[Alexander Ortiz] La evaluación mediante rúbricas con escalas: una autocontradicción

El evaluador (profesor y/o los propios estudiantes, en el caso de la coevaluación, la heteroevaluación y la autoevaluación) tendrá la oportunidad de comparar cuán adecuada es la ejecu­ción de un estudiante con respecto al perfil construido.
La evaluación se basa en analizar cualidades y atributos del proceso de aprender, por eso su esencia y naturaleza es cualitativa. La evaluación siempre es cualitativa, de lo contrario no es evaluación. Hablar de evaluación cualitativa es tautológico, es una redundancia.

Lo que es cuantitativo es la calificación. Es por ello que, en un proceso evaluativo no debe haber grados, ni niveles, ni escala. Siempre que usemos una escala, estamos cuantificando, aunque la categoricemos con letras.

La evaluación se asocia más a la descripción, comprensión, valoración y argumento. La calificación está más relacionada con el número o letra que permite clasificar al estudiante en una escala y encasillarlo.

En la evaluación no hay calificaciones, no hay notas, ni en números ni en letras, sencillamente el estudiante aprueba o no aprueba el curso, y se hace una valoración descriptiva-comprensiva de su proceso de aprendizaje, se describen sus logros, se argumenta de manera comprensiva, caracterizando sus aciertos y desaciertos, según un perfil esperado.

Lo cuantitativo es sumativo, lo cualitativo es comprensivo. Si hacemos una escala, mediante rúbricas, lo que hacemos es quitar los números y sustituirlos por letras. Pero seguimos cuantificando. Y cuantificar no es evaluar, sino calificar.

Estamos de acuerdo que debemos valorar aprendizaje del estudiante, su desempeño. ¿Qué despliega el estudiante en su desempeño?: conocimientos, habilidades y valores. ¿Qué aprende el estudiante?: conceptos, destrezas, actitudes, es decir, desarrolla una competencia.

Más que valorar el aprendizaje, lo que debemos valorar es el desarrollo del estudiante, el desarrollo de una capacidad o competencia, observable en su desempeño.

No hay desarrollo de capacidades y competencias sin solución de problemas. El problema se resuelve en la actividad-comunicación; haciendo algo y diciendo algo. Tengo que observar al estudiante haciendo algo (leer lo que hizo, lo que escribió) y escucharlo hablando.

Puedo valorar el dominio de un concepto-destreza-actitud del estudiante, y este proceso es hermenéutico, no cuantitativo, es por ello que no puedo medirlos mediante una escala.

Para que una escala sea adecuada y pertinente, tendría que abarcar todas las posibilidades de acción del estudiante, en la solución de un problema, y sabemos que las posibilidades son prácticamente infinitas.

Es decir, ninguna escala agrupa o integra la amplia variedad de respuestas del estudiante ante un problema, y las infinitas opciones de desempeño. Es por ello que las condiciones, criterios, descriptores e indicadores no deben subdividirse en una escala de niveles, dado que el aprendizaje, el desarrollo, las capacidades y las competencias son inconmensurables, no se pueden medir.

Sencillamente lo que debemos hacer es una descripción comprensiva del desempeño del estudiante. Esto es lo cualitativo. Las cualidades y atributos no son mensurables, por lo tanto no deberíamos subdividirlo.

Si hacemos una escala, entonces estamos cuantificando y calificando, aunque lo nombremos con palabras: básico, aceptable, regular, excelente.

Debemos dar un salto conceptual en la asertividad del proceso de evaluación (valoración) y des-prendernos de la inclinación a calificar (insuficiente, en proceso, avanzando, logrado). Esto también es calificar.

Por otro lado, el aprendizaje y el desarrollo humano no es lineal, es configurativo, se va dando en forma de espiral: hay momentos de avance, retroceso, estancamiento, de nuevo avanza. El aprendizaje y el desarrollo es oscilántico, como el vuelo de las mariposas: va hacia delante, hacia atrás, a la izquierda, a la derecha, arriba, abajo, diagonal. Así se va dando el aprendizaje y el desarrollo.

Lo que debemos hacer es una descripción comprensiva del desempeño del estudiante, una caracterización cualitativa de lo que hizo y dejó de hacer en cada actividad, en un párrafo, explicitando sus aciertos y desaciertos (comparándolo con un perfil, con un estado deseado en esa actividad). No se debe declarar si el estudiante está avanzando o no, por cuanto el aprendizaje no es lineal.

Aquí se van tomando decisiones sobre el proceso formativo, no solo sobre el estado actual del aprendizaje estudiante, sino sobre el propio currículo y la didáctica, es decir sobre los contenidos curriculares, el estilo de enseñar y las estrategias didácticas que estamos utilizando.

Para decidir la promoción (que es otro proceso relacionado con la evaluación), es decir, si el estudiante aprobó o no el curso, la asignatura; al finalizar el curso, se reúnen todas las evidencias, es decir, toda la información obtenida de las actividades realizadas por el estudiante, y se comparan estas descripciones comprensivas (o sea, los resultados del estudiante), con el perfil construido.

Las rúbricas que incluyen escalas y niveles, son excluyentes, son contrarias al espíritu incluyente de la educación. Y, además nos desvían de la verdadera esencia de la evaluación, en el sentido de valorar.

La evaluación formativa, es decir la valoración, tal como la estamos asumiendo, en esencia, debe desengancharse de la calificación, de la medición, de las escalas y de los grados o niveles.

Es decir, para valorar el aprendizaje y el desarrollo del estudiante, no es necesario medirlo, ni calificarlo, ni encasillarlo en un nivel, grado o escala. Al contrario, la medición, la calificación, el encasillamiento, las escalas, niveles y grados, desvirtúan la evaluación y su esencia: valorar.


Autor:
Alexander Ortiz Ocaña, ciudadano cubano-colombiano.
Universidad del Magdalena Santa Marta, Colombia
Doctor en Ciencias Pedagógicas, Universidad Pedagógica de Holguín, Cuba. Doctor Honoris Causa en Iberoamérica, Consejo Iberoamericano en Honor a la Calidad Educativa (CIHCE), Lima. Perú. Magíster en Gestión Educativa en Iberoamérica, CIHCE, Lima, Perú. Magíster en Pedagogía Profesional, Universidad Pedagógica y Tecnológica de la Habana. Licenciado en Educación.
Correo electrónico: [email protected] / [email protected]

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