Estimados docentes: La pandemia, por segundo año consecutivo, nos propone un nuevo nivel de reflexión en estas Navidades. A la usual dicotomía entre el espíritu religioso asociado a su original sentido -el nacimiento de Jesucristo- y el salvaje consumismo que se impulsa desde la publicidad -regalos, cenas, adornos, etc.-, tenemos ahora la salud mental de poblaciones enteras que están lidiando con sentimientos de temor, tristeza y depresión por la pérdida de más de un miembro de la familia en los últimos dos años a causa de la enfermedad que aun está amenazándonos.
¿Por qué está el mundo atravesando estas dificultades? Entre las teorías conspirativas que centran su atención en los intereses que tendrían las grandes farmacéuticas en el desarrollo de medicamentos con ventas globales y quienes asumen que este virus es una especie de castigo divino a la humanidad, quizás pueda elaborarse una serie de temas para la búsqueda de una reflexión que nos ayude, a partir de nuestra propia experiencia con el COVID-19 en cada uno de nuestros países, a entender mejor esta situación y mirar al futuro con esperanza pero también con responsabilidad.
Cuestiones como el calentamiento global, la depredación descontrolada de los recursos naturales, la industrialización masiva de contaminantes (plástico, carbón), la indetenible explosión demográfica, las diferencias sociales, la alimentación cargada de azúcares, sales y grasas, ¿podrían estar entre las causas de la pandemia? Por otro lado, la preponderancia de la tecnología y la cultura del entretenimiento, con sus extremos más nocivos (hipersexualización de niños, niñas y adolescentes, estímulo al deseo por el lujo y las cosas materiales, bullying y acos de todo tipo) también nos debería hacer pensar en que quizás ha llegado el momento de cambiar como sociedades para tener una vida mejor en el futuro.
Que estas Navidades sirvan para esa clase de reflexiones, para cuidar nuestra salud y la de nuestras familias. Y también para reconocer aquellas tareas que, desde la educación, podemos desarrollar para avanzar en ese camino de recuperación de nuestra vida en común.
Lectura recomendada: NAVIDAD: DE LA TRADICIÓN AL CONSUMISMO
El dato
- El psicólogo del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid José González, especialista en duelo y autor del libro Crecer en la pérdida (RBA, 2020), destaca que las Navidades “son fechas en las que el sentimiento de pérdida se une al de ausencia”.
- Los ancianos van a ser, en opinión de este experto, los que más van a acusar la sensación de quedarse solos, ya que en muchos casos no van a poder pasar las Navidades junto a su familia. “Es la puntilla después de 8 meses de aislamiento, sin ver a los nietos, sin salir apenas de casa…”. El psicólogo plantea la siguiente advertencia: “Estamos insistiendo mucho en la valoración de los riesgos sanitarios frente a los riesgos de salud mental”.
- Los psicólogos apuestan por aprovechar la tecnología para aliviar el sentimiento de soledad. “Estar aislado no es lo mismo que sentirse solo; quizás esta es una de las claves”, apunta González. “Podemos intensificar la comunicación por Zoom, Skype, audios, vídeos, cartas, llamadas y mensajes para que nuestro mayor no se encuentre solo sin ponerle en peligro”.
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 Este artículo ha sido publicado en el blog Baúl del Docente, portal de recursos educativos de la Derrama Magisterial del Perú, y lo puede encontrar en este enlace: BLOG BAÚL DEL DOCENTE. Y este es el enlace del Profesor Jorge Luis Tineo Rendon: [email protected]. |
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