Las tareas de un docente en la comunidad educativa, es la consecuencia de una primera formación docente sólida y una permanente actualización.
Considere Usted si las ocho funciones, que compartimos gracias a la publicación de la redacción de ELIGE EDUCAR (Chile), tendrían que ser conocidas, interiorizadas y practicadas por todos los que estamos en este hermoso mundo de la educación; y si Ustedes añadirían otras (de acuerdo a su realidad) como nos sugieren. Compartimos éste artículo, con fines exclusivamente educativos – pastorales, y en la versión original.
Todos los días nuestros profesores se enfrentan a una serie de desafíos para educar a nuestros alumnos.
Es por esto que muchas veces los docentes son modelos a seguir para sus estudiantes, sobre todo por la forma en que relacionan con ellos y cómo generan el proceso de enseñanza-aprendizaje para entregarlas las herramientas necesarias para su posterior desarrollo.
Hace unos días compartimos con ustedes una serie de características con que los profesores cuentan, y que cualquier profesional quisiera tener. En esta ocasión, les dejamos una lista con algunas de las muchas funciones que realizan los docentes, y que dan cuenta de cómo ellos trabajan día a día por mejorar la enseñanza de nuestro país.
- Trabajo riguroso de preparación: los profesores saben perfectamente de lo que están hablando, conocen ampliamente lo que enseñan en clases y están listos para resolver cualquier duda, lo que incentiva a sus alumnos a querer saber y aprender más.
- Explican de forma clara y precisa: el proceso de enseñanza implica que los docentes se expresen adecuadamente, ya que el aprendizaje implica una comunicación acertada entre el profesor y el estudiante para facilitar la comprensión.
- Puntualidad a toda costa: los profesores son siempre los primeros en llegar a la sala de clases, porque al llegar temprano al aula pueden atender detalles necesarios o anticiparse a alguna complicación antes de empezar la clase.
- Incorporan el uso de la tecnología: en plena era de la información, muchas veces el estar al día puede significar un reto, pero los profesores saben sacarle el máximo provecho a la tecnología para utilizarla en las materias y motivar a los estudiantes.
- Trabajan la empatía: cada día los docentes promueven la autoconfianza en nuestros estudiantes, ya sea a través de la sensibilidad que desarrollan que mantienen durante el proceso de desarrollo de los alumnos, o para enfrentar de la mejor forma situaciones complejas.
- Incentivan la participación: los profesores permiten que los estudiantes interactuén, fortalezcan su autoestima y generen un ambiente de participación, aspectos muy importantes para el proceso de aprendizaje.
- Permanentemente actualizados: para mejorar sus estrategias y prácticas pedagógicas, los profesores están constantemente capacitándose, asistiendo a seminarios y cursos, o realizando programas de perfeccionamiento como diplomados o doctorados.
- Crean aulas emocionalmente seguras: los profesores están atentos para evitar las burlas o faltas de respeto entre sus estudiantes, pero a la vez están preocupados de fomentar la libertad de expresión y pensamiento, facilitando un ambiente seguro para la enseñanza.
Desafíos a partir de la cuarentena
Desde las reflexiones de los y las docentes, queremos plantear algunos aprendizajes y desafíos para la educación en este contexto:
1. El valor insustituible y creatividad de los y las docentes.
Ante temores, incertidumbres y también presiones de varios actores, hemos apreciado una vez más el compromiso, sentido ético y creatividad pedagógica de los maestros.
Hoy, los profesores y profesoras siguen siendo los grandes mediadores de aprendizaje, ahora remotamente. A pesar de las barreras en accesibilidad informática y sin contar necesariamente con una formación en herramientas digitales, los y las docentes han buscado e inventado prácticas de trabajo a distancia.
Si bien muchos han utilizado herramientas digitales más sofisticadas, otros simplemente han aprovechado canales y aplicaciones ya conocidas por ellos mismos, sus estudiantes y familias, para facilitar el acercamiento a la enseñanza, como Whatsapp, Instagram o Facebook. Incluso algunos en zonas rurales se han organizado, a través de sus colegios, con las autoridades locales y el Estado central para llevar material pedagógico a los hogares.
Pero más allá del medio utilizado, lo más destacable ha sido la creatividad para adaptar contenidos y prácticas, manteniéndose conectados con sus estudiantes.
2. La desigualdad entre escuelas es evidente, pero no detiene a los y las docentes.
La pandemia ha contribuido a visibilizar parte de la desigualdad que nos aqueja, que no es solo de acceso a tecnologías, sino también de capital cultural del hogar y de las posibilidades apoyo emocional de cada familia. En contextos de mayor vulnerabilidad social, el proceso educativo se complejiza –no solo la enseñanza remota–, y por lo mismo, en estos sectores, es más importante el apoyo gubernamental.
Por lo tanto, por una parte, es clave reconocer las carencias existentes y que el Estado contribuya a romper la brecha digital y fortalecer el apoyo social. Por otra, es relevante que los establecimientos educacionales identifiquen los mejores mecanismos de apoyo educativo. Así, si bien será difícil impulsar actividades pedagógicas de forma digital, sí es posible dar orientaciones pedagógicas y retroalimentación , así como escuchar y –en parte– contener desde medios más accesibles, como el teléfono, Whatsapp u otras redes sociales con alta presencia.
Así, en estas realidades, hemos visto ejemplos creativos de docentes que logran conectarse con sus estudiantes y familias de forma sencilla, manteniendo activo el proceso educativo.
3. Ampliar el campo de aprendizaje.
Durante la cuarentena, los y las docentes nos han mostrado que es posible impulsar el aprendizaje más allá de la sala de clases. Una cocina, un celular, una conversación virtual o una práctica de meditación en la casa se pueden transformar en espacios de aprendizaje. Así, los profesores y profesoras nos permiten redescubrir que el currículum está en nuestra vida cotidiana y que es posible –y necesario– buscar formas innovadoras para la enseñanza.
En este tiempo, hemos visto que podemos aprender fracciones al compartir el pan, ampliar el vocabulario al jugar bachillerato, y explorar ciencias al sembrar una lenteja. Esta concepción amplia del espacio educativo, también permite dotar de sentido y pertinencia al aprendizaje, para que éste sea significativo y más efectivo desde la cotidianidad y realidad de los y las estudiantes.
4. Ampliar el sentido de la educación.
Por su parte, este contexto es una oportunidad para valorar el sentido amplio e integral de la educación. Sabemos que la educación es más que contenidos; es el desarrollo de habilidades socioemocionales, es la promoción del compromiso cívico y, sobre todo, permite –o debiera permitir– la búsqueda de la realización individual y social.
Por lo mismo, este es un periodo relevante para preguntarnos con qué lecciones vitales nos vamos a quedar cuando termine la cuarentena. Probablemente, con esta realidad, valoremos más el sentido de vivir en comunidad, las repercusiones sociales de los actos de todos –como quedarnos en casa– y el valor de las interacciones humanas. Asimismo, es una oportunidad para abordar elementos como el autocuidado y la empatía, entendiendo y considerando las emociones de quienes están alrededor, y de quienes están viviendo otras situaciones adversas.
En este contexto, también podemos desarrollar la creatividad, la capacidad de resolver problemas de otras maneras y aprender a relacionarnos con nuestro entorno cotidiano de forma distinta. Todos estos aspectos son esenciales en una educación de calidad, e incluso son parte del currículum de varios países.
Particularmente, en estos días excepcionales, el sistema educativo debiera recoger elementos presentes en la educación inicial. En este nivel –desde sala cuna a kínder–, se promueve una educación más holística, preocupada del desarrollo integral del ser humano, considerando su interacción en la sociedad, la naturaleza y poniendo un mayor énfasis en la educación socioemocional.
5. El bienestar y salud mental de los y las estudiantes es lo más importante.
El bienestar emocional de los y las estudiantes es un bien en sí mismo, por el que siempre debemos velar como sociedad. Además, ese bienestar es una condición necesaria para el aprendizaje: ¿cómo puede aprender un estudiante estresado? Por lo demás, todo proceso educativo debe considerar la integralidad de cada estudiante. Ser una oportunidad y no una carga. Una puerta a la imaginación, la curiosidad y el asombro. En definitiva, la educación esencialmente considera el bienestar e individualidad de los y las estudiantes.
Por lo mismo, es fundamental no solo ofrecer contenidos sino contención. Así, es clave escuchar y entender la realidad de las familias, para proponer orientaciones flexibles y logrables dentro de su cotidianidad y con sus limitaciones. Asimismo, es relevante que los y las apoderados comprendan el rol, tiempos y sentido del ejercicio docente, evitando presiones indebidas.
Además, para que los y las estudiantes cuenten con el respaldo socioemocional necesario, los y las maestros también deben cuidarse. Los espacios de contención y apoyo entre los docentes, son fundamentales.
En definitiva, los y las estudiantes no olvidarán jamás este tiempo extraordinario que vivimos. Por lo mismo, con la orientación e interacción de profesores y profesoras –y la colaboración de apoderados y cuidadores–, es posible aprovecharlo, para promover aprendizajes amplios y significativos que podrán marcar sus vidas para siempre.
¿Qué otro aspecto crees que refleja la labor que hacen nuestros profesores por educar a miles de estudiantes? ¡Comenta con nosotros!
Este contenido ha sido publicado originalmente por Elige Educar en la siguiente dirección: eligeeducar.cl