Richard Feynman tenía el don de mostrar cuán maravillosas son las cosas más sencillas. Sus explicaciones sobre cómo funcionan los cauchos o la belleza del mundo natural nos permiten comprender y sonreír. Y se debe a la técnica que él usaba para aprender y que compartió para que todos podamos hacerlo.
«Tengo un amigo que es artista y a veces expresa una opinión con la que no estoy de acuerdo», dijo alguna vez el físico Richard Feynman.
«Toma una flor y dice: ‘Mira qué bonita es’, y yo concuerdo», siguió contando el científico galardonado con el premio Nobel de Física en 1965 por sus contribuciones al desarrollo de la electrodinámica cuántica.
«Luego dice: ‘Como artista, yo puedo ver cuán bella es pero tú, como científico, lo desarmas todo y le quitas la gracia’. Es entonces cuando pienso que se descarriló».
Además de su obra sobre la física, a Feynman se le recuerda por su entusiasmo y su don para divulgar la ciencia, a pesar de lo profundamente especializado que era su trabajo.
Este relato que partió de un amigo y una flor muestra por qué a la gente le gustaba escucharlo revelar las delicias de la ciencia.
«Para empezar, la belleza que él ve está a la vista de todos, incluso la mía, creo yo. Quizá yo no tenga su refinamiento estético, pero puedo apreciar la belleza de una flor», explicaba.
«Pero al mismo tiempo, yo veo mucho más en la flor de lo que él ve. Puedo imaginar sus células y las complejas acciones que ocurren en su interior y que también son bellas».
«También los procesos, como el que los colores hayan evolucionado para atraer a los insectos, lo que significa que los insectos pueden apreciar el color».
«Y entonces surgen preguntas: ¿El sentido de la estética también lo tienen las formas de vida de la naturaleza? ¿Por qué razón les resulta estético?».
«Toda esa clase de cuestiones interesantes de la ciencia no hacen sinoaumentar el misterio y la maravilla de una flor. No entiendo cómo podría restárselo», concluyó.
De lo oscuro a lo claro
Con la flor nos recordó cuán maravillosa es la ciencia. Sin embargo, ¿podremos entenderla?
Esta, por ejemplo, es la explicación que aparece en Wikipedia de uno de los diagramas que hicieron famoso a Feynman desde que los introdujo en 1948.
Clarísimo… para el que sabe.
No obstante, la gente le entendía cuando explicaba cómo funcionaba el mundo que nos rodeaba y se entusiasmaba con su entusiasmo.
Así explicó, en una ocasión, las humildes bandas elásticas.
«Las bandas elásticas o de caucho tienen unas moléculas largas como cadenas y retorcidas, y otras pequeñas».
«Cuando estiras la banda, las cadenas se enderezan pero los átomos pequeños las bombardean constantemente, tratando de que se vuelvan a encoger. Esa es la razón de la resistencia a permanecer estiradas. Y ese bombardeo produce calor».
«Para comprobarlo, tira de una de las bandas elásticas que son más gruesas mientras la tienes entre tus labios y sentirás que la temperatura aumenta, y déjala volver a su tamaño inicial y verás que se enfría».
«Las bandas elásticas siempre me han parecido fascinantes: piensa que mientras están manteniendo un montón de papeles, esos átomos pequeños están perpetuamente bombardeando a las grandes moléculas, año tras año».
La diferencia entre saber y saber
Muchos sabemos que entre más erudita la persona, más claramente habla, y la técnica que Feynman sugirió para aprender lo que quieras nos ayuda a hablar claramente y es muy sencilla.
Empecemos por definir dos clases de sabiduría: una se enfoca en saber el nombre de algo y la otra, en saber algo.
La receta para el aprendizaje que nos dejó Feynman se concentra en la segunda y se implementa siguiendo cuatro pasos.
1. Escoge un concepto
Cualquiera. Macroeconomía o economía doméstica, o cualquier cosa en el medio. Química o culinaria, o primero una y luego la otra.
Anota el tema.
2. Enséñalo
Escribe todo lo que sabes sobre como si se lo estuvieras enseñando a un niño.
Aunque parece absurdo, es un paso muy importante.
Asegúrate de que de principio a fin estés utilizando el lenguaje más sencillo. Al usar sólo las palabras más comunes evitas engañarte con la idea de que como conoces el argot, entiendes de qué estás hablando.
3. Retrocede
En el paso 2 probablemente identificaste lagunas en tu conocimiento; cosas que olvidaste o que no pudiste explicar.
Es en este momento en el que realmente empiezas a aprender.
Vuelve a la fuente y explora lo que te falta por entender.
Y, con cada subtema, cuando creas que lo tienes claro, trata de plasmarlo en un papel en términos que entendería ese niño al que le estabas enseñando.
Una vez te sientas cómodo con todo lo que te confundía, vuelve a tu escrito original y continúa.
4. Revisa y simplifica
Lee lo que escribiste. Asegúrate una vez más de que no usaste el argot asociado con el tema que te intriga.
Léelo en voz alta.
Si la explicación no es sencilla o suena confusa, tómalo como una indicación de que no estás entendiendo algo.
Trata de crear analogías, pues no sólo aclaran sino que te muestran que ya dominas el tema.
Este contenido ha sido publicado originalmente por El Profe Morales en la siguiente dirección: profemorales.com