En el intrigante conversatorio titulado «Ser profesor hoy», el destacado filósofo y educador, el doctor Pablo Pérez, arrojó luz sobre tres aspectos inquietantes que acechan la noble tarea docente, delineando un panorama en el que el profesor se encuentra más solo que nunca en su compromiso de educar
Pérez, exdecano de la Facultad de Ciencias de la Educación de UDEP y experto en Filosofía y Psicología, desentrañó la complejidad contemporánea del rol del maestro, destacando que en el pasado la familia y la sociedad colaboraban en la labor educativa. Sin embargo, en la actualidad, el docente se enfrenta a una soledad creciente, ya que la familia no desempeña su papel educativo y la sociedad, en cambio, desorienta.
«Tenemos que enseñar nosotros solos, compitiendo con lo que se dice fuera. Por ello, debemos estudiar mucho más», expresó, evidenciando la carga adicional que recae sobre los hombros de los educadores modernos.
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En su análisis, Pérez subrayó dos preocupaciones fundamentales. En primer lugar, destacó la escasez de verdad en el mundo actual y la responsabilidad del maestro de buscarla activamente. «Si no la encontramos, nos quedaremos sin profesión; no tendremos qué enseñar», advirtió. El educador, según Pérez, debe dedicarse a descubrir y enseñar verdades fundamentales que sirvan como brújulas para la vida.
«Tenemos que enseñar nosotros solos, compitiendo con lo que se dice fuera. Por ello, debemos estudiar mucho más».
Pérez comparó la tarea del filósofo, que busca la verdad, con la del educador, que tiene la tarea de enseñarla. Enfatizó que la educación no debe adaptarse a la «sociedad líquida» de modas y tendencias, sino centrarse en la búsqueda y transmisión de la verdad, rechazando la mera adaptación a ideologías efímeras.
El filósofo también señaló la preocupación de que la educación priorice los métodos sobre el conocimiento de la verdad. Enfatizó que el método no revela la verdad, simplemente se ajusta a las demandas cambiantes de la sociedad. «Hay que preocuparse de que el maestro conozca la verdad; si la conoce bien, siempre encontrará la forma de enseñarla», apuntó.
Pero el análisis de Pérez no se detuvo en la pedagogía. Hizo hincapié en la importancia de que los maestros sean sabios en la comprensión del ser humano y el mundo, permitiéndoles orientar a los estudiantes en los desafíos cotidianos. Subrayó la necesidad de respetar cada etapa de formación y no verlas simplemente como preparación para la siguiente, advirtiendo que lo que se omite aprender en una etapa puede perderse para siempre.
«Hay que preocuparse de que el maestro conozca la verdad; si la conoce bien, siempre encontrará la forma de enseñarla».
Finalmente, Pablo Pérez concluyó su reflexión con una llamada a la humanidad. En un mundo carente de humanidad, enfatizó la importancia de que los maestros se conviertan en sabios en esta virtud esencial. Remarcó que el maestro debe ser un portador de verdad y amor, pues no hay mejor manera de formar a las personas que hacerlo con amor.
En resumen, la tarea del profesor, según Pablo Pérez, se enfrenta a desafíos únicos en la sociedad actual, que exige más que nunca una búsqueda constante de la verdad y una conexión profunda con la humanidad.
En su soledad aparente, el profesor se erige como un faro de conocimiento y amor, guiando a las generaciones futuras en un mundo que necesita más de ambas virtudes.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Universidad de Piura en el siguiente dirección: udep.edu.pe | Por: Elena Belletich.