, donde cada actor —familia, docente, directivo— sepa cuál es su rol y actúe con responsabilidad.
Usar bien la tecnología es parte de educar. Y educar también significa saber comunicarse con respeto, dentro y fuera de la pantalla.
EsRedacción | Web del Maestro CMF