Sylvie Pérez Lima es una sicopedagoga española con Licenciatura en Psicología en Universidad de Barcelona, Master Orientación Educativa en Dificultades del Aprendizaje y Trastornos del Lenguaje por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), opina que los objetivos de la educación de hoy en el mundo, parten de una mirada constructivista e inclusiva, aunque los recursos destinados -en no pocos países- puedan resultar insuficientes, pero caso todos enfocados para que todos los alumnos participen, se sientan seguros y aprendan con los demás. Pero “la democratización de la educación como derecho de todos conlleva un aumento de complejidad en las aulas. En numerosas ocasiones nos encontramos con aulas con ratios elevadas, y, sobre todo, con múltiples diversidades que atender.”
Los profesores a pesar de tener una preparación sobre “el desarrollo infantil y adolescente y de la pedagogía de los procesos de aprendizaje, precisa en algunas ocasiones de apoyo, acompañamiento y orientación de los psicopedagogos, orientadores educativos y otros expertos”, que le permitirán establecer medidas de apoyo a los alumnos en sus programaciones de aula, así como planificar acciones individualizadas para cada uno de ellos.
¿Cuáles son los trastornos del aprendizaje más frecuentes? (03´ 01”)
Sobre el diagnóstico de estudiantes con trastornos del aprendizaje, del neurodesarrollo o con otras dificultades
Quizá, para quienes ya llevan o llevamos algunos años en las aulas, no nos es extraña la afirmación que “detrás del fracaso escolar está la falta de diagnóstico en alumnos con trastornos del aprendizaje, del neurodesarrollo o con otras dificultades”, debido a que, en algunos países, la formación inicial docente no profundiza en el inevitable encuentro y el debido tratamiento de las múltiples formas de aprender. Y es que, sostiene la psicopedagoga Sylvie Pérez, “en el ámbito psicopedagógico no trabajamos con y desde el diagnóstico sino desde los apoyos y medidas necesarias para los alumnos,” sin embargo se está llegando a la “medicalización de la educación”, que si bien se reclama legítimamente la figura de profesionales como la enfermería en los centros educativos para dar respuesta a las necesidades vinculadas a la salud que tienen los alumnos, “ello no debería en ningún caso normalizar que los docentes sepan qué medicación están tomando los alumnos, especialmente en el ámbito de la salud mental”.
“El diagnóstico tiene sólo la función de comprender las necesidades que tienen los alumnos. Pero el diagnóstico que etiqueta, en caso de que exista, ha de servir a la educación para volverse flexible en sus estructuras y ampliar sus recursos; para poder dar cabida a todas las formas de estar, de ser y aprender”.
Pero es -a veces- el propio sistema educativo el que desvirtúa la premisa precedente “cuando para poder obtener las becas de educación especial (para poder llevar a cabo logopedia, reeducación pedagógica y otras terapias al alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo) se requieren informes médicos del diagnóstico y certificados de la discapacidad.” Desviando el “foco en la necesidad de apoyo detectado desde el ámbito psicopedagógico”. Y es que puede faltar el conveniente control del impulso, el tiempo de espera… y la persistencia de dificultades en el aprendizaje pueden fácilmente ser tomadas como patológicas cuando son difíciles de gestionar, y caemos en la trampa de pensar que desde la farmacología se podrán resolver con mayor rapidez.
En esta situación, el lenguaje educativo se vuelve cada vez más médico y contamina la mirada docente. Puede incluso hacernos olvidar la perspectiva psicosocial de la educación: no todo depende de las condiciones biológicas de los alumnos. […] la mirada patológica de las dificultades, se acaba notando incluso en el nombre que reciben algunos momentos de evaluación educativos. Por ejemplo, la “valoración psicopedagógica” del alumno, que se lleva a cabo desde equipos de asesoramiento psicopedagógico públicos o privados, o por orientadores educativos. Estos a veces son requeridos sólo para el establecimiento de la etiqueta final, el diagnóstico, y no tanto para que orienten en las adaptaciones y ayudas que se derivan de esta valoración. Incluso en algunos sistemas educativos, “las pruebas que se llevan a cabo de forma interna al finalizar la primaria y con objetivos estadísticos se denominan pruebas diagnósticas. La palabra “diagnóstico” queda así relacionada con la evaluación educativa, cuando no debería”.
El trabajo entre agentes educativos, psicopedagogos, psicólogos sanitarios, pediatrías y agentes sociales
El apoyo que recibe el profesor de otros profesionales, “es necesario e imprescindible para poder respetar y acompañar las necesidades individuales. Pero la mirada debe ponerse en los apoyos específicos y medidas necesarias, en qué puede hacer el entorno para dar respuesta. […] Los docentes no necesitan incorporar a sus múltiples funciones la de describir sintomatología, opinar sobre la necesidad de medicación o sospechar posibles diagnósticos en base a la experiencia, derivando al alumnado a centros de salud. La alerta es correcta, pero no hace falta esperar el retorno del diagnóstico para la puesta en funcionamiento de las medidas de ayuda. Es una perversión del sistema cuando se solicitan diagnósticos para disponer de ellos en los centros educativos.
Por ejemplo: cuando los docentes detectan dificultades en la adquisición de la lectura y escritura, no es necesario esperar un diagnóstico de dislexia o trastorno del desarrollo del lenguaje para modificar y reforzar este ámbito en el alumno que presenta la dificultad. Cuando se observa una falta de capacidad de atención o memoria a corto plazo no es necesario corroborarlo con un diagnóstico clínico para poder planificar actividades” para enfrentar estos trastornos o problemas de aprendizaje.
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Los profesores sabemos que cada estudiante tiene su propio ritmo de aprendizaje, “son diversos y las diferencias son características del desarrollo personal. Respetar estas diferencias, personalizar y flexibilizar los enfoques siempre será más eficaz, pero sin depender de los diagnósticos. [… El poner] atención a las diversidades, nos permitirá “comprender la individualidad del ser y respetar los diferentes desarrollos y formas de aprender”.
Los textos precedentes (en parte) han sido tomados, por motivos únicamente educativos y de formación permanente, de este enlace: ¿Estamos psicopatologizando la educación?
La tarea docente del futuro necesita más preparación y más margen en su trabajo
Las estructuras rígidas e inflexibles, son un gran obstáculo para una tarea docente creativa y motivante. El proceso enseñanza -aprendizaje no se realiza en abstracto. Y más ahora, que la tecnología se presenta como una aliada para conseguir sus objetivos. Las TIC no hacen daño a nadie. Lo que puede ser peligroso es el uso que hacemos de ellas. Y para eso estamos los profesores actualizados y con deseos permanentes de aprender, para marcar los límites y el uso ético de los recursos digitales en la educación, para preservar el carácter antropológico de la educación, y enfrentar los modelos educativos surgidos en el marco de la globalización.
Para la profesora Pérez “una cosa es acceder y otra aprender”. Porque la posibilidad de ver titulares, leer noticias o buscar información, “o incluso libros de texto o materiales elaborados por profesores”, no equivalen por sí solos un proceso de aprendizaje. Es ahí donde el docente hace de guía. Y cuanto más pequeño sea el alumno, en teoría, más guía necesitará en ese camino”. El proceso de aprendizaje, aunque sea virtual, es social, y precisa de alguien “que modere, acompañe, guíe, que ayude a generar estas estrategias de poder estar con los demás”. Y esta es la tarea docente:
El proceso de transformación que se está dando en la Educación, con el uso de la IA y las aplicaciones educativas digitales, “dejará a algunos [profesores] por el camino”, y recomienda que “hay que dejarlos de lado. […] no vale la pena forzarlos a adquirir competencias digitales. Hay que analizar el perfil de cada uno y aprovechar sus saberes”. Mientras que para los “que acaban de entrar o los que entrarán, deberían saber qué se les va a pedir en su puesto. Y eso “tiene que venir de arriba”. Es decir, que haya una formación inicial docente de calidad, para que los docentes comprendan el uso educativo de lo que vayan a enseñar. Y es de valorar, de ser posible, que quien recién ingresa a las aulas vaya aprendiendo el oficio al lado de un docente en activo. “Qué mejor que estar con un mentor y observar el día a día, poder comparar estilos educativos de un profesor y otro y a partir de aquí, poner en práctica sus competencias.”
Pérez apuesta por una rutina de “puertas abiertas” entre padres y profesores. De esta manera, cree que “las angustias o preocupaciones” que tengan los padres “se pueden rebajar” yendo y hablando con el profesor. Las piedras en el camino del docente del futuro son varias. Pero, felizmente, después de la pandemia, en no pocos lugares, el colectivo está activo y ha revisado sus itinerarios educativos y está haciendo los “reajustes” o adaptaciones que le exige la nueva realidad educativa, y ha ideado nuevas rutas para trabajar con los padres de familia. “No lo veo anquilosado como antiguamente. Por eso mi mirada es positiva”. Cf Sylvie Pérez (UOC): “Hay que flexibilizar las estructuras actuales para dar más margen de trabajo al docente del futuro”
Retos del profesor hoy
La profesora Pérez considera que la tarea docente “ha evolucionado sustancialmente respecto a aquellos maestros que ejercían hace cuarenta o cincuenta años. La sociedad ha cambiado, y quienes educan a los adultos del futuro tienen ante sí nuevos desafíos. Si antaño el profesor era -ordinariamente- un mero transmisor de conocimiento cuya figura era muy respetada, el del presente y el futuro es alguien en continuo proceso de aprendizaje, que trabaja todos los tipos de inteligencia, para quien los exámenes no son en absoluto el único método para calificar y que tiene una continua interacción con sus alumnos,
El profesor que necesitamos hoy, afronta, entre otros, estos desafíos:
- Enseñar a pensar más que enseñar a repetir. «El desbordado consumismo de la sociedad actual, enfocada en producir, hace que se pida a las escuelas que sean un búnker para proteger a niños y niñas de la sociedad». (Nadia Ahufinger).
- El rol de figura autoritaria del profesor queda en el pasado. «Este paradigma fue cambiando hacia la idea de que el maestro debía relacionarse de manera más horizontal con los niños y las niñas, pasando de la transmisión de conocimientos al acompañamiento en el aprendizaje». (Nadia Ahufinger).
- Las nuevas tecnologías en las aulas. Implica que el profesorado esté en permanente proceso de actualización, […] es necesario ir un paso por delante de las demandas de la sociedad y, por otro, dicha actualización ha de estar promovida por los respectivos gobiernos. Además, hay que combinar la inmersión en las TIC del alumnado con la educación en el uso responsable de las tecnologías y cómo enfrentar la “aparición” (en algunos lugares) de una nueva brecha digital.
- Inclusión y diversidad. «Hay que trabajar para que las escuelas se conviertan en espacios inclusivos para todo el alumnado y que garanticen, especialmente, la presencia, participación y progreso de aquellos que se encuentran en desventaja educativa, ya sea porque tienen una discapacidad o enfermedad, porque se encuentran en una situación económica desfavorecida, por falta de conocimiento de la lengua…», (Nadia Ahufinger).
- Acompañar, no solo transmitir. Acompañamiento, orientación y tutoría son transversales a la transmisión de conocimiento. […] los profesores «deben saber generar la autonomía completa del alumno a través del conocimiento, y también del saber vivir en sociedad, compartiendo normas, reglas…».
- La implicación de padres, madres y otros agentes. «El acceso a la educación de los padres actuales, entre muchos otros factores sociales, contribuye a una necesaria corresponsabilidad de los aprendizajes de los niños y jóvenes». «Las escuelas han realizado procesos de apertura muy importantes para que las familias sean partícipes de las decisiones que se toman en los centros y formen parte de la comunidad educativa». (Nadia Ahufinger). Cf Los retos de la docencia del futuro.
“Una educación que en el presente ya contempla las diversidades debe seguir caminando hacia la verdadera inclusión, más allá incluso de la integración.” (18/02/2022)
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF