En un esfuerzo por reforzar los vínculos familiares y promover valores esenciales como la empatía, numerosos colegios han comenzado a integrar a los abuelos como participantes activos en la educación de los estudiantes. Esta iniciativa no solo fortalece la autoestima de los jóvenes, sino que también enriquece sus conocimientos y habilidades lingüísticas.
Un ejemplo destacado es el proyecto Shorashim, desarrollado en el Instituto Hebreo, que durante 30 años ha conectado a estudiantes con sus abuelos a través del análisis de fotografías y la recopilación de historias familiares. «Mis abuelos son las personas más sabias que conozco, y de ellos aprendo cosas que ni el libro más grande me podría enseñar«, afirma Amelie Katanella, estudiante de 8° básico del colegio. Este tipo de actividades no solo fomenta el aprendizaje intergeneracional, sino que también fortalece las relaciones familiares, como lo confirma Tomás Spolansky, quien destaca cómo esta experiencia lo ha llevado a comunicarse semanalmente con sus abuelos.
En otros colegios, como el San Ignacio de Machalí, se han implementado metodologías donde los estudiantes de 3° medio entrevistan a sus abuelos para investigar hechos históricos relevantes, como las condiciones de trabajo en la minería o la vida de las mujeres campesinas. Paola Giancaspero, vicerrectora del establecimiento, explica que estas iniciativas permiten aprendizajes más profundos y fomentan el pensamiento crítico al conectar experiencias familiares con eventos históricos. Los resultados de estas investigaciones se plasman en libros, como «Recuerdos que resisten: ecos de la nueva historia».
Macarena Moral, coordinadora del Departamento de Familia del Colegio San Francisco Javier de Puerto Montt, destaca cómo el rol de los abuelos ha adquirido mayor relevancia, especialmente en actividades como la Semana del Libro, donde los adultos mayores se convierten en cuentacuentos. Estas experiencias refuerzan valores como la empatía y la disciplina, al mismo tiempo que permiten a los abuelos involucrarse en el proceso educativo de sus nietos. Cecilia Guajardo, abuela de estudiantes del colegio, comenta: «La experiencia es única. Participar en tareas y compartir tiempo con mis nietos me ha enriquecido tanto como a ellos».
Jéssica Landes, coordinadora del área judaica del Instituto Hebreo, resalta que integrar a los abuelos en proyectos escolares fomenta el respeto por la diversidad de experiencias y refuerza el sentido de pertenencia. Esto demuestra que el aprendizaje trasciende las aulas, nutriéndose de los lazos familiares y comunitarios.
En suma, la participación de los abuelos en la educación escolar no solo enriquece el aprendizaje de los estudiantes, sino que también fortalece los vínculos familiares, creando una red de apoyo que beneficia a todas las generaciones involucradas.
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF