“Solo si se cambia la educación se puede cambiar el mundo”, afirma el Papa Francisco, como un llamado a los educadores a encontrar un momento y reflexionar sobre su tarea educativa, tanto como padres de familia, y/o como maestros en los hogares y en las escuelas; para consolidar lo bueno recorrido y el encontrar nuevos y mejores modos de hacer y concebir el día a día de la escuela. “La escuela puede ser un “lugar” (geográfico, en medio del barrio, pero también existencial, humano, interpersonal) en el cual se anuden raíces que permitan el desarrollo de las personas” (Cardenal Bergoglio).
La educación tiene la responsabilidad moral de formar al hombre de hoy, sabiendo que se extiende a través del tiempo; porque “las decisiones del presente tienen consecuencias en las generaciones futuras”. El Papa nos propone tres objetivos para alcanzar una educación abierta a todos, capaz de colaborar eficazmente en la construcción de un futuro en el que se respete la dignidad de la persona y la fraternidad universal.
1. LAS REDES COMO UN RECURSO PARA CREAR EL ENCUENTRO Y EL DIÁLOGO
Es necesario que las escuelas y las instituciones de educación superior se unan para potenciar sus iniciativas educativas y de investigación, enriqueciéndose con los aspectos destacados de cada una y de cada agente, para ser más eficaces a nivel intelectual y cultural.
Las redes permitirán juntar los saberes, las ciencias y las disciplinas para afrontar los complejos desafíos con la inter- y la trans-disciplinariedad. Las instituciones educativas se convierten en lugares de encuentro y de diálogo dentro y fuera de ellas; que permiten enriquecerse con ciudadanos procedentes de otras culturas, de otras tradiciones, de otras religiones, …
Cada institución educativa debe de ser una comunidad en la que los docentes y los estudiantes no estén relacionados solo a través de un programa didáctico, sino por un programa de vida y de experiencia; que sepa educar en la reciprocidad entre las distintas generaciones. Y esto es muy importante para no perder las raíces.
2. EDUCAR SIN DEJARSE ROBAR LA ESPERANZA
La educación debe afrontar positivamente los cambios sociales metiéndose en la realidad. Los educadores estamos comprometidos en «Globalizar la esperanza» y «sostener las esperanzas de la globalización», para no caer en “los condicionamientos de los intereses económicos, que a menudo están lejos de una recta concepción del bien común, y produce fácilmente tensiones sociales, conflictos económicos, abusos de poder. La educación debe infundir un alma al mundo global, “a través de una formación intelectual y moral que sepa favorecer las cosas buenas que trae la globalización y corregir aquellas negativas”.
“La esperanza no es un optimismo superficial, ni tampoco la capacidad de mirar las cosas con benevolencia, sino ante todo es saber arriesgarse de la manera correcta, igual que la educación”. Sin embargo, según cada realidad social y cultural propia, existen en no pocos lugares, “muchas formas de violencia, pobreza, explotación, discriminación, marginación, enfoques restrictivos de las libertades fundamentales que crean una cultura del descarte”, que desaniman o que oscurecen un futuro diferente; y en los cuales la educación debe generar esperanza. “De hecho, la educación es un dar a luz, es un crecer, se coloca en la dinámica de dar vida” (cf 09/02/2017).
3. EDUCAR CON PROYECTOS EDUCATIVOS ORIGINALES
Para que la tarea educativa sea eficaz, necesita tener un programa de pensamiento propio y de acción que supere el pasado y se abra con creatividad a las exigencias de un futuro que no ve tan claramente, sino que se intuye, basado en estos tres pilares:
- LA IDENTIDAD: Exige coherencia y continuidad con la misión originaria de las escuelas, de las universidades y de los centros de investigación, y que están abiertos a todos. Las escuelas están obligadas a dar respuestas actualizadas a los dilemas del presente, teniendo una mirada preferencial por los más necesitados.
- LA CALIDAD: Es el reflector seguro para iluminar cualquier iniciativa de estudio, de investigación y de educación. Es necesaria para realizar aquellos «polos de excelencia interdisciplinares».
- EL BIEN COMÚN: Aunque es difícil definir el bien común en nuestra sociedad marcada por la convivencia de ciudadanos, grupos y pueblos que tienen culturas, tradiciones y credos tan diferentes; es necesario ampliar los horizontes del bien común, educar a todos para que se sientan parte de la familia humana.
La educación siempre será la suma de experiencias educativas exitosas, abierta a horizontes nuevos, y capaz de motivar y entusiasmar a hombres y mujeres con esa especial y gran vocación a la docencia. Los profesores, por vocación, deben preocuparse “por que todos aquellos que han recibido la oportunidad de estudiar adquieran conciencia de su responsabilidad de ir más allá de sí mismos, de trascender a sus aspiraciones personales para que, sin abandonar sus propias metas, trabajen y ayuden a otros menos afortunados a surgir” (La Nación).
La Fuente de este artículo, que invitamos a leer, para tener una idea más completa, es el DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS MIEMBROS DE LA FUNDACIÓN «GRAVISSIMUM EDUCATIONIS«.
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF