Fue la última catequesis antes de la Navidad y en el ambiente se notaba una calidez especial. A los lados del pasillo central los peregrinos llenos de afecto reclamaban la atención del Papa para estrechar su mano o pedir la bendición.
Francisco continuó con sus audiencias sobre la esperanza. El Papa dijo que la llegada de Dios al mundo, que se celebra el día de Navidad, llena de fuerza la vida de los hombres. Les ayuda a seguir caminando a pesar de las dificultades.
FRANCISCO
«La esperanza nunca está parada. La esperanza está siempre en camino y nos hace caminar. Y aquí nos podemos preguntar cada uno de nosotros. ¿Yo camino en la esperanza o mi vida interior está parada, cerrada? ¿Mi corazón es un cajón cerrado o un cajón abierto a la esperanza que nos hace caminar no solos, sino con Jesús? Es una buena pregunta para hacerse”.
Francisco recomendó contemplar el Nacimiento que cada familia coloca en su hogar. En él se puede ver cómo el mismo Dios viene al mundo de forma pobre y sencilla para enseñar que solo con Él basta para ser felices.
FRANCISCO
«Pero metámonos esto en la cabeza. Las seguridades propias no nos salvarán. Las seguridades propias no nos salvarán. La única seguridad que salva es la de la esperanza en Dios, la que nos salva, esa es fuerte y es la que nos hace caminar por la vida con alegría, con ganas de hacer el bien, con ganas de ser felices para toda la eternidad”.
Esta audiencia fue el último acto público del Papa antes de la misa de Navidad. Al finalizar hizo un llamamiento por la paz en la República Democrática del Congo, para que las autoridades y toda la sociedad sean artífices para la paz y la reconciliación.
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