Maestros al servicio de la educación

Estos eran los requisitos para ser maestra en 1923: ¿Aceptaría usted este desafío?

La enseñanza ha recorrido un largo camino desde 1923, cuando las maestras firmaban contratos que hoy parecen más un compendio de restricciones que un acuerdo laboral. Estas normas, dirigidas principalmente a controlar la vida personal y profesional de las docentes, evidencian una época donde la educación estaba marcada por estrictas reglas morales y sociales, más que por la pedagogía o el bienestar del maestro.

Hoy, al analizar este documento histórico, podemos reflexionar sobre los avances en el respeto y la valoración de los docentes, aunque también nos cuestionamos los retos que aún enfrentamos.

El contrato de 1923: un reflejo de los tiempos

Para entender mejor este contexto, consideremos un ejemplo de contrato docente de 1923. Este documento establece las condiciones laborales y personales a las que debía adherirse una maestra:

Contrato de 1923 para profesoras realizado por los Consejos de Educación

Este es un acuerdo entre la señorita ______, maestra, y el Consejo de Educación de la Escuela ______, por el cual la señorita acuerda impartir clases durante un período de ocho meses a partir del ___ de septiembre de 1923. El Consejo de Educación acuerda pagar a la señorita la cantidad de ___ mensuales.

La señorita acuerda:

    1. No casarse. Este contrato queda automáticamente anulado y sin efecto si la maestra se casa.
    2. No andar en compañía de hombres.
    3. Estar en su casa entre las 6:00 de la tarde y las 6:00 de la mañana, a menos que esté asistiendo en función escolar.
    4. No pasearse por las heladerías del centro de la ciudad.
    5. No abandonar la ciudad bajo ningún concepto sin permiso del presidente del Consejo de Delegados.
    6. No fumar cigarrillos. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si la maestra fuma.
    7. No beber cerveza, vino o whisky. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encuentra a la maestra bebiendo cerveza, vino o whisky.
    8. No viajar en coche o automóvil con ningún hombre excepto su hermano o su padre.
    9. No vestir ropas de colores brillantes.
    10. No teñirse el pelo.
    11. Usar al menos dos enaguas.
    12. No usar vestidos que queden a más de cinco centímetros por encima de los tobillos.
    13. Mantener limpia el aula:
      a. Barrer el suelo al menos una vez al día.
      b. Fregar el suelo del aula al menos una vez por semana con agua caliente.
      c. Limpiar la pizarra al menos una vez al día.
    14. Encender el fuego a las 7:00 de la mañana de modo que la habitación esté caliente a las 9:00 de la mañana cuando lleguen los niños.
    15. No usar polvos faciales, no maquillarse ni pintarse los labios.

Publicado en el libro Mujeres forjadoras del pensamiento costarricense de la Dra. Grace Prada.

Este contrato no solo regulaba la actividad docente, sino que invadía todos los aspectos de la vida de la maestra, reflejando un modelo patriarcal que valoraba más las apariencias que la capacidad pedagógica.

Este contrato de 1923 para maestras se atribuye frecuentemente a varias regiones y países de América Latina, pero su contexto específico varía dependiendo de la fuente. En este caso, según el texto, aparece publicado en el libro «Mujeres forjadoras del pensamiento costarricense» de la Dra. Grace Prada, lo que indica que está relacionado con Costa Rica.

Sin embargo, contratos similares han existido en otros países durante la misma época, como Estados Unidos, México, Argentina y otros países de América Latina, ya que reflejan normas de género y restricciones sociales comunes para las mujeres docentes en ese período histórico.

Un pasado de restricciones

Las restricciones plasmadas en este contrato parecen absurdas desde nuestra perspectiva actual, pero en su momento reflejaban los valores y prejuicios de la sociedad. El papel del docente, especialmente de las mujeres, estaba más asociado a ser un ejemplo moral que a su competencia profesional.

Los avances: hacia la profesionalización y la equidad

Afortunadamente, la educación y la sociedad han cambiado drásticamente en los últimos cien años:

  1. Autonomía personal y profesional
    Hoy, los docentes pueden vivir sus vidas sin que su estado civil, sus hábitos o su apariencia afecten su trabajo.
  2. Condiciones laborales más justas
    Aunque queda camino por recorrer, el reconocimiento de derechos laborales ha mejorado notablemente.
  3. Tecnología y nuevas metodologías
    Las herramientas tecnológicas han transformado el aula, permitiendo nuevas formas de enseñanza.
  4. Enfoque en el bienestar docente
    La salud física y emocional de los docentes es ahora un tema prioritario en muchas instituciones.

Reflexión final

El contraste entre 1923 y la actualidad nos invita a celebrar los logros alcanzados, pero también a mantenernos vigilantes. Si bien hemos superado muchas barreras, aún enfrentamos retos en la búsqueda de mejores condiciones laborales, reconocimiento y respeto hacia el rol docente.

Recordemos que, como docentes, somos agentes de cambio, y nuestra labor no solo transforma vidas, sino también sociedades enteras. ¡Sigamos avanzando!

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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