A menudo podemos escuchar frases como: Yo soy amigo de mis hijos…me cuentan todo…salimos juntos…etcétera. Otros opinan que ellos, como padres, no son, ni serán amigos de sus hijos: Amigos tendrán muchos, pero padres sólo yo…los jóvenes deben reconocer que hay distancias, que hay diferencias…
A primera vista podía parecer que nos enfrentamos a dos maneras de vivir la paternidad. Diríamos que los primeros pertenecen a una paternidad más moderna, más abierta, quizás más comprensiva y a tono con la situación actual. Los segundos son los herederos de la tradición, de la paternidad autoritaria que funge más como guía que como cómplice. Y claro, a partir de estas etiquetas vienen los juicios y los lugares comunes. El tema de fondo es si se es buen padre o no. La manera de serlo puede ser tan variada como las personalidades de cada uno de los involucrados, tomando en cuenta, por supuesto, a los hijos.
La problemática si padre tradicionalista o moderno, estará en revisarnos a nosotros mismos (me refiero a los padres, y en ocasiones padres que asumen el rol de madres) que en todo esto habrán puntos básicos y elementales de la propia paternidad, tales como: Amigos habrá muchos, padre, sólo hay uno; La función paterna es un privilegio, derecho y responsabilidad irrenunciable del padre, y nadie la puede asumir exactamente como él; Más que el tipo de paternidad que se ejerza, lo importante es la calidad y la oportunidad de comunicación franca, adecuada y constructiva que se puede tener entre padre e hijos; Los hijos sin importar su edad, necesitan de un padre, y éste también es una persona que cambia, que madura y que aprende; Hay que considerar que la paternidad sea adecuada a la edad y situación de los hijos; Ser padre es una vivencia dinámica, en frecuente renovación y adaptación; Antes que padres somos esposos y la auténtica fuerza y ubicación de la paternidad, se ejerce y se vive desde la unión familiar, ya que se es padre como miembro de una familia.
En realidad, aunque uno sea amigo de los hijos, la relación principal y la responsabilidad fundamental es la de la paternidad. No podemos renunciar a esta realidad y ley de vida, incluso nuestros hijos necesitan y reclaman un padre y los modelos de conducta, de ejemplaridad, de seguridad y autoridad que de él surgen. Así, la supuesta amistad es únicamente una manera de ejercer la paternidad con un valor o toque añadido. La posición tradicional de una paternidad distante a la función de amistad no invalida la riqueza y el amor incondicional que el padre tiene hacia sus hijos.
Más que el método o estilo de vivir, la paternidad es la finalidad de la misma: el poder ofrecer a nuestros hijos el amor, la formación, la disciplina, la seguridad y todo lo demás que requieren en sus distintas etapas de desarrollo y de acuerdo con la personalidad y características individuales de cada uno de ellos. ¿De qué bando es usted?
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Autor: Ernesto Gonzalez , ciudadano nicaragüense, nacido en Cuba. Experiencia laboral: Lic. en Ciencias Pedagógicas con mención en química. 40 años de experiencia como docente en los niveles de educación media y superior; cursos de posgrado propios de la especialidad y en pedagogía; autor de libros de texto para la enseñanza media tanto en ciencias naturales, como sociales. Articulista para los periódicos La Prensa, El Nuevo Diario (nicaragüenses 2000-2008), actualmente para el periódico El Siglo 21 guatemalteco. Correo electrónico: [email protected] Cuenta de twitter: @gonzlez_ernesto |
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