En Alemania “… los ministerios de Educación de los 16 estados se reúnen regularmente para discutir asuntos de interés compartido, al mismo tiempo que una comisión estatal coordina las políticas de educación entre los estados.
Por este motivo, es posible que existan diferencias en la estructura de los colegios y universidades, los exámenes y las normas de matriculación entre un estado y otro”. ESTRUCTURA DEL SISTEMA EDUCATIVO.
Esas normas han permitido que algunas escuelas alemanas diseñen su propio sistema de enseñanza, dando oportunidad para crear algunas Freie Schulen (“escuelas libres”). Entre estas últimas está la Escuela Evangélica Berlín Centro (ESBZ, por sus siglas en alemán), ubicada en centro histórico, diverso y progresista de la capital, que comenzó en el 2007 con 16 estudiantes y ahora tiene 645, de entre 11 y 20 años. Ocupa una construcción vieja, deslucida, pero que coloridos grafitis revitalizan por dentro y por fuera. Allí se está desarrollando una experiencia educativa que “impulsa una revolución en un sistema de enseñanza que los críticos consideran demasiado estructurado y obsoleto para las demandas del siglo XXI”.
Jemina (14) es estudiante de esa escuela, expone ante sus compañeros sobre la novela en inglés (que ella escogió) y que acaba leer. “No tiene límite por reloj para hablar. Cuando acaba, los otros alumnos y la maestra le dan feedback (retroalimentación’, o lo que es lo mismo, “respuesta o reacción a algo que hemos realizado”), también en inglés. “Tu vocabulario es excelente”, opina la profesora. “Lo hiciste muy bien”, coincide su compañera Sira (14), “pero hubiera sido mejor que hablaras más lento para que el resto de la clase te entendiera mejor”. El clima de diálogo en el aula es relajado”. Los otros compañeros también expresan sin temor de decir lo que piensan. Parecen seguros de sí mismos, motivados. “Luego los jóvenes se ponen a trabajar cada uno en lo suyo, en los temas que escogieron. Jemima completa su examen de inglés; optó por hacerlo ahora porque cree estar lista para enfrentar el desafío. Esta libertad y autoconfianza es producto de una institución única de la que muchos hablan en Alemania, porque ha puesto de cabeza la educación tradicional”.
¿Cómo viven esta experiencia educativa los alumnos y profesores en ESBZ? Este video de BBC Mundo, nos pone más al corriente de este singular itinerario educativo, que permite la legislación alemana, en la que los estudiantes deciden qué temas quieren estudiar en cada lección y cuándo desean realizar las pruebas o evaluaciones.
El horario escolar es de 8:30 hasta las 16. “Hasta aquí la formalidad, porque el plan de estudios puede parecer una pesadilla para cualquier padre acostumbrado a la educación tradicional”.
La directora de la ESBZ, Caroline Treier, dice: “Nuestra intención es reinventar la escuela. Buscamos una enseñanza más centrada en el individuo, en su desarrollo como persona autónoma y responsable; una educación menos rígida y que prepare mejor a los jóvenes para un mundo que cambia rápido y constantemente. El futuro requiere que seamos más flexibles”. “A mí me hace feliz poder escoger lo que quiero estudiar y hacerlo a mi ritmo. No me gusta cuando el maestro se para delante de la pizarra y me cuenta cosas de las que no tengo la menor idea y que se supone debo saber”,
En ESBZ, cada estudiante aprende que debe preguntarse, antes de dar el paso de pedir su evaluación (salvo los que exige el Estado al final de cada ciclo lectivo): ¿tengo ya los conocimientos y las destrezas necesarias para ponerme a prueba? “Esto motiva mucho a los alumnos a mejorar y a demostrar sus competencias, y sobre todo les quita el terror a las evaluaciones”, asegura la directora. “Y a los que tardan mucho en pedir un examen se les da apoyo para que se animen“.
Las calificaciones son más cualitativas, no cuantitativas. La función docente, en esta acción pedagógica, es lograr que “el estudiante comprenda bien en qué situación se encuentra, para que le vaya mejor la próxima vez. Un número difícilmente ayude en este sentido”, afirma la profesora Jette Ahrens.
Uno de los mayores logros de ESBZ, ha sido el buscar y preparar “maestros que se adapten a los métodos pedagógicos de la escuela, donde profesores y alumnos son casi pares”. La profesora Amélie Frank declara que algunas veces tiene que hacer “malabarismos” en sus clases; y para ello necesita averiguar bien los intereses de los estudiantes, diversificar sus conocimientos y mantenerse actualizada. “Además, cuando los alumnos tienen tanta autonomía hay que buscar constantemente nuevas maneras de motivarlos, de relacionarse con ellos”.
La directora acepta que el manejo de la disciplina es un asunto no resuelto en la ESBZ, y para ello están realizando talleres y consultas para tratar de definir parámetros de comportamiento sin traicionar los principios básicos del colegio. Una de las cosas más difíciles es preservar el equilibrio entre libertad y disciplina, por ello es vital fomentar “una cultura de confianza más que de control”. “… cuando algún alumno se aprovecha del sistema [para hacer poco], debemos aceptarlo. Uno a veces se enfada como profesor, pero al final siempre sale algo positivo de todo ello: el ejemplo de los otros hace que el estudiante se encamine“.
Claro que en un ámbito donde domina la espontaneidad incluso puede llegarse al desorden y la mala conducta y a veces se necesita decir en voz alta “¡Silencio!” para que los estudiantes dejen de hablar todos a la vez. “Y cuando hay un caso de mal comportamiento, como acá promovemos el diálogo casi todo se puede solucionar con una conversación honesta”, afirma el profesor Maximilian Himmler, coordinador de los talleres de discusión. Pero el manejo de la disciplina escolar “es difícil porque entramos en una zona inexplorada“, acepta la directora Treier.
En cuanto a la educación inclusiva, “un 10% de los alumnos son refugiados que han llegado de países en guerra de Medio Oriente por la política migratoria de puertas abiertas de Alemania y casi no hablan el idioma local. Todos ellos reciben apoyo estatal para ir al colegio”.
Los estudiantes tienen experiencias fuera de la escuela, que les permiten tomar conciencia que “forman parte de una sociedad en la que hay problemas y que pueden ser agentes de cambio“. También los estudiantes cuentan con apoyo para realizar “viajes de estudio”.
“A medida que los requerimientos del mercado laboral cambian y los smartphones e internet transforman la forma en que se procesa la información, lo más valioso que la escuela les puede ofrecer a los jóvenes es entrenarlos para que sepan “automotivarse”, porque “la misión de un colegio progresista como el nuestro es preparar a los adolescentes para hacer frente al cambio o, mejor dicho, para que busquen el cambio. En el siglo XXI la educación debería dedicarse a desarrollar individuos sólidos”, opina la directora Caroline Treier.
La ESBZ, ha conseguido (hasta hoy) muy buenos resultados en la evaluación nacional de instituciones educativas de Alemania, ubicándose en lo alto de la clasificación de mejores secundarias.
Esta experiencia educativa tiene logros y también desafíos que vencer. No es que ya todo esté logrado. Les animamos a conocer esta propuesta educativa y su experiencia hasta hoy: LA ESCUELA DE BERLÍN QUE QUIERE REVOLUCIONAR LA EDUCACIÓN EN ALEMANIA (Y EN EL MUNDO).
Para nosotros, los maestros que seguimos con deseos de mejorar nuestro servicio, de hacer más alegre y creativo nuestro desempeño diario, algunas veces desde “contextos socio económicos” particularmente cargados de privaciones; desde realidades llenas de precariedad, injusticias y limitaciones; sabemos que es un desafío el construir una nueva sociedad. Pero de lo que sí debemos estar seguros, es que los futuros artesanos, arquitectos y conductores, de esa mejor sociedad, están hoy en nuestras aulas.
La experiencia de la Escuela Evangélica Berlín Centro (ESBZ), nos enseña que en educación nada está dicho definitivamente, no hay una receta, ni caminos únicos; que la educación depende mucho de los profesores y su capacidad de ser aquí y hoy sembradores de esperanza, de revalorizarse a sí mismos, de creer y hacer como tantos maestros insignes que cambiaron tanto con tan poco. De ser humildes para seguir aprendiendo. De saber que podemos enseñar a un estudiante una lección un día, pero si le enseñamos a aprender creando curiosidad, continuará el proceso de aprendizaje durante su vida (cf Clay P. Bedford).
El itinerario educativo siempre será un camino por descubrir, con educadores agitados emocionalmente por la creatividad y la capacidad de asombro para descubrir lo desconocido, para explorar nuevos caminos de aprendizaje, para gozar con el conocer, porque el conocimiento nos conduce al desarrollo personal, a ser consciente de la realidad en la que vivimos, y que es el primer paso hacia la libertad individual y consiguientemente colectiva.
¿Queremos ser pioneros de la transformación de la educación en nuestro país? ¿Hasta cuándo dejaremos la iniciativa de la educación a los “mercaderes” y los improvisados? ¿Somos capaces de tener la humildad de decir como Sócrates que tenemos mucho que aprender porque “solo sé que nada sé”? ¿Cómo estar bien preparados para cuando nuestros estudiantes elijan sus propios temas?, ¿Qué hacer para evitar que la libertad se transforme en descontrol? ¿Cómo lograr disciplina en un ambiente con pocas reglas? ¿Cómo educar para cambiar la civilización?
El poeta uruguayo Mario Benedetti parece decir al viento, al oído y al alma del educador que quiere ser feliz: “aún estas a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo” (Mario Benedetti).
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF