“Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo” (Juan 17:3)
Los componentes básicos de la Educación y la Pedagogía deben estar siempre en consonancia con las Leyes de Dios, fundando los cimientos de una estructura mental que proporcione el éxito y la felicidad en la persona que las aprenda y las aplique en su vida cotidiana.
En este artículo se muestran el dinamismo y acción eficaz de Jesús, como rasgos muy especiales que lo convierten en un protagonista muy propicio para esta época de Globalización, Tratados de Libre Comercio, empresarios, ejecutivos, y hombres y mujeres de negocio. La empresa de salvación que lo trajo a la tierra no sólo fue preparada minuciosamente, con lujo de detalles, con mucha prudencia, inteligencia y anticipación, y sobre todo en consulta con su Padre, sino que la cumplió de una manera plena, vigorosa, enérgica y eficaz hasta sus últimas consecuencias, así como nosotros debemos cumplir con nuestras metas, propósitos, aspiraciones y sueños. En ese sentido, este artículo es una alternativa de solución a los males de un mundo caracterizado por la ambición, el narcisismo, odios de todo tipo, enfermedades incurables, la división, la discriminación racial y sexual, la miseria, las guerras, el hambre, el desempleo, las persecuciones, la explotación, las injusticias, las desesperanzas y el temor al fracaso, lo cual, a nuestro juicio, son consecuencias de un sistema en decadencia, un proceso y una institución educativa que han colapsado porque proporcionan un aprendizaje que ya no es válido para el tercer milenio.
En este artículo se plantea una nueva teoría acerca del aprendizaje humano, la “Teoría del Aprendizaje Divino”[1] (TADI), basada en las cualidades, atributos, características, particularidades del Aprendizaje Divino que, integradas en un sistema, constituyen las principales categorías y configuraciones de la TADI y se convierten en componentes del Decálogo Axiopedagógico que he llamado “Decálogo del Aprendizaje Divino”[2] (DADI). Ahora bien, cuando se plantea una nueva teoría, a veces resulta útil indicar los enfoques a los cuales se opone de manera más radical y contundente. En este caso, sólo la Fe es un categórico y contundente argumento de oposición a otras teorías, no obstante, haré alusión a algunas sin mencionarlas para no herir susceptibilidades y no crear una discusión estéril que no nos conduciría realmente a nada significativo. Lo más importante es creer, aunque no vea.
En mi crítica no voy a mencionar a ningún autor en particular, porque creo que ahora eso no es lo más importante, ni voy a hacer alusión a ninguna teoría específica ni a ningún modelo pedagógico.
Sólo siento y quiero decir que no es justo, objetivo, ni razonable, que se considere al ser humano como un animal superior y se reduzca groseramente su divinidad a una similitud lineal entre el mundo humano y el mundo animal. Y peor aún, que se generalicen resultados obtenidos en experimentos con animales y se extrapolen al contexto humano.
La humanidad disfruta de una relación especial con Dios todopoderoso, nuestro Señor, único Creador de todo el Universo, debido precisamente a que fuimos creados a su imagen y semejanza, y por ello hay un gran abismo de separación entre los seres humanos y los animales o el resto de seres vivos creados por Dios.
Los seres humanos no somos simples animales de dos pies con capacidades, inteligencias y un cerebro altamente desarrollado. Por el contrario, somos personas creadas a imagen y semejanza de Dios, y por consiguiente, tenemos libre acceso a él, participamos y disfrutamos de los beneficios del ambiente, el entorno y la naturaleza divina.
El amor y el intelecto son rasgos humanos universales porque son parte de las exclusividades de Dios. La singularidad y particularidad humana se argumenta a partir del hecho de que Dios apartó al hombre del resto de seres vivos y no vivos de toda la creación, con el fin de ser la única criatura entre los habitantes de la tierra que fuera responsable de sus actos y respondiera por ellos (Génesis 1:28).
El ser humano tuvo la sagrada función de ser administrador de la creación de Dios. Sólo el ser humano actúa como vicegerente de Dios sobre la tierra. Él es nuestro jefe mayor, el Gerente de todo cuanto habita en el Universo, precisamente por ser su creador, único y eterno dueño de todos nosotros. Además, Dios también nos dotó (a los hombres y a las mujeres) con la preciosa y necesaria habilidad de vivir la maravillosa vida intrínseca de la mente a través del pensamiento interno (cognición), la verbalización externa (expresión) y la manifestación de nuestras emociones, sentimientos, y amor (afectividad) por el prójimo, y nos dio la capacidad de dejar huellas positivas de amor en nuestros semejantes, así como trascender nuestro mundo y el de nuestro propio ser mediante la conciencia.
Según la Biblia, los seres humanos fuimos creados con la habilidad de comunicarnos (competencias comunicativas) y desarrollar relaciones personales (inteligencia interpersonal) con Dios, nuestro creador.
La imagen y semejanza de Dios ocupa, está presente y se extiende a todos los aspectos del individuo. Los seres humanos fuimos creados a imagen de Dios, mental, espiritual y físicamente.
En las escrituras se acepta y se respalda la consideración de varias dimensiones humanas, varias configuraciones del ser humano como partícipes y contendoras de la imagen de Dios. Luego entonces, si Dios es Amor, ¿Qué somos nosotros los seres humanos?, la respuesta es obvia y lógica: Amor. En la creación, los seres humanos fuimos dotados de amor, bondad, confianza, racionalidad y justicia. Sin embargo, en la actualidad los jóvenes ya no son tan amorosos, bondadosos, responsables, laboriosos, estudiosos, racionales, amables, solidarios, disciplinados, ni justos. Tanto la sociedad humana en general como las relaciones personales individuales están plagadas de violencia, alienación, irracionalidad, ingratitud, atraco, enajenación, brutalidad y egoísmo.
La humanidad ha cambiado, lo podemos observar en nuestra cotidianidad, y este cambio es la consecuencia de su rechazo a Dios y haber elegido su propio camino. Como resultado, las personas se alienaron de Dios (Génesis 3:8-10), (2:17; 3:19). No obstante, aunque la imagen se ha fracturado y distorsionado gravemente, no ha sido destruida (Génesis 9:6; 1 Corintios 11:7; Jonás 3:9).
Aunque la imagen se ha quebrantado y desfigurado enormemente, no ha sido destruida totalmente, aún no ha sido pulverizada del todo, aún existen en la humanidad cenizas de la imagen después de la caída, algunos fragmentos de estrellas divinas aún iluminan nuestro horizonte en medio de la sociedad putrefacta y menguada. Por lo tanto, aunque las personas están torcidas y perdidas como resultado de la caída, aún somos seres humanos.
Estos criterios, preceptos y fundamentos basados en la Fe cristiana nos llevan a plantear algunos (no todos) postulados de la Teoría del Aprendizaje Divino (TADI).
Principales postulados de la teoría del aprendizaje divino (TADI)
- El estudiante es el ángel de la educación. Imagen divina del estudiante.
- Los sujetos del proceso de enseñanza–aprendizaje son Jesús, los estudiantes y el maestro.
- El maestro es un reconciliador en restaurar la imagen de Dios en los estudiantes.
- La educación es un proceso divino de redención. La finalidad de la educación es redimir.
- La educación es una relación entre sujetos divinos: Dios, el maestro y el estudiante.
- Existe una estrecha relación entre la Fe y el Aprendizaje.
- La divinidad interviene en el proceso de enseñanza–aprendizaje. El aprendizaje es un acto de intervención divina.
- Para que se revele el aprendizaje divino[3] debe haber una interconexión (mente, corazón y espíritu) entre el maestro, Dios y el estudiante (conexión trialógica, holística y configuracional)
- Dios no sólo dota al ser humano de las capacidades intelectuales (cerebro humano) para aprender y aprehender sino que interviene divinamente en el propio proceso de aprendizaje de los niños (as).
- Dios desempeña un papel significativo en el desarrollo armónico e integral de la personalidad de los niños (as).
Para aplicar esta teoría es preciso responder la pregunta ¿Qué es el estudiante?, analizar su naturaleza humana y su rol en el proceso de aprendizaje y justificar la imagen divina del estudiante como ángel de la educación. Igualmente analizar la pregunta ¿Qué es el maestro?, describir su rol en el proceso de enseñanza y caracterizarlo como un agente de paz, amor y reconciliación. Es esencial declarar las competencias pedagógicas que debe desarrollar el maestro del siglo XXI. Urge presentar y defender a Jesús como único y eterno modelo de maestro[4] y líder formativo, describiendo las cualidades de un verdadero maestro. Y finalmente exponer el verdadero rol de la familia, la escuela y la iglesia en la educación redentora.
Existe una estrecha relación entre Dios y el proceso formativo. La finalidad de la educación basada en Cristo Jesús[5], es configurar una Pedagogía redentora, reconciliadora y pacificadora: La Pedagogía del Amor. Hago un símil didáctico entre el proceso de enseñanza y el Ministerio, conceptualizo y caracterizo la Enseñanza Cristiana y el Aprendizaje Divino, como sustento de la educación de los valores en la escuela. Este es un imperativo impostergable.
¿Existe alguna relación entre Dios y el desarrollo de competencias? Por supuesto. Existen dos potenciales competencias afectivas y espirituales de Jesús: el Amor y la Felicidad. Pero Jesús también desarrolla competencias comunicativas y laborales. La paz y la armonía de Jesús son también capacidades de emprendimiento.
En la actualidad es preciso hacer algunas consideraciones curriculares acerca del currículo de Dios y justificar “La Biblia” como el principal recurso didáctico y como una herramienta curricular.
La relación entre Dios y la Didáctica se caracteriza a través del desempeño pedagógico de Jesús[6] y su modo de actuación humano y profesional. Es necesario configurar el modelo de clase redentora, reconciliadora y pacificadora a partir de las enseñanzas de nuestro Maestro Jesús, y describir desde el punto de vista metodológico las principales estrategias de enseñanza–aprendizaje empleadas por Jesús.
Reconozco que el presente artículo no trata en forma exhaustiva el tema de Dios y la Educación, faltan muchos elementos importantes que aún estamos investigando y que hemos reservado para un segundo artículo que próximamente estará en tus manos. El artículo tampoco pretende ser una explicación detallada de la educación, la pedagogía, la didáctica, el currículo y las estrategias metodológicas, para que los maestros las pongan en práctica de manera dogmática.
El propósito de este artículo es analizar, explorar, examinar y reconocer algunos de los fundamentos y postulados básicos de una educación redentora, pacificadora y reconciliadora, basada en el aprendizaje divino, que surgen de las creencias y de la Fe de la existencia de Dios, nuestro Señor, todopoderoso, porque estoy convencido de que no se mueve una hoja de un árbol sin la voluntad de Dios. Por eso afirmo que el ritmo y nivel de aprendizaje también depende de la voluntad de Dios. El señor con su intervención divina influye en el aprendizaje. De ahí la Teoría del Aprendizaje Divino. De cualquier manera, aún es necesario continuar reflexionando, integrando ideas, sistematizando y configurando elementos divinos. No obstante, estos postulados sirven de guía para la acción pedagógica dentro de un contexto educativo particular.
Maestro, padre de familia, joven: si este artículo te hace reflexionar sobre el carácter divino de la educación, entonces cumplí mi objetivo y el objetivo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
[1] Teoría del Aprendizaje Divino (TADI): Esta nueva concepción teórica acerca del aprendizaje humano se basa, desde el punto de vista gnoseológico, en la verdad revelada en la “Santa Biblia”, y desde el punto de vista filosófico en la perspectiva cristiana de la educación esbozada por George R. Night en su interesante obra FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN (Asociación Publicadora Interamericana, Miami; 2002), de la cual hemos tomado algunas ideas para sustentar mis posiciones. Gracias por sus insustituibles e insuperables aportes.
[2] Decálogo del Aprendizaje Divino (DADI): Sistema de cualidades, atributos, particularidades o características de este tipo específico de aprendizaje basado en la intervención divina.
[3] El Aprendizaje Divino es Amoroso, Cristiano, Redentor, Reconciliador, Pacificador, Armonioso, Evangelizador, Restaurador, Santificador y Sanador.
[4] La concepción de Jesús como modelo de maestro está sustentada en los aportes de Luciano Jaramillo en su magnífica obra UN TAL JESÚS (Editorial Vida, Miami; 1998). Aquí tenemos unos valiosos aportes.
[5] Para definir la finalidad de la educación basada en Cristo Jesús ha sido importante el estudio de la magistral obra UNA VIDA CON PROPÓSITO. ¿Para qué estoy aquí en la tierra? (Editorial Vida, Miami; 2003)
[6] La descripción metodológica de los métodos de enseñanza utilizados por Jesús está sustentada en los aportes de Luciano Jaramillo en su magnífica obra UN TAL JESÚS (Editorial Vida, Miami; 1998). De esta maravillosa obra utilizamos algunos aportes para sustentar nuestra teoría.
NOTA DE REDACCIÓN: la Web del Maestro CMF no ha modificado las opiniones expresadas por el autor, no (necesariamente) coincide con lo expuesto en el tema, ni se hace responsable de las opiniones emitidas.
Autor: Alexander Ortiz Ocaña, ciudadano cubano-colombiano. Universidad del Magdalena Santa Marta, Colombia Doctor en Ciencias Pedagógicas, Universidad Pedagógica de Holguín, Cuba. Doctor Honoris Causa en Iberoamérica, Consejo Iberoamericano en Honor a la Calidad Educativa (CIHCE), Lima. Perú. Magíster en Gestión Educativa en Iberoamérica, CIHCE, Lima, Perú. Magíster en Pedagogía Profesional, Universidad Pedagógica y Tecnológica de la Habana. Licenciado en Educación. Correo electrónico: [email protected] / [email protected] |
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BUENAS NOCHES, GRACIAS Y FELICIDADES POR SU EXCELENTE ARTICULO.