Nuccio Ordine (Diamante, Calabria, 18 de julio de 1958) es profesor, filósofo y uno de los mayores conocedores del Renacimiento y del pensamiento de Giordano Bruno. En la actualidad, es profesor de Literatura italiana en la Universidad de la Calabria en Cosenza (Italia). Fellow del Harvard University Center for Italian Renaissance Studies y del Alexander von Humboldt Stiftung, ha sido invitado por diferentes Universidades norteamericanas (Yale, New York University) y europeas (EHESS, École Normale Supérieure Paris, Paris-IV Sorbonne, Paris-III Sorbonne-Nouvelle, CESR of Tours, Institut Universitaire de France, Paris-VIII, Warburg Institute, Eichstätt University).
En 2011 la Universidade Federal do Rio Grande do Sul le otorga su primera Licenciatura honoris causa y los días 4 y 5 de septiembre de 2017 la Universidade Federal de Ciências de Saúde de Porto Alegre y la Universidade de Caxias do Sul le conceden sendas Licenciaturas honoris causa, “por su inestimable contribución en el campo de los estudios humanísticos”.
Es uno de los mayores expertos contemporáneos de Giordano Bruno y del Renacimiento. Sus libros han sido traducidos a muchos idiomas, el chino, el japonés y el ruso entre otros. Es el director de una nueva edición de las obras de Bruno y, junto con Yves Hersant y Alain Segonds, de tres colecciones de clásicos, para la editorial parisina Les Belles Lettres. En Italia es el director de las colecciones “Sileni” (Nápoles, Liguori), “Classici del pensiero europeo” (Torino, Nino Aragno) y “Classici della letteratura europea” (Milán, Bompiani). Escribe para el “Corriere della Sera”.
Compartimos con fines educativos – pastorales la entrevista de Beatriz Antón al reconocido escritor Nuccio Ordine y publicado en el portal La Voz de Galicia (España). Esperamos que la siguiente entrevista sea de utilidad par la comunidad docente.
La buena escuela la hacen los buenos profesores, no Internet ni las tabletas
«Lo que vivimos hoy en día no es una crisis económica, sino una crisis moral. Hoy reina la indiferencia hacia el sufrimiento del otro y el mensaje con el que se bombardea a los jóvenes es el egoísmo: estudia una carrera para trabajar y ganar dinero, piensa en tu interés, piensa en tu cuenta bancaria y no te preocupes de nada más. Es terrible». Nuccio Ordine (Diamante, Calabria, 1958) considera que la sociedad actual está enferma, pero advierte de que no todo está perdido. El autor de Clásicos para la vida y La utilidad de lo inútil (editado en España por Acantilado, en Galicia por Kalandraka y traducido ya a 22 idiomas en 32 países) defiende el estudio de las disciplinas humanísticas como antídoto contra la dictadura del utilitarismo y reivindica el papel de los profesores como «seres heréticos» capaces de combatir los «falsos valores» de la sociedad. Hablará de ello mañana en el campus de Ferrol (19.30 horas), invitado por la Cátedra Jorge Juan.
¿Qué fue lo que le llevó a alzar la voz a favor de las humanidades?
Estamos viviendo una crisis muy importante a causa del utilitarismo, que está destruyendo las cosas buenas de la sociedad, invadiéndolo todo, incluso la escuela y la universidad. La utilidad de lo inútil es un grito de alarma contra eso, una forma de protestar contra esa lógica utilitarista según la cual las cosas que no producen beneficio no son buenas, porque yo realmente pienso que la literatura, la filosofía, la música o el arte son muy importantes para hacer más humana la humanidad.
Dice que el utilitarismo está invadiendo la escuela y la universidad, ¿de qué manera?
La universidad tiene que ser un lugar para aprender la reflexión crítica, pero hoy en día no es eso. La universidad se ha convertido en un amplificador de los valores importantes de la sociedad, que son los valores económicos.
A los alumnos se les transmite el mensaje de que tienen que estudiar para aprender una profesión y ganar dinero, no para ser personas más solidarias, justas y preocupadas por el bien común.
Y en la propia universidad se empiezan a implantar sistemas de evaluación similares a los de las empresas. Pero ni la universidad ni la escuela pueden funcionar como una empresa. ¿Por qué? Porque en una empresa, si una rama no funciona, se corta, pero aplicar esta lógica al ámbito universitario tendría unas consecuencias terribles. Por ejemplo, si tenemos a un profesor enseñando griego y latín a tres alumnos, la universidad podría decir que eso es un lujo y eliminar esos estudios, pero al cabo de cien años, ya nadie sabría leer un texto en griego y latín. ¿Y qué implicaría eso? Pues un gran daño para la democracia, porque si cortamos la memoria, la historia, creamos una sociedad desmemoriada. Y una sociedad desmemoriada es una humanidad perdida, porque para comprender el presente y pensar el futuro tenemos que conocer el pasado.
En Ferrol, la Xunta ha decidido eliminar el grado de Humanidades por su baja matrícula y la Universidade da Coruña dejará de ofertarlo en el curso 2019-2020. ¿Qué opinión le merece?
¡Es una locura! Es lo mismo que intentaba explicar antes con el ejemplo del griego y del latín. Cerrar las titulaciones de Humanidades porque no producen beneficios económicos es un suicidio programado del futuro de la sociedad.
En sus libros también se muestra crítico con la llamada digitalización de las aulas. ¿El libro electrónico y los ordenadores no mejoran la enseñanza?
La tecnología no es mala, pero hay que saber cómo utilizarla. En el Reino Unido hace ya muchos tiempo que el Gobierno destinó mucho dinero para hacer una revolución digital en las aulas, pero, pasados treinta años, nadie puede asegurar que la enseñanza haya mejorado gracias a eso. Lo que sí se puede asegurar es que las multinacionales que vendieron esos equipos han ganado mucho dinero, porque la tecnología se queda obsoleta enseguida y hay que cambiarla cada cierto tiempo. La buena escuela la hacen los buenos profesores, no Internet, ni las tabletas, ni los ordenadores. Sin embargo, no se destina dinero suficiente a formar a los profesores ni tampoco a pagar su trabajo dignamente.
¿Qué papel deben desempeñar los profesores hoy en día?
A los jóvenes se les bombardea constantemente con la idea de pensar en el dinero y en su interés personal. Resulta terrible crecer con esa ideología, pero un buen profesor puede hacer un trabajo muy importante en el aula, porque el saber es una forma de resistencia al utilitarismo. El profesor tiene que ser un hereje que critique los falsos valores de la sociedad. Y aunque a veces me siento pesimista, también soy optimista, porque de verdad pienso que un buen profesor puede cambiar la vida de un estudiante. Por eso hay que defender la educación, la escuela y la universidad. Si las destruimos, no será posible imaginar un futuro de humanidad solidaria.
Este contenido ha sido publicado originalmente por La Voz de Galicia en la siguiente dirección: lavozdegalicia.es