Muchos somos los que en nuestras vidas – y puede tener algo de lógico – comenzamos antes o después de haber vencido nuestros estudios por lo cual alcanzamos un titulo o varios, que deambulamos en diversas profesiones: recuerdo que cuando éramos pequeños, queriendo ser “adultos”, que ayudábamos a nuestros padres o familias en los negocios, en gestiones pequeñas y sencillas de realizar pero que nos parecían grandes, sin pensar en recibir remuneración económica alguna, pero si al menos una sonrisa, como señal de gratitud de nuestro compromiso con el trabajo, sin saber obviamente que era eso de compromiso. Nos decían “…cuando venga alguien, se hace así…” y así se hacia sin chistar.
Años después, siendo jóvenes, si queríamos independizarnos, para no ser “una carga de gastos económicos” a pesar de que nuestra meta o compromiso, eran los estudios y solo eso – para lo cual nuestros padres se sacrificaban – buscábamos un trabajito que nos permitiera salir a pasear, al cine y realizar nuestros primeros ensayos en invitar a tomar sorbete a alguna compañerita de estudio, siempre cuidando el equilibrio entre los estudios con buenas notas y no perder el “pegue”, lo que a su vez me educaba en el compromiso con mi trabajo y el estudio.
Simplemente, lo que se empezaba, se terminaba y tratándolo de hacerlo bien. Nada de dejar algo para mañana, cuando se puede hacer hoy.
Si bien esta cualidad – compromiso – donde unos las tenemos más que otros, sin importar los estudios realizados, aunque favorecen, pero no es una condición, de trasladarnos al concepto de compromiso, encontramos: Obligación contraída; Palabra dada. Lo anterior nos lleva, entonces, a formularnos varias interrogantes: ¿Deseamos tener un personal que labore por una obligación contraída con la empresa? ¿Se trata de administrar personas que nos den su palabra para alcanzar el éxito? O, simplemente, que trabaje bien porque nos lo ha prometido antes y durante su contratación.
No sería lo más adecuado, que el compromiso surja del contrato psicológico con el empleado, orientado a crear fidelidad por «agradecimiento» y «dependencia» y no por cohesión e identificación.
Cuando el empleado está identificado con la tarea y con la entidad para quien la cumple, ésta le resulta placentera, la creatividad alcanza altos niveles y los resultados son superiores a los esperados. Están en constante búsqueda de la calidad y de mejoras en los procesos, conocen y se involucran en todas aquellas áreas y actividades en donde puedan agregar valor. Piensan en el futuro y se sienten responsables de ayudar a construirlo. Hablan de la empresa con sentido de propiedad, se observan como parte del equipo, fomentan el liderazgo y lo asumen de acuerdo al caso.
Los que se comprometen y no son capaces de identificarse, aunque conocen y manejan la calidad tienden a no agregar valor al proceso, salvo que se les exija, pues su tarea consiste en dar respuesta a los requerimientos tal y como se le señalan. Destacan los errores, son capaces de percibirlos, pero no ofrecen soluciones.
De ser así, posiblemente la empresa demore más en cumplir con sus metas propuestas. Por cierto, ¿de qué lado se encuentra usted?, ¿Ha analizado el por qué?
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Autor: Ernesto Gonzalez , ciudadano nicaragüense, nacido en Cuba. Experiencia laboral: Lic. en Ciencias Pedagógicas con mención en química. 40 años de experiencia como docente en los niveles de educación media y superior; cursos de posgrado propios de la especialidad y en pedagogía; autor de libros de texto para la enseñanza media tanto en ciencias naturales, como sociales. Articulista para los periódicos La Prensa, El Nuevo Diario (nicaragüenses 2000-2008), actualmente para el periódico El Siglo 21 guatemalteco. Correo electrónico: [email protected] Cuenta de twitter: @gonzlez_ernesto |
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