Para conseguir un aprendizaje significativo y competencial, es imprescindible diseñar actividades que trabajen las habilidades cognitivas, establecer los objetivos y saber evaluarlos. Explicamos cómo hacerlo aplicando la Taxonomía de Bloom. En los años 50, la escuela de Chicago se interesó por el proceso de aprendizaje y su evaluación, desde el punto de vista de las corrientes psicológicas y pedagógicas de la época.
Benjamin Bloom, doctor en Educación por la Universidad de Chicago, formuló la Taxonomía de dominios del aprendizaje, más conocida como Taxonomía de Bloom, y estableció tres ámbitos de objetivos educativos: cognitivo, afectivo y psicomotor.
Más adelante, la Taxonomía de Bloom ha ido actualizándose a los nuevos tiempos, con aportaciones de Lori Anderson, David R. Krathwohl (alumnos del propio Benjamin Bloom) y Andrew Chrurches. ¡Te explicamos en qué consiste y cómo aplicarla en el aula!
¿Qué es la Taxonomía de Bloom?
La Taxonomía de Bloom, es una clasificación de objetivos de aprendizaje que va desde las habilidades de orden inferior hasta las de orden superior. La identificación de estos niveles y su orden ayudan al docente a diseñar actividades para conseguir un aprendizaje competencial.
El objetivo de esta clasificación es conseguir que, después de realizar un proceso de aprendizaje, el alumno adquiera nuevas habilidades y conocimientos. Por eso, consta de una serie de niveles construidos con el propósito de asegurar un aprendizaje significativo que perdure durante toda la vida.
Dimensiones de la Taxonomía de Bloom
La Taxonomía de Bloom se basa en tres dimensiones:
- Dimensión cognitiva: centrada en cómo procesamos la información.
- Dimensión afectiva: analiza el papel que juegan las emociones en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
- Dimensión psicomotora: enfocada en conocer cómo intervienen nuestras habilidades corporales y emocionales en el desarrollo como personas.
3 pasos para aplicar la Taxonomía de Bloom en clase
1. Plantear y diseñar actividades
Estas actividades han de responder a la diversidad de niveles cognitivos, sin olvidar los niveles más altos de complejidad en cada una de las etapas. Para favorecer el desarrollo del pensamiento complejo de los alumnos, debemos conocer los 6 niveles de habilidades cognitivas de la Taxonomía de Bloom: Recordar > Comprender > Aplicar > Analizar > Evaluar > Crear.
Esta gradación ayuda a evaluar los objetivos de aprendizaje y de cada actividad. Los distintos niveles sirven de soporte para analizar las actividades que diseñamos a lo largo de un curso, proyecto o unidad. Así, también sabemos cuáles son los niveles que hemos de reforzar.
2. Decidir los aprendizajes y el grado de profundidad
Al diseñar actividades, unidades o proyectos hemos de plantear qué es lo que queremos que aprendan los alumnos y en qué grado de profundidad. Recomendamos diseñar desde el principio objetivos competenciales que permitan abordar los distintos niveles. De esta forma, nos aseguramos de que tanto las actividades como el aprendizaje son competenciales.
3. Evaluar y analizar
Para aplicar la Taxonomía de Bloom en el aula es clave el momento de evaluación. Es importante poner foco en observar y analizar la consecución del objetivo de los alumnos, y para ello es importante escoger unos indicadores de evaluación acordes a las metas.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Tekman en la siguiente dirección: tekmaneducation.com
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