Hagamos que toda persona acceda a la educación. La educación es un derecho fundamental, declarado en el artículo 26 de La Declaración Universal de los Derechos Humanos. Abre lumbreras hacia una vida plena de oportunidades para nuestro desarrollo integral, creando equidad y convivencia solidaria en un cosmos sostenible y pacífico.
Pero, una desigualdad de oportunidades ensombrece a un mundo cada vez más digital. Esta sociedad altamente informada y emprendedora apela a la educación de calidad, para desafiar los problemas universales alertados en los informes mundiales: absurdas guerras, desigualdad, pobreza, conflictos religiosos, corrupción, escasez de alimentos, pobre educación, calentamiento global, inseguridad, discriminación e injusticia.
Para hacer frente a estos flagelos y en honor a los 260 millones de niñas y niños que no asistieron a la escuela el 2019 debido a conflictos, según La Organización de la Naciones Unidas, conmemoremos este 1 de abril, Día Mundial de la Educación pactada entre la ONU y UNESCO, comprometiéndonos a batallar toda la humanidad por una vida mejor.
Curiosamente esta festividad, armoniza con Semana Santa, recordando la inmolación del más grande ser humano que existió en la historia, Cristo, el extraordinario maestro que practicó la pedagogía del amor como único camino de paz, libertad y solidaridad, legándonos, este principio pedagógico, “ama a tu prójimo como a ti mismo”.
En esta línea, a pesar de una masiva escolarización universal, estamos lejos de educar a toda la humanidad. Según el Banco Mundial, al finalizar la educación primaria, el 50% de estudiantes de países subdesarrollados, no pueden leer y comprender textos breves, significando una alarma mundial, empujándonos a transformar nuestro sistema educativo por una de calidad global.
Coincidiendo con Amatya Sen y la Organización para la cooperación y desarrollo económico (OCDE), esta educación de calidad es la única herramienta, capaz de ponerse en práctica y ser perfeccionada en el mundo, para reducir la desigualdad y generar integración global, aprovechando los conocimientos que hoy poseemos.
Una educación de calidad como postulan los expertos, conociendo la deficiencia de los gobiernos, ha de ser parte de una política mundial, liderada por la Unesco en estrecha coordinación con los ministerios o secretarios de educación de cada país y los municipios, quienes trabajarán directamente con las escuelas, para lograr los objetivos del desarrollo sostenible al 2030.
Entonces, surgen interrogantes, ¿Cómo financiamos? ¿Acaso los gobernantes y los funcionarios son capaces de manejar el dinero con transparencia? Penosamente está comprobado que son incompetentes en países en desarrollo. A pesar de ello, cada país está en la obligación moral de dedicarle entre 10 a 15% del PBI a la educación.
Esta educación que no está beneficiando a todos, trabaja con el más grande tesoro de la humanidad, las niñas y niños del planeta, para quienes la educación de calidad ha de ser obligatoria, siendo nuestra responsabilidad, transmitir cultura y valores esenciales para transformas vidas que trascienda a las generaciones futuras.
Para lograr esta metamorfosis, los gobiernos de cada país, uniéndose a la Unesco, deben desarrollar políticas educativas descentralizadas, priorizando la herramienta más hermosa que ha creado la humanidad, la educación, sembrando más bibliotecas que bares, como lo hace Finlandia.
En este camino, la familia es pieza clave para educar, practicando equidad con los deberes del hogar y creando bibliotecas físicas o digitales, como hacen algunos países nórdicos, educando a las niñas y niños digitales con corazones solidarios.
Las organizaciones privadas y públicas, lideradas por las escuelas han de realizar el máximo esfuerzo para democratizar la cultura de aprender siempre, dotándolos de un elevado patrimonio moral, capaz de solucionar problemas y ayudar al prójimo como dice Fethulla Gülen.
Asimismo, una poderosa aliada de la educación, son los medios de comunicación como la televisión y la internet. Deben jugarse por la educación, siguiendo patrones legales universales del bien común, para lograr una sociedad con respeto hacia los demás, asegurando nuestra supervivencia como sociedad más resiliente.
Finalmente, la educación debe importarnos, porque es el único camino que nos conducirá hacia una vida solidaria, transformando vidas que el mundo exige para nuestra sobrevivencia como especie. La educación es tarea de todas y todos y cada 1 de abril renovemos nuestra fe en la humanidad a través de una educación capaz de ser perfeccionada.
- El Derecho a la educación. https://es.unesco.org/
- La educación es clave para una sociedad resiliente. https://www.oecd.org/
- Millones de niños no acceden a las escuelas en regiones en conflicto. https://www.hrw.org/es/
© David Auris Villegas. Escritor, columnista y pedagogo peruano. Teórico de la educación para el desarrollo sostenible.
Autor: David Auris Villegas (Perú, 1975) Escritor, pedagogo, editor, columnista, profesor universitario y teórico de la pedagogía ética, educación ciudadana, cultura de paz. Experiencia laboral: Licenciado en educación por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y máster en educación por la Universidad de la Habana. Ha sido profesor capacitador en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y profesor de posgrado en varias universidades peruanas. Ha publicado: “Cuentos de medianoche”, “Mañana al despertar piensa en mí”, “Estrategias didácticas de comprensión lectora para la vida”, “Cómo redactar artículos científicos” y “Minicuentos para soñar”. Antologado en: A Orillas del río Ichu y en, Palabras sin fronteras, fronteras sin palabras, y ha aparecido en las revistas: La Tortuga Ecuestre, Némesis y Entre paréntesis. Publica sus artículos pedagógicos cada semana en varios portales del mundo. Correo electrónico: [email protected] Cuenta de Facebook: david.aurisvillegas.77 |
.