La autoridad, el respeto y la obediencia en la casa y en la escuela (II parte)

Los niños y jóvenes que crecen en un ambiente con roles claros y aceptados sobre quién es la autoridad, adquieren muchos más recursos emocionales y actitudinales para incrementar sus competencias sociales de convivencia positivas, lograrán índices más altos de autoestima y bienestar psicológico, y un menor nivel de conflictividad vincular en su hogar y en la escuela.

Hoy existen abundantes teorías y críticas relacionadas con la educación, la autoridad, el respeto, la obediencia, la disciplina, … (y ¡cuántas frustraciones se esconden detrás de algunas opiniones!), pero es necesario tener muy claro que “hay errores que sólo los padres están autorizados a cometer, porque pueden compensarlos de un modo que es imposible a cualquier otra persona” (Papa Francisco, 20/05/2015). Nuestros estudiantes, que llegan a las aulas, “requieren de padres estables y firmes que sepan enfrentar monstruos tan peligrosos como internet o la televisión”, porque su autoridad es única y tiene su fundamento en razón de los lazos de sangre, y no por normas culturales, dejando claro que los “padres ausentes” no pueden cumplir con este objetivo, y son los profesores nos vemos abrumados de tapar agujeros de la vida familiar como bien lo dijo Don José Mujica, el ex presidente uruguayo. (cf LA AUTORIDAD PATERNA SE GANA).

Conviene recordar que este artículo es complemento de:

La autoridad, el respeto y la obediencia en la casa y en la escuela (I Parte)

El conferencista colombiano de origen japonés, Yokoi Kenji, nos ofrece un interesante video (que ojalá podamos socializarlo) en el que explica sobre la razón que da una madre a su hijo sobre la relación entre el amor y respeto; y que compartimos de YouTube.

PADRES QUE MENDIGAN AMOR A SUS HIJOS (04´57”)

Consideramos que, si nuestros estudiantes conocen, aceptan y se forman sobre los conceptos universales de autoridad, obediencia y respeto; los interiorizan y los consolidan como valores en sus ambientes naturales como la familia y la escuela, la tarea educativa en la escuela será más fecunda.

Muchos reconocemos que los seres humanos, aceptamos naturalmente, sin imposición alguna, que nuestros padres merecen respeto y tienen una autoridad, y que cada hijo les debe obediencia, no por normas o leyes, sino porque se sienten amados por ellos. Y son justamente los padres, quienes hacen saber a sus hijos que los confían a otras personas durante las horas académicas en una institución educativa, para ayudarles a crecer integralmente.

El cariño, la cercanía y los buenos modales apoyan la aceptación de la autoridad:

Pedagogía del afecto: Los niños obedecen las órdenes cuando sienten afecto, confianza y familiaridad

Por otro lado, desde la formación inicial docente, se insiste en la importancia que tiene en la tarea educativa la relación, diálogo y cercanía entre el profesor y los padres de familia. La reunión con los padres de familia no es solo para entregar boletas de información, o acuerdo de actividades; sino fundamentalmente para conocerse, hablar el mismo lenguaje, trabajar armoniosamente y tomar las acciones educativas de común acuerdo.

Entonces serán los padres que con autoridad podrán recomendar a sus hijos tener respeto y reconocer la autoridad que tienen sus maestros. Son los padres de familia quienes, sin dejar de ejercer su autoridad, delegan su autoridad en un campo limitado como es la convivencia escolar y las actividades académicas.

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¿Tenemos claros, en la escuela, los roles de los padres de familia y los profesores? ¿Tenemos los padres de familia y los profesores, el mismo concepto sobre la autoridad, la obediencia y el respeto? ¿Están en nuestros reglamentos internos claramente definidas las obligaciones y derechos de los estudiantes, de padres de familia, directivos, profesores, personal administrativo y de apoyo?

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El respeto y la obediencia a los padres no es igual que a los profesores. Una es natural, espontánea, asimilada paulatinamente, y la otra es delegada, reflexionada y aceptada. Aunque explicar qué es autoridad y respeto al profesor, es por demás difícil, podemos ver dónde se existe. Si bien es cierto que los docentes pueden equivocarse, y es posible cuestionar sus dichos y sus actos; serán los padres quienes enseñarán a sus hijos que el medio de comunicación con sus profesores, siempre será a través del diálogo respetuoso, y aceptando la jerarquía del docente, que no es un par del alumno, sino su guía en el proceso de enseñanza-aprendizaje; y que no es su padre o madre, sino la persona en quien sus padres han puesto su confianza para ayudarle a educarlo integralmente. Es su colaborador, no su reemplazante. “De un buen profesor no te olvidas jamás” (Inger Enkvist).

Como antes, tampoco hoy (con toda la invasión del internet) puede negarse la necesidad que alguien, con cierta experiencia, nos ayude a encontrar el propio camino en la sociedad y en la vida. Paulo Coelho lo dice así: “No necesitas entender el significado de la vida; es suficiente encontrar a alguien que lo haga, y luego quedarte dormido en sus brazos y dormir como un niño duerme, sabiendo que alguien más fuerte que tú te está protegiendo de todo mal y todo peligro”. Es en el hogar (primeramente) en donde los hijos deben buscar, (aunque a veces no se den las circunstancias más favorables), la persona que le protege, en quien confiar; y luego (solo después) encontrarla en la escuela, antes que en calle o en el internet. “La familia ha de apoyar la evolución de los niños, controlarlos y ayudarlos en el proceso de escolarización y de introducción progresiva en diferentes ámbitos sociales” (Solares). Porque es en la familia y en la escuela, en diálogo permanente y serio, donde deben aclararse las dudas, y encontrar la verdad, lo más conveniente, oportuno y eficaz. Es con la ayuda de los padres y maestros como se logra ser más fuerte y seguro, para aprender de los tropiezos, de los errores. Es de sus padres de quienes, los niños y jóvenes debe en escuchar: “Por eso voy a darte fortalezas humanas dándote mucho amor y mucha seguridad en ti mismo. Pero no voy a quitar las piedras de tu camino, porque cuantas más piedras encuentres y más pesadas sean, más grande y fuerte construirás tu castillo” (Irene Villa).

No somos pocos los que coincidimos en que “la obediencia a la autoridad de los padres y maestros, no se opone a la autonomía moral, como se llegó a pensar en la Ilustración, sino que, al contrario, la potencia”.

“Autoridad moral y poder de gobernar tendrían que ir siempre juntos, pero debido a la debilidad de la naturaleza humana, no es siempre así, por lo que puede haber personas con poder de gobierno y sin autoridad moral”, y hagan que se cuestione o se rechace o se niegue la autoridad y la obediencia en la casa y/o la escuela. Para todos, recuerda Santo Tomás de Aquino, es conveniente prestar atención a la gente experimentada, a los ancianos y los prudentes, “pues la experiencia les enseña a éstos a penetrar en los principios” (Suma de Teología, II-II, q.49, a.3). Y, sobre todo, los hijos y los estudiantes han de reconocer (sin imposición), que confían en una autoridad regida por su finalidad -el progreso de quien obedece-, “reconociendo que ese perfeccionamiento querido ha sido vivido por la persona a la que concede autoridad moral”. (cf cit. AUTORIDAD MORAL Y OBEDIENCIA).

La licenciada Josefina G. Stegmann, en una publicación del ABC (España) (24/06/2018), compartía opiniones diversas sobre la autoridad del profesor en la escuela hoy. Y aunque son experiencias de lugares y realidades diferentes a muchos de nosotros, consideramos que vale la pena recordarlos: «El uso del “tú” en lugar del “usted” es anecdótico, lo básico es que haya respeto, y el problema es que se está perdiendo». «Antiguamente entraba el profesor y los niños se ponían de pie. Que se levanten o no da igual, el respeto tiene que ser de verdad y este se demuestra en clase de otras formas» (Rafael Jacinto). Tampoco el colocar “tarimas” o cambiar el contenido curricular asegura el respeto al profesor, esto “no pasa por asignaturas sino por recuperar valores básicos” (Juan José Losana). «Tiene que haber una horizontalidad entre alumnos y profesores, pero también una cierta asimetría de roles para no olvidar que uno es el alumno y otro el profesor» (Martínez-Otero). DERECHOS DE LOS DOCENTES: ¿CÓMO RESGUARDAR A LOS MAESTROS?

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Solo podremos hablar de autoridad, obediencia y respeto en el hogar y en la escuela, si la ponen en práctica padres y profesores que no han renunciado a esta tarea y responsabilidad sobre sus hijos y alumnos, porque ellos mismos tienen muy claras las razones y el cómo deben ejercerla, porque están convencidos que “la verdadera educación es no sólo hacer que la gente haga lo que es correcto, sino que disfrute haciéndolo; …” (John Ruskin).

“Cuando son muchos los que mandan, son pocos los que obedecen” (Joaquín Setanti)

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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