A los 67 años, Hermán Lázaro Barboza Vilte, jubilado y docente técnico con más de 40 años de trayectoria en Salta, se vio forzado a salir a trabajar nuevamente. La jubilación no le alcanza para cubrir sus necesidades básicas, y como tantos adultos mayores en Argentina, su situación es crítica. Pero lejos de rendirse, Hermán escribió su currículum a mano, lo copió varias veces y comenzó a repartirlo. Hoy ya tiene 26 clientes.
Con letra clara y sin errores, detalló sus servicios: electricista, cortador de césped, colocador de vidrios, herrería y hasta gestor de trámites. Su historia, que se conoció tras la publicación de un vecino en redes sociales, generó un impacto inmediato: fue compartida, aplaudida y comentada con respeto y tristeza.

Muchos usuarios destacaron no solo su caligrafía, sino su actitud y dignidad: “Un ejemplo de esfuerzo”, dijeron. Otros lamentaron que un hombre con tantos años de trabajo deba seguir buscando ingresos en lugar de descansar. Aun así, Hermán mantiene el temple y sigue adelante, trabajando de forma independiente y demostrando que, incluso en la adversidad, hay formas honestas de salir adelante.

Una historia similar: el currículum manuscrito de Carlos en Córdoba
La historia de Hermán recuerda a la de Carlos, un joven cordobés de 21 años que tampoco se dejó vencer por las dificultades. Sin dinero para imprimir su currículum, entró a una cafetería de Córdoba capital y pidió trabajo. Cuando le dijeron que podían recibir su CV, confesó que no tenía cómo imprimirlo. Entonces, la empleada —Eugenia— le ofreció papel y lapicera. Carlos escribió allí mismo su currículum a mano, con timidez, y lo firmó con un mensaje que conmovió: “Gracias por aceptarme el CV y perdón por la hoja impresentable”.
Eugenia, emocionada por su humildad y esfuerzo, compartió la historia en Facebook. Lo que no imaginó es que se haría viral. A las pocas horas, la publicación había llegado a miles de personas. La historia incluso cruzó fronteras y apareció en medios internacionales. La repercusión fue tal que la municipalidad lo contactó y le ofreció un puesto de trabajo en una vidriería local.
Dignidad escrita a mano
Ambas historias —la de Hermán en Salta y la de Carlos en Córdoba— son testimonios reales de lo que significa querer ganarse la vida con dignidad. Uno, con una vida de trabajo a cuestas, que debería estar disfrutando su jubilación; el otro, dando sus primeros pasos en el mundo laboral. Ambos, enfrentados a obstáculos distintos, respondieron con lo mismo: esfuerzo, humildad y determinación.
Pero más allá de la emoción que generan, estas historias ponen en evidencia dos realidades preocupantes: el abandono del adulto mayor y la precariedad de los jóvenes que intentan insertarse laboralmente. También nos recuerdan algo esencial: que a veces, una hoja escrita a mano puede decir mucho más que un currículum digital pulido.
Y que todavía hay gestos —como el de Eugenia— que hacen la diferencia. Porque a veces no se trata solo de dar trabajo, sino de reconocer el valor del otro. Y en ese reconocimiento, también estamos reconstruyendo algo más grande: la esperanza.
Redacción | Web del Maestro CMF