Como decía Albert Einstein, «educar con el ejemplo no es una manera de educar, es la única». Los niños aprenden por imitación y los primeros a los que copian en sus acciones y actitudes son a los padres y a los familiares que les rodean.
Los padres, aunque no nos demos cuenta, damos ejemplo a nuestros hijos todos los días con nuestra conducta. “El ejemplo es uno de los mejores instrumentos con que cuentan los padres para ejercer la tarea profunda y compleja de educar. La ejemplaridad de las acciones tiene gran impacto en el niño, especialmente en la forma de organizar la realidad y en el acercamiento a los otros y a cuanto lo rodea”, explica el Dr. Valentín Martínez-Otero, profesor y doctor en Psicología y en Pedagogía.
Si nuestros hijos notan que mentimos a menudo o que somos poco solidarios, seguirán nuestro ejemplo. Aunque les hagamos recomendaciones verbales contrarias, ellos se fijarán en nuestro comportamiento. Tenemos que darles ejemplo con nuestras acciones y comportamiento más que con nuestras palabras y discursos.
¿Por qué es tan importante educar con el ejemplo?
Los padres debemos “ser coherentes, constantes, tener criterio, dar buen ejemplo. Educar en la libertad, en la responsabilidad y en la autonomía, marcando normas y límites”, señala el psicólogo Javier Urra en su Decálogo para educar de manera coherente y emocionalmente inteligente. Dar buen ejemplo es decisivo para la educación de nuestros hijos. Si queremos que sean felices, solidarios o sinceros, tenemos que serlo nosotros también.
Los padres tendemos a tener cuidado con lo que les decimos a nuestros hijos, pero no con lo que hacemos. Si cuando nos adelanta un coche en la carretera insultamos a los demás conductores o en un partido de fútbol infantil nos comportamos de forma inadecuada con otros padres, no estamos dando buen ejemplo. Aunque luego se lo intentemos explicar a nuestros hijos, siempre perdurará nuestro comportamiento negativo sobre nuestras palabras.
Ideas para dar ejemplo
Una buena actividad para darnos cuenta de lo que estamos haciendo mal, es apuntar en una libreta aquellos comportamientos que pensamos que no deberíamos volver a repetir delante de nuestros hijos. Si los anotamos todas las semanas e intentamos no repetirlos, los iremos incorporando en nuestra vida diaria como una rutina.
Los padres podemos dar ejemplo de nuestro comportamiento a nuestros hijos en situaciones muy diversas. Por ejemplo, en la actitud con la que nos comportamos con nuestros familiares y amigos. Si somos amables y cordiales, con los abuelos, ellos siempre lo serán. También en la manera de mantener el orden y cuidado de nuestro hogar. Nuestro hijo cuando será mayor seguro que intentará mantener su casa en orden.
Además, podemos enseñarle con nuestro ejemplo hábitos como la higiene, la postura o la forma de hablar. Si nuestros hijos nos ven lavarnos los dientes después de las comidas, verán normal hacerlo todos los días. Si nos oyen decir palabrotas entenderán que estas palabras también se pueden utilizar sin resultar groseros.
Los niños también se fijan en el modo en la que los padres respondemos en situaciones de crisis. En esos momentos les mostramos una manera de afrontar los problemas que les puede influir cuando sean adultos. Los niños aprenden de la manera en la que los padres afrontan la vida, ya sea positiva o negativa. Actitudes como la disciplina, el respeto y la sinceridad son incorporadas a las acciones de los niños si ven que sus padres las mantienen con las personas que les rodean. Si valoran de manera positiva vuestras actitudes, las aplicarán como algo natural a su vida diaria en el colegio, los amigos o la familia.
Nuestro consejo es que tratéis siempre de transmitir a vuestros hijos valores a través del ejemplo. Seguro que los aplicarán en su infancia y cuando sean adultos. ¡No lo dudéis!
Este contenido ha sido publicado originalmente por Sapos y princesas en la siguiente dirección: saposyprincesas.elmundo.es