En un principio la idea surgió solamente para la Educación Primaria, etapa educativa en la que nos vamos a centrar para explicar el desarrollo de nuestra propuesta, aunque posteriormente se adaptó también para Educación Infantil.
El trabajo previo suponía contabilizar el número de participantes de cada año, cifra que rondaba entre 300 y 320. Dividíamos ese número entre los equipos que queríamos formar (44) y así obteníamos el número de integrantes de cada uno de ellos (7 u 8). Posteriormente formábamos dichos equipos empezando con un alumno o alumna de 6º que hará las veces de “capitán”, luego un integrante de 5º, 4º, 3º, 2º, 1º. Si teníamos que incluir a alguien más de cada nivel lo hacíamos evitando que fuesen de la misma clase (si había alguien de 5º A, el siguiente tenía que ser de 5º B o de 5º C). Pretendíamos evitar también la descompensación en cuanto a sexos, intentando que hubiera igual número de niños que de niñas.
Una vez formados los equipos, colocábamos los respectivos listados a la entrada del gimnasio. La expectación que se formaba aquellos días era algo indescriptible; todo el mundo quería saber quienes iban a ser sus compañeros y compañeras; se buscaban por los patios en la hora del recreo, en las filas de entrada al colegio, etc. Es decir, mucho antes del propio desarrollo de los juegos, se iniciaban ya actitudes de convivencia.
Elección de los juegos
Desde un principio partimos de una idéntica distribución. Había 44 equipos para jugar de 4 en 4, por lo tanto teníamos que preparar 11 estaciones de juego. Teniendo en cuenta que una de esas estaciones era el área de descanso, cada año deberíamos inventar, buscar, adaptar… 10 juegos diferentes. Ahí es donde se plantea la cuestión de la elección de los juegos.
Estaba claro que tenían que reunir una serie de características: debían ser nuevos y atrayentes, que solo con la explicación ya apeteciese jugar.
Por lo tanto, teníamos que estar convencidos de que los juegos funcionarían y transmitir nuestro entusiasmo no solo a todo el alumnado sino también a todas las personas que iban a colaborar (claustro, personal laboral, etc.). Teníamos que tener en cuenta, además, que iba a participar alumnado de diferentes edades, mezclados desde los 6 hasta los 12 años, y que los juegos no solo debían ser atractivos sino también asequibles.
Preparación de los materiales
Los materiales son de dos tipos. Por un lado, los propios de cada uno de los juegos, que quedarán detallados en la explicación individual. Aquí se incluyen también sus fichas y plantillas, que quedan recogidas en los anexos correspondientes. Por otro lado, están los materiales comunes a todos los juegos, que tienen como objetivo fundamental que quienes participan sepan en todo momento dónde deben colocarse en cada una de las estaciones, permitiendo así un funcionamiento de la manera más organizada posible. Nos referimos a la utilización de letras (A, B, C, D) y colores (azul, amarillo, rosa y verde).
Cada uno de los equipos, aparte de tener un nombre, también tenía asignada una letra y un color. Por ejemplo, un equipo tendría la siguiente denominación: número: 1; animal: león; letra: A; color: azul. En cada una de las estaciones estarían jugando cuatro equipos, cada uno con su número, su nombre, su letra y su color.
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