La pandemia está revolucionando el mundo de la enseñanza. Conceptos como la ‘educación híbrida‘, las habilidades blandas y el papel del profesor como dinamizador forman ya parte de un cambio imparable. Sin marcha atrás. Por Fernando Goitia / Foto: Ilustración: Mark Smith /THEISPOT
Un proverbio chino lleva un par de milenios advirtiéndolo. «Tus hijos han nacido en otra época; no los limites a lo que tú aprendiste». Una idea que reformuló John Dewey, célebre pedagogo americano, hace ya más de un siglo: «Si enseñamos hoy como enseñamos ayer, les robamos a nuestros hijos el mañana». El modo de enseñar a los niños y jóvenes, sin embargo, apenas ha variado desde que surgieron las primeras escuelas populares, en el XVII, o desde que, empujadas por las necesidades laborales de la Revolución Industrial, estas se extendieron por Occidente, en el XIX. Parece, no obstante, que ha llegado el momento de cambiar. Y la pandemia, convertida ya en gran acelerador de la digitalización, podría ser el último empujón.
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«Después de lo que hemos vivido, ya nadie cuestiona que la tecnología está aquí para ayudar a alumnos y docentes», señala Rocío Salguero, experta en tecnología educativa y directora de Formación y Desarrollo de la plataforma The Globe. Al fin y al cabo, el mundo educativo no se paró en los días más duros del coronavirus gracias a la tecnología y muchos creen que estamos ante el punto de inflexión para la llamada ‘educación híbrida o líquida’: aquella que combina la presencia en el aula con el uso de otros recursos para seguir aprendiendo fuera del centro educativo. «La pandemia ha sido el gran banco de pruebas de la educación híbrida, ya que nos ha permitido medir la validez de los formatos digitales en el aprendizaje -subraya Isabel Fernández, rectora de la Universidad Alfonso X el Sabio-. Y los resultados han sido muy buenos».
La demanda y creación de cursos de formación on-line para empresas se ha disparado durante el último año, al igual que las matriculaciones en universidades de educación a distancia como la UNED o la UOC. Este auge, unido a la virtualización forzosa de la enseñanza durante el confinamiento inicial, ha abierto cierto debate entre presencialidad y enseñanza virtual. Un estudio del Centro de Educación Universal, de la prestigiosa Brookings Institution, en Washington D. C., señala que los alumnos aprenden menos cuando lo hacen desde su casa. Y el problema se agiganta entre los chicos con menor nivel educativo, más proclives a perder el hilo en las clases virtuales.
“La pandemia no ha cuestionado la enseñanza presencial. Pero ha demostrado que el aprendizaje mejora si añadimos los recursos digitales adecuados”
Pero la pandemia, en todo caso, ha propiciado cambios irreversibles. «La idea de que la presencia física en el aula es fundamental ya no está tan clara -señala Alberto Mingo, vicerrector de Estudiantes y Emprendimiento de la UNED-. Las nuevas generaciones valoran de forma creciente los entornos de aprendizaje virtual, pero no solo ellos. Cada vez nos llegan más estudiantes más mayores que no aprecian diferencias entre on-line y presencial». Desde el año 2000, el número de alumnos que estudian en remoto en el mundo se ha multiplicado en un 900 por ciento. «La pandemia -matiza la rectora de la Alfonso X- no ha hecho que se cuestione el modelo de enseñanza presencial. Lo que nos ha enseñado es que todo mejora si le añadimos recursos digitales adecuados».
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El camino hacia una formación personalizada
Rosalía O’Donnell, CEO de Telefónica Educación Digital, lleva 20 años trabajando en ese campo. «La pandemia ha sido un tiempo de reafirmación para nosotros -señala- porque ha confirmado, por un lado, que la formación en tecnología digital, big data, ciberseguridad, marketing digital o desarrollo de webs y de apps son capacidades críticas para avanzar en la competitividad de nuestras empresas y de nuestro país. Y, por otra parte, hemos visto todos que las herramientas de formación on-line y digital, además de eficientes y eficaces, son la clave para preparar a la fuerza laboral de este país ante los retos del futuro».
Uno de ellos es proporcionar a cada estudiante la formación más adecuada para el desarrollo de sus capacidades: «Las herramientas digitales, además de muchas otras ventajas como la ubicuidad o la flexibilidad, permiten ver a los expertos en formación y pedagogos si un curso está siendo útil a determinado alumno -señala O’Donnell-. Gracias a ellas pueden comprobar si avanza y aprende y, de no ser así, corregir y generar el contenido que realmente necesita». Telefónica Educación Digital, la compañía que dirige, se especializa en formación continua para empresas, pero esta personalización de contenidos es algo que muchos llevan tiempo reclamando como eje transversal del sistema educativo, desde primaria hasta la universidad.
La idea surgió en 1983, año en que Howard Gardner -el John Dewey de nuestro tiempo- formuló su teoría de las inteligencias múltiples en su libro Frames of mind. Según Gardner, Premio Príncipe de Asturias en 2011, existen ocho tipos distintos de inteligencias y si las identificamos en cada niño podremos saber mejor qué habilidades, qué capacidades y qué tipo de aprendizaje es el más adecuado para él. Como dijo Albert Einstein: «Todo el mundo es un genio, pero si juzgas a un pez por su habilidad para trepar a un árbol pasará el resto de su vida creyendo que es un idiota».
«Es un buen retrato de nuestro sistema educativo, que no tiene en cuenta las capacidades y necesidades de cada alumno y trata y evalúa a todos por igual», explica Rocío Salguero. En nuestro país, sin ir más lejos, casi el 30 por ciento de los alumnos acaba repitiendo curso y el 16 por ciento no concluye la enseñanza secundaria obligatoria. «Por eso este modelo, nos guste más o menos, ya no sirve -retoma-. Debemos educar a los estudiantes para que sepan cómo aprender, cómo convertir información en conocimiento y analizar la efectividad de su propio aprendizaje».
La transformación de la docencia
En este mismo sentido, Josep María Altarriba, decano de EAE Business School, habla de las habilidades blandas o soft skills. «Una de las tendencias en formación es que las mismas personas son la herramienta para el cambio y para ello es preciso el pensamiento crítico, análisis, destrezas en la autogestión, aprendizaje activo, resiliencia, tolerancia al estrés y flexibilidad. Todo ello se gestiona a través de las habilidades blandas o soft skills».
Ayudar a los niños a identificar esos talentos e intereses personales que los involucren en su propia educación y desarrollo implica un cambio radical del paradigma educativo. Una transformación que en 2016 puso en marcha Finlandia, al descartar la enseñanza de asignaturas en favor de otra por temas o fenómenos amplios que integren diversas áreas de conocimiento (phenomenon learning, la llaman). La filosofía subyacente consiste en enseñar que lo importante es la calidad del tiempo y el esfuerzo, no la cantidad; además de desarrollar el pensamiento crítico (para, por ejemplo, detectar fake news en sus relaciones en redes sociales) y la resolución de problemas, con énfasis en la colaboración. Por eso, el gran cambio educativo, señala Cristian Olivé, autor del libro Una educación rebelde (editorial Grijalbo), pasa por la transformación de la docencia. «Ese concepto del profesor que llega al aula y da una clase magistral ante un grupo de alumnos sentados frente a él está abocado a la desaparición -sostiene-. Hay que motivar más a los profesores e implicar más a los alumnos». Dicho de otro modo: para educar a los estudiantes, los profesores deben escucharlos y guiarlos por el camino más adecuado para cada uno. «El profesor debe ser una especie de alumno líder -señala Sergio Calvo, vicerrector de Relaciones Institucionales y Vida Universitaria de la Universidad Europea-. La relación con los alumnos debe ser directa y cercana, sin dejar de ser un guía y un dinamizador. Y este es el gran cambio de paradigma: tú ya no vienes a aprender lo que yo te enseñe, sino que aquí aprendemos todos. Desde luego, es una de las cuestiones que más valoran nuestros estudiantes».
Este contenido ha sido publicado originalmente por XL Semanal en la siguiente dirección: xlsemanal.com | Por Fernando Goitia