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Tarea de los educadores frente al enfado de niños (y de algunos adultos) – Parte I

La educación emocional no puede dejarse de lado en una educación integral, “muchos de los problemas de los adultos se deben a las dificultades en la regulación de las emociones y eso no se enseña en la escuela”, sostiene Rafael Guerrero; y Francisco Javier Flores propone “que los colegios se hagan cargo [también] de esta dimensión de “educación emocional” que permitan a los niños y niñas contar con más herramientas y factores protectores para control de sus impulsos y formas de gratificación diversificada”.
Tener emociones es algo natural, e incluso sano en las personas, pero las emociones no siempre son positivas o agradables, éstas muchas veces son negativas y nos generan malestar. En el hogar y en la escuela se debe enseñar a gestionarlas, resulta imprescindible que estas competencias también estén presentes en la formación de los padres de familia y profesores; por ello partimos de una premisa (no siempre tan segura) que los padres de familia y el profesorado saben manejar sus emociones y entienden sobre la influencia de las emociones en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Como padres de familia y/o profesores hemos afrontado y afrontaremos: el enojo, el enfado, la irritación, el disgusto, …  de los niños y adolescentes (y de algunos adultos). Lo primero que sugieren los especialistas, es identificar porqué se está enfadado. El estar enojado no es tener licencia para lastimar a otros, de allí la importancia de educar para descubrir qué es lo que desata esa emoción y luego desarrollar estrategias para evitar que esos factores desencadenantes tomen el control de la vida e interfieran en la sana convivencia.

Son sentimientos que afectan emocional, cognitiva y fisiológicamente. “El detonante suele ser la creencia de que uno ha sido deliberadamente provocado. […] no son ni buenos ni malos, normalmente lo bueno o malo surge de cómo gestionamos estas emociones” (Fernando Azor). “Cuando nos enojamos inmediatamente nos transformamos en otra persona que tiene solamente una meta en la cabeza: defender tu posición a cualquier costo, pues después de todo, estamos en lo correcto” (Denhi Chaney).

El enfado, “es una emoción humana totalmente normal y por lo general, saludable”. No obstante, en la escuela, cuando un estudiante pierde el control de esta emoción puede volverse destructivo, pudiendo ocasionar serios daños a la convivencia escolar, porque lo hace sentir como si estuviera a merced de una emoción impredecible y poderosa, de la cual es prisionero. Expresar los sentimientos de enfado con firmeza, pero sin agresividad es la manera más sana de expresar el enfado, pero cuando se reprime y no se expresa puede generar otros problemas. «En algunos individuos llegan a ser “expresiones de ira patológica como, por ejemplo, conducta pasiva-agresiva (desquitarse con las personas indirectamente, sin decirles el motivo, en lugar de hacerlo de frente) o una actitud cínica y hostil duradera”. No es difícil toparse con estudiantes, profesores y padres de familia que están constantemente menospreciando a los demás, criticando todo y haciendo comentarios cínicos; ellos no han aprendido a expresar su enfado de manera constructiva (cf Asociación Americana de Psicología), no han aprendido técnicas para trabajar el enfado.

Cuando un estudiante o un hijo se enfada… debemos preguntarnos, antes de reaccionar: “¿Sabe el niño lo que le está sucediendo? ¿Tiene herramientas para gestionar su enfado? ¡La mayoría de las veces, no es que un niño no quiera controlar su enfado, es que no sabe!! Y nosotros, ¿enseñamos a los niños a controlar su enfado?” Eduardo Punset, nos dice que “por mucho que nos comprometamos a ser de una manera, a la hora de la verdad, nuestra parte más visceral nos lleva a actuar de forma contraria. Esa parte más visceral surge en estados de ansiedad, temor o enfado”. El Portal “A Escola Dos Sentimentos”, nos presenta algunas herramientas para ayudar a los niños/as a reconocer y manejar su enfado, para enseñarles a responsabilizarse de esa emoción. Hay que ser conscientes que cada niño es diferente, “así que debemos enseñarles todas las herramientas y dejarles al principio que elijan la que crean más apropiada. Pronto detectaremos cuáles son sus herramientas preferidas (siendo las que primero les ofrecemos) y poco a poco, ellos solos sabrán manejar su enfado y controlar las consecuencias de esta emoción tan poderosa. SE hace necesario que los educadores conozcamos y enseñemos TÉCNICAS DE CONTROL DEL ENFADO.

Lo anteriormente dicho, va unido a un requisito fundamental en la convivencia escolar: la salud emocional de los profesores, quienes han aprendido desde su formación inicial, maneras saludables de lidiar con el enfado y otros problemas que son parte normal de la vida, se sienten bien consigo mismos y tienen relaciones interpersonales saludables; porque saben que la rabia y el enfado son emociones que generan malestar y que no siempre son fáciles de controlar, pues pertenecen a la categoría de «sentimientos difíciles» (Celia Rodríguez Ruiz); y que la tarea educadora es ayudar a que los estudiantes aprendan a tener esas capacidades mentales que los haga capaces de:

  • Percibir, evaluar y expresar sus emociones
  • Utilizar las emociones para facilitar el pensamiento
  • Entender los antecedentes y consecuencias de las emociones
  • Regular las emociones en sí mismos y en los demás. (cf María José Roldán, Etapa Infantil).

“Las personas que están emocionalmente sanas tienen las herramientas para hacer frente a situaciones difíciles y mantener una actitud positiva” (Eva María Rodríguez), y saben responder a esta pregunta: ¿POR QUÉ ES IMPORTANTE TRABAJAR LA RABIA Y EL ENFADO?

“Cualquiera puede enfadarse, es sencillo, pero estar enfadado con la correcta persona, al grado correcto, al tiempo correcto, con el propósito correcto, y de la forma correcta, no está en el poder de todos y no es sencillo” (Aristóteles).

REDACCIÓN WEB DELMAESTRO CMF



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