[Alexander Ortiz] ¿Cómo se genera el aprendizaje humano?

Aunque en la actualidad existen mapas o se ha establecido la cartografía del cerebro que muestra los cambios en la actividad cerebral según los estados de ánimo, o las representaciones mentales y emocionales de los seres humanos, aún existen muchas incógnitas sobre la dinámica del cerebro y el proceso mismo de acción cerebral.
Es muy complejo determinar de qué manera interactúan las neuronas, cómo se relacionan, qué acciones de coordinación realizan, cómo se transmiten información entre ellas, qué mecanismos emplean para activarse y mediante qué procedimientos se complementan para formar tipos específicos de flujos comunicativos que generen sensaciones, percepciones, emociones, pensamientos, entre otros procesos de la mente. De manera que el funcionamiento del cerebro aún es un enigma en su dimensión procesal y en su dinámica.

A pesar de que se ha avanzado muchísimo en el conocimiento de la dimensión estática del cerebro humano, aún son insuficientes los descubrimientos sobre la dinámica cerebral. Sin embargo, éste es nuestro órgano más importante y valioso, cuyo funcionamiento desempeña un rol muy importante en la formación de nuestros estudiantes, de ahí que sea necesario analizar qué es en realidad el cerebro humano, así como los componentes, módulos, dispositivos o configuraciones que lo integran y los sistemas de representación humana.

¿Cuáles son los sistemas de representación del ser humano?

Las puertas de la percepción son los sentidos[1], y éstos son nuestros únicos puntos de contacto con el mundo, son los mecanismos de acceso al cerebro, lo cual indica que constituyen el comienzo, desarrollo y final de nuestra comunicación ya que nos permiten percibir el mundo exterior. Los sentidos constituyen los canales de acceso al cerebro humano, a partir de la relación que éste establece con el mundo exterior, pero cada ser humano elabora o concibe interiormente la representación del mismo. Los sistemas de representación son las distintas formas como el ser humano recoge, almacena, codifica y emplea la información en la mente, al ver, oír, gustar, palpar, oler y sentir. Los sistemas de representación se clasifican en visual (ver), auditivo (oír) y cinético (gustar, palpar, oler y sentir).

En la comunicación humana se pueden apreciar diversas modalidades de percepción del mundo que nos rodea. Igualmente, en dependencia del canal de acceso al cerebro que se utilice o del sistema de representación, así se podrá obtener una mayor o menor rendimiento en una actividad determinada.

Según Dale, el estudiante aprende un 5 % en las lecciones, un 10 % de lo que lee, un 20 % de lo que escucha y observa, un 30 % en las demostraciones, un 50 % en los grupos de discusión, un 75 % en las prácticas y un 90 % de lo que debate, expresa y hace enseñando a otros. Según Rodolfo Llinás, el cerebro utiliza los sentidos para apropiarse de la riqueza del mundo, pero no se limita a ellos. Es básicamente un sistema cerrado, en continua actividad, como el corazón. Tiene la ventaja de no depender tanto de los cinco sentidos como creíamos. Por eso, cuando soñamos dormidos o fantaseamos, podemos ver, oír o sentir, sin usar los sentidos, y por eso el estado de vigilia, ese sí guiado por los sentidos, es otra forma de «soñar despiertos». Es decir que, según este autor, no es tan distinto estar despierto que estar dormido.

Si partimos del supuesto que los estudiantes cuando reciben información novedosa, la procesan, la almacenan y posteriormente la recuperan para aplicarla a nuevas situaciones de aprendizaje, entonces una de las funciones del cerebro es la de un organismo que procesa, interpreta y sintetiza de manera activa la información que recibe utilizando para ello una amplia variedad de estrategias de procesamiento, almacenamiento y recuperación.

Las actividades que llevan a cabo los estudiantes tienen por objeto operar sobre el estado inicial para transformarlo en meta. Así, se podría decir que los problemas tienen cuatro componentes: las metas, los datos, las restricciones y los métodos. De ahí que es la cultura de la pregunta, no de la respuesta, la que estimula el aprendizaje autónomo, auténtico y neuroconfigurador. Se aprende, preguntando. Las preguntas, y sus respuestas,  son las que estimulan la creación y/o modificación de redes y circuitos neuronales.

¿Qué rol desempeñan las neuronas en el aprendizaje humano?

Hasta hace relativamente poco tiempo el cerebro humano constituía una verdadera “caja negra” inescrutable. Indagaciones sobre cómo ocurrían los fenómenos de aprendizaje, cómo se procesaban las emociones, los estados de atención, las habilidades, destrezas y las diversas capacidades humanas podrían ser objeto de especulación pero no de comprensión.

Los resultados de múltiples investigaciones han ofrecido pautas importantes sobre cuándo y por qué aprendemos, qué elementos pueden influir en un mayor o menor dominio de la atención y que áreas cerebrales se estimulan cuando “dispara” una reacción emocional.

Los seres humanos aprendemos de manera perdurable cuando somos transformados en el centro de la producción del aprendizaje y que éste se construye con interacciones entre las informaciones que llegan y las que ya poseemos (saberes previos), pasando de una visión sincrética a una visión analítica y después sintética, lo cual deja de ser un punto de vista particular de algún educador, o de alguna teoría, para transformarse en postulado científico que debe ser trabajado por todos los docentes en cualquier nivel de educación y en cualquier área del saber.

Si un docente, por ejemplo, no siente que la realidad del mundo constituye un dato o una información valiosa para sus estudiantes, y que le corresponde transmitirla; si cree que cada estudiante ya posee una idea y que la interpreta según sus experiencias y creencias, y recita entonces conceptos tradicionales desvinculándolos de las realidades que cada estudiante trae consigo y que ya aprendió viviendo; sólo hace un discurso que será memorizado transitoriamente por sus estudiantes, pero nunca podrá promover su transformación por la incorporación de nuevos saberes integrados a los saberes presentes.

Las nuevas investigaciones sobre el cerebro y los grandes descubrimientos que se han realizado en esto últimos 40 años, tienen  una extraordinaria implicación en el aprendizaje, y sobre todo en la capacidad de aprender de todos los estudiantes. Hoy se sabe que nuestro cerebro tiene un inmenso potencial para aprender, que nuestro conocimiento anterior, nuestras emociones y nuestros ideales afectan significativamente nuestro aprendizaje y que las actividades que hagamos con nuestros estudiantes, de una u otra manera pueden contribuir a crear y configurar nuevas redes y circuitos de comunicación neuronal.

En verdad, los recientes descubrimientos de la neurociencia están cambiando nuestras ideas de cómo se debe enseñar y aprender, lo cual tiene profundas implicaciones por cuanto la escuela se organiza de otra manera, el aula se ve diferente, la evaluación, la disciplina y las relaciones maestros-alumnos-padres se redimensionan. Como educadores estamos siendo protagonistas de una transformación en los cimientos del proceso de aprendizaje.

El lugar donde dos neuronas se conectan se denomina sinapsis. Cuando una célula tiene un mensaje para otra, le envía sustancias químicas estimulantes (neurotransmisores) a través de la sinapsis.

Cuando una neurona se activa, es decir, cuando se dispara, de ella emana una corriente eléctrica o potencial de acción que, al llegar a una sinapsis, genera los neurotransmisores, o sea, unas sustancias químicas.

Las dendritas y los axones son para las neuronas lo que los órganos de los sentidos son para el cerebro. Los axones, como conductores, se conectan con las dendritas de otras neuronas mediante la sinapsis.

La sinapsis es la estructura a través de la cual se produce el intercambio de información entre las neuronas. Haciendo un símil, podríamos decir que la sinapsis es similar al lenguaje que permite que los seres humanos nos comuniquemos, mediante los órganos de los sentidos, que en el caso de las neuronas son las dendritas y el axón. Los neurotransmisores constituyen el mensaje.

El aprendizaje de cualquier contenido por parte del estudiante involucra muchas sinapsis que, una vez activadas, contienen información de algún aspecto del medio o ambiente sociocultural en donde desarrolla su vida el individuo.

Como se aprecia, el cerebro humano es excesivamente complejo, por lo que es muy difícil comprender e interpretar esa especie de computadora neuronal conformada por un inmenso circuito integrado por redes de cientos de billones de nexos y relaciones.

Lo más interesante, increíble y a la vez valioso de todo este proceso es que, según Marion Diamond, investigadora en la Universidad de Berckely, podemos hacer crecer nuevas conexiones entre las neuronas, y es precisamente a estas conexiones a las que nos referimos cuando hablamos de aprendizaje neuroconfigurador.

Partiendo de este criterio, todos los estudiantes son capaces de obtener altos resultados en su aprendizaje ya que mientras más conexiones de neuronas logremos en sus áreas cerebrales, más eficientes serán las comunicaciones entre las neuronas y por tanto el aprendizaje en realidad tendrá una función neuroconfiguradora.

El cerebro es un mecanismo de búsqueda de patrones. Cuando un patrón percibido parece adecuarse y adaptarse, el cerebro lo almacena. A esto se le llama Programa. El aprendizaje en su forma simple de comprensión, no es otra cosa que la configuración de Programas Mentales. Todas las personas tenemos un programa para vestirnos, para ducharnos, para ir a trabajar. Una vez configurados en el cerebro humano, estos programas mentales se desarrollan de manera inconsciente.

Ni los conocimientos, ni el pensamiento, ni los afectos, ni las emociones, ni los sentimientos vienen con el cerebro, pero éste sí tiene todas las posibilidades de adquirir estas configuraciones afectivas, por cuanto está dotado con la maravillosa capacidad de aprender. De ahí que es la cultura de la pregunta, no de la respuesta, la que estimula la formación de redes y circuitos neuronales por cuanto activan los programas mentales. Por lo tanto, el docente de universidad no debe ofrecer respuestas ni soluciones a los estudiantes sino que debe hacer preguntas problematizadoras. Las respuestas de los docentes deben ofrecerse en forma de interrogantes que movilicen el cerebro de sus estudiantes. En este sentido, el aprendizaje se podría interpretar como un proceso de formación y configuración de nuevas redes y circuitos de comunicación neuronal.

En cada estudiante el procesamiento de la información se da a partir de sus esquemas mentales, sin embargo el ser humano procesa información de manera afectiva y continua. Precisamente, el aprendizaje neuroconfigurador busca configurar los afectos, las emociones, los sentimientos, las actitudes y los valores en la cualidad o configuración mayor que moviliza al estudiante y determina la potenciación y optimización de su aprendizaje: el amor, formando así redes y circuitos neuronales en la configuración afectiva del cerebro y de la mente humana.

Estas redes y circuitos neuronales inherentes a la configuración afectiva constituyen el preámbulo para la configuración instrumental, integrada por el conjunto de operaciones, acciones, habilidades, destrezas y actividades que el estudiante desarrolla en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Como consecuencia de lo anterior, en dependencia de las calidades y cantidades de las redes y circuitos de comunicación neuronal creados y/o modificados al interior de las configuraciones afectivas e instrumentales, así se configurarán también las nociones, conceptos, informaciones, creencias, teorías y conocimientos del estudiante, con sus procesos de memorización, imaginación, pensamiento y creatividad, formando así la configuración cognitiva del ser humano, creando y/o modificando nuevas y más diversas redes y circuitos neuronales en las diversas áreas, zonas o sitios de su cerebro.

Es decir, que en el aprendizaje humano, lo afectivo y lo instrumental preceden, guían, conducen y determinan lo cognitivo, pero en la vida misma, en la realidad, en la praxis cotidiana, lo afectivo y lo cognitivo determinan lo instrumental, o sea, el comportamiento humano está determinado por el pensamiento, por los sentimientos y por las emociones, pero el aprendizaje óptimo (memoria, imaginación, pensamiento, creatividad) está determinado por las actuaciones, las cuales a su vez dependen de las emociones y sentimientos. Sin motivación no hay actuación, y sin actuación no hay aprendizaje. ¡Así de sencillo!

Lo anterior es muy importante para la Neurodidáctica ya que cuando un estudiante se relaciona con un contenido novedoso, interesante y atractivo, utilizando la mayor cantidad de sus órganos de los sentidos (escuchar, observar, sentir, expresar, hacer) y cuando el docente universitario le comunica ese contenido mediado por fuertes procesos afectivos y emocionales, estimula en el estudiante la formación y configuración de nuevas redes y circuitos neuronales, crea necesidades de aprendizaje, estimula el deseo de aprender y la curiosidad intelectual; cualidades impulsadoras de procesos de aprendizaje en otros contextos, incluyendo la actividad del sueño.

De hecho, recuerdo cuando yo era estudiante, no hace mucho tiempo, que pasaba todo el día deleitándome en las maravillosas clases de mis docentes de la época, luego estudiaba toda la noche acostado en mi cama[2], me quedaba dormido con el libro cubriendo mi rostro y, de una manera realmente sorprendente e inverosímil, al otro día, al levantarme, dominaba a la perfección todo lo que había leído y algo más. ¿A qué se debe esto?

Por muchos años me estuve preguntando las razones de aquel extraño fenómeno, pero ahora, gracias al eminente neurocientífico colombiano Rodolfo Llinás conozco y comprendo la respuesta: el cerebro humano tiene la capacidad de generar pensamientos, percepciones y sueños, y en esas percepciones, sueños y pensamientos generados por el cerebro humano hay implícito, de alguna manera, un proceso de aprendizaje, un aprendizaje autónomo, auténtico y neuroconfigurador.

Todos estos hallazgos han sido posibles en las últimas décadas del siglo XX, debido al vertiginoso e indetenible desarrollo que han alcanzado las neurociencias, y en particular la neurobiología, que ha creado las condiciones imprescindibles para continuar investigando, estudiando, indagando las diversas zonas y áreas del cerebro en donde podrían estar localizados determinados espacios de la cognición.

Lo anterior, sin lugar a duda, es muy importante para la elaboración de teorías configuradoras. En este sentido, la Pedagogía Configuracional es una magnífica respuesta y el Neurocurrículo debe convertirse en el principal mecanismo configurante.

[1]   Ojos, oídos, nariz, boca y piel.

[2]  Mientras mis compañeros de clase dormían de manera espléndida toda la noche, con el fin de levantarse bien temprano en la madrugada a estudiar, yo estudiaba de noche.

NOTA DE REDACCIÓN: La Web del Maestro CMF publica los textos originales de su autor, no necesariamente coincide con lo expuesto en el tema, y no se hace responsable de las opiniones expresadas.


Autor:
Alexander Ortiz Ocaña, ciudadano cubano-colombiano.
Universidad del Magdalena Santa Marta, Colombia
Doctor en Ciencias Pedagógicas, Universidad Pedagógica de Holguín, Cuba. Doctor Honoris Causa en Iberoamérica, Consejo Iberoamericano en Honor a la Calidad Educativa (CIHCE), Lima. Perú. Magíster en Gestión Educativa en Iberoamérica, CIHCE, Lima, Perú. Magíster en Pedagogía Profesional, Universidad Pedagógica y Tecnológica de la Habana. Licenciado en Educación.
Correo electrónico: [email protected] / [email protected]

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