¿Te gustaría vivir una vida plena, sin dolor ni sufrimiento? Léeme.
Para vivir una vida plena, sin dolor ni sufrimiento es necesario detener tu mente revoltosa. A esto llegarás si te entrenas. Si no entrenas te puedes engañar. Mientras más entrenas a prestar atención a los pensamientos y a cuestionarlos, más fácil te será no hacerle caso a la mente y estar siempre presente. Eres presencia, pero si no entrenas seguirás sumergido/a en la mente obtusa.
Recuerda que la idea es desechar pensamientos. Llegará el momento en que los pensamientos no vendrán y podrás estar en el momento presente sin estar distraído/a con lo que tu mente te envía. Tu presencia y la capacidad de prestar atención plena, estarán siempre en el aquí-ahora y, poco a poco, comenzarás a ver aspectos de la realidad que antes no veías, por estar sumergido/a en los pensamientos.
Al final, conocerás la diferencia entre pensar lo que está sucediendo y contemplar lo que está sucediendo. Si lo observas para saber en qué va a terminar, entonces estás pensando, si lo miras para saber por qué sucedió, también lo estás pensando. En cambio, si lo miras, lo observas, lo contemplas, lo vives, lo experimentas y lo vivencias, sin sacar conclusiones, estarás entendiendo lo que significa sumergirte en tu consciencia y descubrir cómo es que funcionas, para liberarte de la ignorancia nociva de nuestro funcionamiento.
Estando en el presente, a pesar de las circunstancias externas, te darás cuenta que cuando estás aquí-ahora, en este momento y lugar, todo lo demás fluye suavemente, de manera natural, tranquilo/a, sosegado/a y en paz. Esto es vivir la vida, y lo logras de manera muy simple: respirando.
Muchos extrañan respirar. Eso es la vida, respirar. Así de simple. Y algo más trascendental: contemplar la respiración, observarla sin esperar ningún resultado. Es lo más hermoso que existe: no hacer nada, solo respirar. Podrías llegar a un bello silencio donde te encontrarás contigo mismo/a.
No puedo explicarlo. Al explicarlo me salgo de lo que es y conceptualizo. Lo siento, lo vivencio, lo experimento, lo contemplo, lo observo, pero no lo explico. Lo observo sin intención, sin propósitos, sin expectativas. Solo amar y nada más.
Amar es observarte, contemplarte, respirar. ¡No más!
Eso suena a cosas que hacemos cuando nos amamos pero no explica qué es amarse.
No explica qué es amarse, porque no hay forma de explicarlo ni de describirlo. Amarse no se explica ni se describe. Amarse es amarse. No hay más.
Amar es dar de tal manera que sin necesidad de esperar o pedir, recibas, y llenes el alma del otro de tal forma que siga recibiendo también sin pedir. Amar es decidir construir juntos la más bella relación consientes de la imperfección. Cuando te amas, nunca estás triste.
La tristeza es la energía que sostiene la creencia de que llegará el día que yo ya no tenga opinión. ¿Te imaginas lo que sucederá cuando tu cerebro se dé cuenta de que ya no tiene opinión? De que su opinión no importa. Te pregunto: ¿Serías capas de soltar tu opinión de las cosas? O por lo menos no expresarlas hacia afuera.
Sé que te cuesta más de lo que hay en la imaginación. Para ti una nueva tarea: Lo haré. Haré todo para no expresar mis opiniones. El silencio es la más elocuente de todas las gramáticas. ¡Calla! Has ayuno de opinión. No tengas miedo por no opinar, inténtalo. Deja que la verdad se presente ante ti cuando ya no quieras seguir opinando desde tu pequeño punto de vista.
Es una opinión: es imposible vivir sin opinar. Solo los animales no humanos, no opinan. Cada vez que hables, estás opinando.
El acto de vivir aquí y ahora permanentemente nos despoja de sentimientos y nos limita sólo a las emociones. Se disipan las emociones. Solo respiras y nada más. El sentimiento se hace eterno y se vuelve totalidad.
A veces dejamos que la mente viva nuestro vivir, en vez de vivirlo nosotros, aquietándola. Debes trascender tu mente. Debes saber muy conscientemente que somos energía poderosa y creadora, que somos amor y esencia divina. Esto nos llenará de felicidad.
La paz interior proviene de una mente vacía de pensamientos. La desidentificación con tu mente te abre las puertas a tu alma. Te permite entrar en la dimensión del amor. La dimensión sin Ego.
Eres el observador de tu mente, no eres “quien piensa». En este punto puedes observar tus pensamientos y descubrir que tu mente tiene miedo. Trata de asegurar su supervivencia. Trata de sobrevivir. Crea películas futuras de algo que “podría» pasarte para que te prepares, o mantiene la cinta fílmica de algo que ya pasó y ya no existe. Cuando en realidad, esas películas no son ni serán la realidad. La mente tiene miedo. Lo que tú no eres tiene miedo. Eres consciencia, no eres tu mente.
La adicción más grande que tiene el ser humano, no son las drogas, ni el alcohol, ni las comidas chatarras, ni mucho menos el sexo; es la mente. Nos clavamos en la mente profundamente, estamos poseídos por ella, pero no lo sabemos. Vivimos metidos en nuestra mente, no vivimos la vida, vivimos la mente.
A partir de este momento comienza a utilizar tus ojos físicos de verdad, comienza a ver tu vida con tus ojos físicos y dedícale a eso tu energía. Deja de ver imágenes mentales con tu ojo mental, y empieza a ver tu presente con tus ojos físicos. La energía que le dedicabas a tus pensamientos inconscientes ahora entrégasela a tu presente, y prepárate a experimentar el verdadero poder del ahora. De lo contrario, esa configuración de pensamientos nocivos del pasado y/o del futuro podrían llevarte a considerar la posibilidad de no seguir viviendo físicamente, precisamente porque no te sientes cómodo/a con tu situación actual.
¿Por qué una persona se suicida?
La génesis del suicidio no es psíquica sino formativa. La persona se suicida porque está viviendo un dilema emocional no verbalizado. Esta preocupación afectiva callada por el ser humano provoca un conflicto neuropsicológico. El cerebro produce configuraciones inversas y cortocircuitos neuronales que generan la necesidad de no vivir más. La persona siente que ya nada tiene sentido en su vida.
Detrás de un suicidio hay un problema espiritual y emocional, un problema de educación, hay falencias en la formación del ser humano. Aunque en realidad quien se suicida no es él sino otra persona. Porque alguien que esté consciente de que está consciente, no se suicida. Quien se suicida no está viviendo el aquí-ahora, no está atento, no tiene presencia en su vivir.
Cuando una persona se suicida en realidad no se suicida, porque ya su mente se ha transformado en otra persona. Por eso el antídoto contra el suicidio es la paz, la calma y el sosiego, para dominar la mente, doblegarla y aquietarla. Quien quita la vida al ser humano no es él mismo sino el súper yo, el ego, y los venenos del alma: ira, soberbia, miedo, ansiedad, rabia, arrogancia, temor, depresión, orgullo, estrés, angustia e ignorancia. Estas emociones aflictivas se disuelven y disipan mediante la meditación.
¿Qué es meditar? ¿Cómo meditar?
Puedes llamarlo: «meditación», «observación», «consciencia», «atención», «presencia» o «vigilia», al simple hecho de «meditar».
No te enfoques tanto en la palabra, sino más bien en la acción en sí.
Cuando estás presente, estás meditando.
Cuando estás observando, estás meditando.
Cuando estás consciente, estás meditando.
Cuando estás atento, estás meditando.
Cuando estás vigilando, estás meditando.
Nos han enseñado erróneamente que meditar significa negar algo, negar o evitar un pensamiento.
Nos han enseñado, de manera errónea, que meditar es cerrar los ojos y evitar los pensamientos para que nuestra mente quede en «blanco».
Así lo aprendimos, ¿verdad?
La mente en blanco se logra con la vigilia, no con la negación.
Cuando niegas un pensamiento, éste se resiste.
Cuando vigilas un pensamiento, éste se transmuta, se desvanece, se disuelve.
¿Cómo meditar entonces? Llevando tu vigilia a tus emociones, pensamientos y cuerpo físico.
¿Qué estás sintiendo? ¿Qué estás pensando? ¿Qué dolores musculares o tensiones presenta tu cuerpo físico? ¿Cómo estás respirando?
La anti-meditación es el resultado de no observar lo que sucede adentro de nosotros. En este punto nace la inconsciencia.
La práctica de la meditación interior consiste en observar lo que está sucediendo dentro de ti. La práctica de la meditación exterior consiste en ser consciente de lo que está ocurriendo afuera de ti. Es muy sencillo, ¿verdad? Entonces ¡medita!, y así te convertirás en una persona excepcional.
Eres una persona maravillosa
Finalmente, sé lo que has pasado, lo que aún sientes, y sé que cada día intentas ser la mejor persona posible, todo lo demás es secundario. Si alguna vez dudas sobre lo que puedes lograr, por favor recuerda que eres una buena persona y cada segundo es una nueva oportunidad que Dios te da para ser feliz. ¡No la desaproveches!
Vive los momentos difíciles, no como un castigo ni algo desafortunado, sino como una oportunidad para fortalecerte y conocerte más.
Tú más que nadie sabes que nada es eterno, así que toma lo que necesites, aprende lo que pueda servirte para después, y fluye con la vida. Recuerda que el miedo, la tristeza, el dolor, la rabia y la desesperanza también son parte de ella y de ti. Entre más te resistas, más duele, así que dales la oportunidad y las gracias por lo que vinieron a enseñarte, luego déjalos ir.
Eres un ser humano maravilloso, permítete equivocarte y caer, llora si lo necesitas y muéstrate frágil, eso es fortaleza, y no es malo; recuerda ser humilde, exigirte perfección es arrogancia.
No te reproches jamás por las cosas del pasado, vive tu presente y si alguien hace algo que te lastima recuerda dos cosas: son humanos igual que tú y si se equivocaron comprende, pero si lo hicieron con intención, solo déjalo ir. Entiende que no hay nada malo en ti, tus reacciones son solo el reflejo de situaciones del pasado que aún te abruman. ¡Suéltalas!
Agradece siempre, nada ni nadie pasa por tu vida sin tener una misión en ella, se receptivo/a y mantente dispuesto/a a aceptarlo. Suelta aquello que ya no encaja en tu vida y mantén las manos abiertas para lo que viene, pero no te aferres a lo que duele o no funciona, que ocupa el espacio de cosas, eventos, momentos y personas mejores.
NOTA DE REDACCIÓN: La Web del Maestro CMF publica los textos originales de su autor, no necesariamente coincide con lo expuesto en el tema, y no se hace responsable de las opiniones expresadas.
Autor: Alexander Ortiz Ocaña, ciudadano cubano-colombiano. Universidad del Magdalena Santa Marta, Colombia Doctor en Ciencias Pedagógicas, Universidad Pedagógica de Holguín, Cuba. Doctor Honoris Causa en Iberoamérica, Consejo Iberoamericano en Honor a la Calidad Educativa (CIHCE), Lima. Perú. Magíster en Gestión Educativa en Iberoamérica, CIHCE, Lima, Perú. Magíster en Pedagogía Profesional, Universidad Pedagógica y Tecnológica de la Habana. Licenciado en Educación. Correo electrónico: [email protected] / [email protected] |
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