Cómo prevenir el suicidio en alumnos ¿Qué pueden hacer las escuelas, los docentes y las familias?

El estar encerrados en casa por casi dos años debido a la pandemia, el constante cambio de rutina con las escuelas abriendo y cerrando, la distancia social y el miedo al contagio, aumentan la probabilidad de que la población infantil y juvenil presenten problemas de salud mental. Según el informe Estado Mundial de la Infancia 2021 de la UNICEF, 13 % de los jóvenes entre los 10 y 19 años padecen algún trastorno mental, y en un 50 % de los casos, los trastornos comenzaron antes de los 14 años.
El suicidio es la primer causa de muerte no natural de los jóvenes entre los 15 y 29 años. Incluso, en promedio, diez jóvenes deciden acabar con su vida diariamente. En el caso de México, el Instituto Nacional de Salud Pública de México estima que por cada suicidio consumado, se realizaron 20 intentos no fortuitos. ¿Qué pueden hacer las instituciones educativas para evitar que se llegue este punto?

A medida que los estudiantes comienzan a regresar a las aulas, los centros educativos se vuelven el lugar donde niños y jóvenes pasan más tiempo, por lo que las escuelas juegan un rol importante en la prevención del suicidio. La conducta suicida no consiste solo de la intención de quitarse la vida, incluye los pensamientos e intentos, por lo que las escuelas deben saber cómo intervenir y tener los recursos necesarios para ayudarlos a dejar de sufrir en silencio.

Las instituciones educativas son un recurso ideal para que los alumnos aprendan habilidades socioemocionales, es el lugar donde socializan con personas de su edad y es el primer lugar donde pasan una cantidad significativa de horas sin la supervisión de sus familiares. Es por eso por lo que es importante que las escuelas aprovechen para potencializar la habilidad para gestionar emociones, el autocontrol y el cómo relacionarse con otras personas. Para ello, es necesario que las instituciones inviertan en la prevención, ofreciendo atención puntual y eficiente para los problemas de salud mental de niños y jóvenes. Según un estudio publicado en el Journal of Affective Disorders, se ha encontrado que aplicando programas de resiliencia emocional, las escuelas han reducido los síntomas de ansiedad y depresión en niños de 6 a 12 años.  Adicionalmente, existen casos donde las escuelas son los únicos lugares donde los estudiantes tienen acceso a esa clase de recursos de apoyo.

Es indispensable que también se informe a la comunidad educativa sobre cómo detectar cualquier señal de alarma que indique que un estudiante presenta problemas mentales o emocionales para guiarlo a obtener ayuda. La formación del personal educativo tras un intento de suicidio es clave, pero también preparar a los mismos compañeros para que se conviertan en buenos agentes preventivos. Que una niña o adolescente cuente con una persona con la que pueda hablar y sentirse escuchado genera una línea de apoyo vital que puede salvar su vida. Que las escuelas tengan espacios y profesionales a los cuales los estudiantes puedan acudir para hablar de temas que les preocupan es un paso imprescindible para prevenir el suicidio. Además, de esta forma también se detectan y resuelven casos de acoso escolar.

Contar con protocolos también es una medida necesaria ya que ayuda a saber cómo abordar a los estudiantes con ideación o intentos de suicidio. Saber qué hacer en estos casos puede ser lo único que evite un fatal desenlace. Aunado a esto, trabajar en las aulas aspectos de salud mental como habilidades de manejo de las emociones, solución de problemas, estrategias para la flexibilidad cognitiva, regulación de estrés y cómo actuar en situaciones de crisis, entre otros.

El metaanálisis School-Based Suicide Prevention Programs publicado en The International Handbook of Suicide Prevention, Second Edition, el cual contiene distintos programas de prevención contra el suicidio, encontró que las medidas de prevención que mejor funcionan son las siguientes:

Currículos de sensibilización y educación
  • Se deben crear programas escolares que tengan un plan de estudios de concientización y educación para enseñar a los estudiantes sobre el suicidio, sus factores de riesgo y qué hacer cuando se enfrentan a una situación de estudiantes con tendencias suicidas. El estudio concluyó que las instituciones que cuentan con este tipo de currículos demostraron tener un cambio de comportamiento significativo y una reducción en la incidencia de la ideación y los intentos de suicidio, lo que demuestra que el modelo de concientización y educación de los programas de prevención del suicidio es una vía prometedora que merece una mayor exploración.

La detección es clave
  • Menos del 25 % de las familias son conscientes de las conductas autolesivas y suicidas de sus hijos, especialmente porque los jóvenes no buscan ayuda. Una solución, según el estudio, es administrar un cuestionario de detección preliminar y luego remitir a los estudiantes que presentan señales de alerta al consejero escolar o facilitar que obtengan ayuda psiquiátrica emergente.

Capacitar a guardianes
  • Tener estrategias de los programas enfocados a concientizar y detectar. Un ejemplo es el programa utilizado por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos para abordar el comportamiento de suicidio y autolesión conocido como “Preguntar, persuadir y referir” (QPR por sus siglas en inglés). Su objetivo es aumentar la conciencia sobre el suicidio dentro del personal escolar, la identificación de estudiantes en riesgo, mejorar las habilidades del personal para intervenir y, en general, aumentar la comunicación entre el personal académico y los estudiantes. Implica enseñar al personal a identificar a jóvenes en riesgo y luego responder adecuadamente al ayudar con la derivación a recursos de salud mental.

  • El estudio demostró que aquellos estudiantes en riesgo normalmente no buscan ayuda en los adultos por sí mismos, así que capacitar a los educadores a actuar como guardianes parece una solución más lógica, sin embargo, es clave capacitar a los adultos y a los compañeros, ya que estos son más conscientes de las percepciones y los comportamientos dentro de sus círculos sociales. Contar con un programa de guardianes o vigilantes entre compañeros es una estrategia aún más eficaz que simplemente, “Preguntar, persuadir y referir”.

  • Estos programas de apoyo dirigidos por otros estudiantes y guardianes se ha utilizado para capacitarlos para difundir mensajes positivos, que modifiquen las normas sociales en los entornos escolares, para que los estudiantes se animen a desarrollar habilidades y actitudes positivas para la vida, y fomenten una creencia y una estrategia que promuevan la búsqueda de ayuda de los adultos. Además, el programa busca crear una expectativa de que los compañeros también busquen ayuda cuando se enfrentan a la tendencia suicida.

Entrenamiento de habilidades
  • El estudio sugiere aplicar el programa CARE/CAST que se trata de cuidar, evaluar, responder, empoderar y entrenar (CARE por sus siglas en inglés) a los estudiantes para afrontar y apoyar (CAST) ya que desarrolla habilidades para prevenir el suicidio. Primero, la parte CARE se trata de detección selectiva con una intervención directa seguido de entrevistas motivacionales. Después está la parte CAST que tiene como objetivo aumentar el afrontamiento y la regulación del estado de ánimo, disminuir el uso de sustancias y aumentar el rendimiento escolar. Se trata de capacitar en habilidades a grupos pequeños de estudiantes con promedio bajo, con alto porcentaje de ausentismo o referencias directas del personal. Se trata de 12 sesiones que buscan enseñar habilidades y el cambio de comportamiento que resultan en reducir los factores de riesgo de un suicidio.

La salud mental y la conducta suicida necesitan ser parte del contexto educativo. Más allá de sólo cumplir con el currículum académico, las escuelas, el personal educativo y los estudiantes deben ser concientizadas sobre la importancia de la corresponsabilidad social y su papel para prevenir el suicidio. Como se mencionó anteriormente, siempre hay intentos antes de la consumación de un suicidio; saber identificar estas y otras señales de alarma puede prevenir un fatal desenlace y ayudar al estudiante a salir adelante.

ESTRATEGIAS DE ABORDAJE EN EL TEMA DEL SUICIDIO PARA DOCENTES

El tema del suicidio puede surgir en el aula en las siguientes situaciones:

a) Como tema tangencial en relación a otro contenido:

El suicidio y la conducta suicida dejaron huellas en la cultura y en la historia, por lo que tangencialmente, y a veces inadvertidamente puede tocarse el tema, por ejemplo al hablar de Sócrates, Romeo y Julieta, Ludwing Boltzmann, René Favaloro, o tantos otros personajes históricos o de ficción que murieron a causa de suicidio. Como dice el documento de la OMS, no es conveniente “enseñar sobre el suicidio”, pero tampoco lo es evitar notoriamente los temas cuando aparecen como temas tangenciales o como inquietudes de los alumnos respecto a los temas que se tratan. Lo que es importante en estos casos es no inducir procesos de identificación. Para ello es importante:

– No realizar una apología del acto suicida. Esto no implica no valorar, si es el caso, la vida y obra del personaje que cometió el acto o la conducta suicida, pero si se habla específicamente de este acto es importante mencionarlo como un error con consecuencias funestas que pudieron ser evitadas y marcar claramente que siempre pudo haber otras alternativas.

– No justificar o explicitar las “causas” del suicidio. El suicidio siempre es un fenómeno complejo que no responde a una relación directa de causa y efecto. Estas explicaciones, cuando se intentan, además de ser falaces, también pueden conducir a la identificación.

-No hablar sobre los métodos usados por los suicidas. Hacerlo no aporta nada a la prevención y puede intensificar los procesos de identificación o incluso “dar ideas” a adolescentes con ideación suicida, por lo que se recomienda evadir el tema tanto como se pueda e incluso frente a preguntas directas responder con evasivas como “no tiene importancia”.

b) Por inquietud de los alumnos respecto de un caso de suicidio o intento de suicidio difundido en los medios u ocurrido dentro de la comunidad educativa.

En estos casos el proceso de identificación es mucho más probable y existe un riesgo cierto de que conduzca a nuevos casos de suicidio en cadena. El único antídoto contra la comunicación inadecuada realizada por los medios o de boca en boca por personas que actúan sin malas intenciones pero con desconocimiento del tema es la comunicación adecuada desde la escuela u otras instituciones responsables. Para la comunicación adecuada son válidas las recomendaciones del apartado anterior con dos salvedades.

-No evadir el tema: El docente o la institución docente no pueden evadir el tema porque ya está instalado en la comunidad educativa.

-No escatimar las explicaciones necesarias: Es inevitable hablar de las explicaciones que circulan en los medios o en el comentario general como “causas” justamente para dejar claro que siempre hubiera habido o hay alternativas y que la conclusión fatal es siempre evitable.

c) Por señales claras o confesión de ideación suicida de un alumno.

En este caso todas las comunicaciones con el alumno afectado deben ser confidenciales para no exponer al alumno frente a sus compañeros. El abordaje grupal del caso solo será recomendable si por otros medios se hace público. Se debe cuidar siempre la intimidad del afectado tratando de no informar más de lo que ya se sabe. Con esta salvedad, las recomendaciones para la comunicación del apartado anterior son válidas. Con respecto a la comunicación con el afectado, se tratará dentro de las estrategias de prevención.

ESTRATEGIAS DE PREVENCIÓN DEL SUICIDIO

También en la prevención podemos distinguir varias situaciones:

a) Cuando el tema del suicidio aún no está instalado en la comunidad educativa o por lo menos no se detectan situaciones con señales claras.

Como dijimos, no es conveniente enseñar sobre el suicidio a los jóvenes, es preferible enseñar sobre aspectos positivos y recursos a los que llamamos factores protectores:

Fortalecimiento de la autoestima de los estudiantes:

Una autoestima elevada nos permite enfrentar con mayor soltura y confianza las situaciones difíciles de la vida. La niñez y la adolescencia son etapas cruciales en la formación de la subjetividad del educando, especialmente en lo relativo a la autopercepción, la autoconfianza y la autoestima, y los docentes podemos favorecer este proceso de varias maneras:

  • Acentuar las experiencias positivas y los logros. Las experiencias positivas y logros del pasado aumentan las posibilidades de que los jóvenes tengan en el futuro mayor confianza en sí mismos. Por eso los docentes debemos señalarlos y valorarlos.
  • No presionar constantemente a los jóvenes para hacer más y mejor. El aprendizaje más efectivo es el que se logra a partir del disfrute. Hacer que el alumno disfrute de sus logros es la principal tarea del docente. Como dijo John Locke hace más de 300 años “La principal tarea del docente no es enseñar su ciencia sino inspirar en sus alumnos el amor al conocimiento”
  • Demostrar afecto: No es suficiente que los docentes digamos que queremos a los alumnos, éstos tienen que sentirse queridos. Existe una gran diferencia entre ser querido y sentirse querido. Los niños tienen que ser aceptados y apreciados tal como son. Tienen que sentirse especiales solo por el hecho de existir.
  • No juzgar: Una parte de nuestra tarea como docentes consiste en evaluar el trabajo y el comportamiento de nuestros alumnos, pero de ninguna manera podemos permitirnos evaluar a los alumnos como personas. Aun cuando los trabajos de los alumnos o sus comportamientos no  cumplan las expectativas debemos comunicar  esto con amabilidad, valorando los aciertos, el esfuerzo, el progreso o cualquier otro aspecto que se pueda valorar pero, especialmente, expresando nuestra confianza en la capacidad del alumno para mejorar y nuestro aprecio por el alumno como persona, aun cuando no logre los resultados esperados.
  • Mostrarse abierto para escuchar a los alumnos. Tanto en temas relativos a la materia de estudio como en temas personales o grupales. Debemos saber distinguir en este diálogo lo que es público de lo que es íntimo y privado, y cuando nos comprometemos a mantener confidencialidad, debemos cumplir nuestra promesa y, si lo consideramos necesario, alentar al adolescente para que sea él mismo quién busque ayuda en sus padres o en los servicios de salud o de ayuda.
Promoción de la autonomía:

El logro de la autoestima por los niños y jóvenes depende del desarrollo de sus habilidades físicas, sociales y vocacionales. Para tener una alta autoestima, el adolescente necesita establecer una autonomía definitiva de su familia y compañeros; ser capaz de relacionarse con el sexo opuesto, prepararse para una ocupación que le permita mantenerse y establecer una filosofía significativa de la vida. Sobre-proteger a nuestros alumnos no es una buena manera de expresarle nuestro afecto. Debemos mostrar nuestra confianza en ellos y en sus capacidades y acompañarlos en el desarrollo de las mismas brindando la ayuda necesaria pero sin interferir en el proceso.

Promoción de la expresión de emociones:

Debemos enseñar a los niños y a los adolescentes a tomar sus sentimientos con seriedad y alentarlos a confiar en sus padres y otros adultos tales como maestros, médicos, o enfermeras, amigos, entrenadores deportivos y consejeros religiosos. Formar y fortalecer una red de contención emocional es la mejor manera de prevenir el suicidio. Para ello debemos enseñar con nuestro ejemplo y con nuestra disposición para escuchar mostrando genuino interés en los problemas y los sentimientos del alumno, sin juzgar y sin pretender imponer nuestro punto de vista. Para más indicaciones sobre la escucha activa puede leer nuestro apartado: Usted puede prevenir un suicidio

Enseñanza de habilidades sociales y de convivencia

El bullying o acoso escolar fue señalado como el principal factor de riesgo de la conducta suicida en la adolescencia, además de duplicar el riesgo suicida durante toda la vida futura del alumno. Los docentes debemos estar atentos para detectar e intervenir en cualquier situación de acoso o violencia cuando esta se presente. Naturalizar estos hechos, además de condenar injustamente a quienes intervienen en ellos, es un pésimo ejemplo para el resto de los alumnos. Por el contrario, un evento de esta naturaleza podría ser utilizado como disparador en la enseñanza de habilidades para la convivencia y sus valores relacionados.

Se debe alentar a los alumnos acosados a que denuncien el acoso, escuchándolos, interviniendo y protegiéndolos. La acción sobre los acosadores no se debe limitar al castigo, nuestra tarea no es castigar sino enseñar, por lo que nuestra intervención debe estar orientada a que el acosador tome consciencia de la gravedad de sus actos. En el acoso escolar no hay víctimas y victimarios, todos de algún modo padecemos la situación. El acosador también merece ser escuchado ya que su conducta casi siempre responde a un padecimiento oculto.

El acoso ocurre también puertas afuera de la escuela, por lo que debemos saber que el método de vigilar y castigar resulta ineficaz para su control. También en esta materia, la prevención y la enseñanza de habilidades sociales de convivencia basadas en el respeto y la tolerancia desde edades tempranas es la solución más efectiva.

La vida futura de nuestros alumnos se desarrollará, en todos los casos, en un contexto social, por eso el desarrollo de habilidades sociales es, sin dudas, el contenido más importante que podemos enseñar en la escuela y, por su carácter omnipresente, es transversal a todas las asignaturas. Además, no es cierto que por enseñar este tipo de contenidos se descuiden otros, por el contrario, la experiencia demuestra que una convivencia armónica en el aula favorece la enseñanza y el aprendizaje.

Provisión de información sobre los servicios de atención:

La disponibilidad de servicios específicos debe ser asegurada publicando extensamente los números de teléfono, tales como las líneas de ayuda para crisis  y emergencias, de forma tal que estén disponibles para los jóvenes y puedan ser recurrir a ellos incluso en forma anónima sin sentirse intimidados por los adultos. Una lista de estos números en nuestra comunidad puede consultarse en Líneas de Emergencia además de nuestra Línea de prevención del suicidio 135

b) Cundo se detectan señales predictivas o directas de ideación suicida.

Una lista de manifestaciones verbales y no verbales que podría ser predictivas de la conducta suicida puede encontrarse en nuestra Guía para familiares y amigos de personas con ideación suicida, pero estos signos pueden ser confusos en la adolescencia ya que muchos adolescentes los manifiestan como expresiones naturales de la edad. Por ese motivo puede ser más útil prestar atención a los cambios en estas conductas y, fundamentalmente, promover un vínculo de confianza mutua con todos los alumnos.

Las relaciones y el diálogo entre los alumnos y entre los alumnos y los adultos también debe ser observadas. La falta de comunicación y el consiguiente aislamiento y quiebre de la red de contención emocional del adolescente es una de las señales más claras de ideación suicida.

El primer paso en la prevención de suicidio, una vez que se detecta o se sospecha la ideación suicida, es lograr la confianza en la comunicación. Para ello son válidas todas las consideraciones que expresamos hasta aquí, incluyendo las de nuestro apartado Usted puede prevenir un suicidio, con algunas adicionales:

Asistir a un adolescente con ideación suicida es una experiencia emocionalmente intensa que nos enfrenta a nuestros propios miedos a la muerte y a nuestros propios conflictos no resueltos. Debemos estar prevenidos para controlar las reacciones emocionales que puedan aflorar. Las más comunes son:

  • Ambivalencia: el querer ayudar pero a su vez no sentirse capaz de hacerlo puede resultar en eludir el diálogo o a sentimientos de frustración al no lograr en el mismo todo lo que esperábamos. Debemos saber que todos tenemos una capacidad humanamente limitada pero real para ayudar al otro. Lo mejor que podamos hacer siempre es mejor que no hacer nada. Cualquier persona siguiendo las indicaciones simples contenidas en esta guía puede brindar una ayuda efectiva en una emergencia. No debemos olvidar que en situaciones de emergencia estar en el lugar adecuado en el momento preciso significa una ventaja a la hora de brindar ayuda que los profesionales más experimentados no tienen.
  • Agresión: La incomodidad del adulto es tan grande que la reacción final frente al joven en situación de aflicción o con ideación suicida puede resultar agresión verbal o no verbal. Debemos ser conscientes de que nadie elige tener una crisis emocional y que en medio de ella no somos plenamente capaces de controlar nuestras emociones, pensamientos y actos. La paciencia, el diálogo y fundamentalmente la escucha activa y afectiva son la forma de salir de la crisis. Juzgar, reprimir o agredir a la persona en crisis en ningún caso resulta útil.
  • Desaliento: Los niños o adolescentes en crisis emocional o con graves problemas personales suelen ser renuentes al diálogo y también a aceptar consejos o recomendaciones de los adultos. Es posible que sean víctimas de maltrato físico o psicológico por parte de otros adultos y manifiesten una lógica desconfianza. Esto no debe desalentarnos, debemos tener siempre presente que nuestro principal objetivo en el diálogo con un niño o un adolescente en crisis o con ideación suicida debe ser generar un vínculo de confianza más que aportar soluciones concretas a sus problemas. Los niños y adolescentes con ideación suicida también manifiestan una marcada ambivalencia entre pedir ayuda o rechazarla, confiar o no confiar, querer vivir o querer morir. Esto puede motivar cambios bruscos de humor y de conducta que no deben desalentarnos. Nuestra respuesta frente a ellos nuevamente debe ser la paciencia, la perseverancia y la escucha afectiva.
c) Cuando se detecta una crisis suicida o un suicidio en curso.

Frente a un suicidio en curso o una crisis en la que se manifiestan no solo ideación sino intenciones suicidas debemos ser muy directivos para proteger la vida del menor. En estos casos debemos:

  1. Alejar al adolescente de los medios potenciales para el suicidio.
  2. Recurrir a los servicios de emergencia psiquiátrica. En capital en la Ciudad de Buenos Aires y muchos municipios del gran Buenos Aires este servicio es brindado por el SAME al que se puede contactar por teléfono marcando 107. También puede consultar nuestra página de Números de Emergencia o de Hospitales con servicios de salud mental en Capital y Gran Buenos Aires.
  3. Vigilar al adolescente hasta que intervengan los servicios de salud.
  4. Dar aviso a los padres o tutores informándole lo más claramente posible lo sucedido para que puedan hacerse cargo del seguimiento en el tratamiento del adolescente o el niño, y orientándolos sobre cómo actuar. Para ello puede ser de utilidad nuestra Guía para familiares y amigos de personas con ideación suicida.
  5. Contener al resto de la comunidad educativa como se indica en el punto “b” de las estrategias de abordaje, con la ayuda de otros docentes y del equipo profesional de la escuela.
PALABRAS FINALES

Como dijimos antes, el cambio comienza con un solo gesto de un solo maestro o profesor, pero para que este cambio tenga real incidencia en nuestra comunidad y en nuestra cultura, para que realmente ayude a salvar muchas vidas, necesitamos que más docentes y no docentes se sumen, cada uno desde su lugar, para cuidar la vida de nuestros niños y adolescentes. Compartir este documento en sus redes sociales es una forma de lograrlo.

Son muchas las medidas que la comunidad podría tomar en la prevención del suicidio, pero, sin duda, las de mayor impacto para reducir los índices de suicidio actuales y futuros pasan por la tarea de los docentes. Solo la educación puede impulsar el cambio social que es necesario. Esa es nuestra responsabilidad.

Este contenido ha sido publicado originalmente por OBSERVATORIO en la siguiente dirección: observatorio.tec.mx y por Asistencia Suicida

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PREVENCIÓN DEL SUICIDIO



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