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Cómo ganarte a tus alumnos

La mayoría de los profesores coinciden en que sentir que un alumno ha aprendido “gracias a ti, a tu trabajo” es un momento muy satisfactorio. Pero para llegar a esto hace falta una condición necesaria: una clase motivada, atenta y con ganas de participar.

Sin embargo, algunos profesores y maestros pasan buena parte de la clase intentando, simplemente, conseguir el clima apropiado para poder enseñar. Sin olvidar que el oficio de profesor tiene también un lado satisfactorio, Kenia Montes maestra y psicopedagoga, nos cuenta Diez consejos para ganarnos la confianza de nuestros alumnos.

Compartimos con fines educativos – pastorales la publicación del Blog de Kenia Montes. Esperamos que la siguiente información sea de utilidad para la comunidad docente.

10 consejos para ganarte la confianza de tus alumnos

Hay dos tipos de profesores: los que conectan con sus alumnos y los que no. Si eres de los segundos, seguramente te hayas preguntado más de una vez qué es lo que podrías hacer para ganarte la confianza de tus alumnos.

La verdad es que, la mayoría de las veces, no hay nada nuevo ni revolucionario en la respuesta: se trata de confianza.

Como sucede en todas las relaciones interpersonales, cuando una persona despierta la confianza de la otra (y viceversa) las cosas fluyen.

En el contexto del aula, añadiría: ayuda a crear un clima que facilita el aprendizaje.

Y eso es, al fin y al cabo, lo que todo docente quiere.

Pero, ¿cómo ganarte la confianza de tus alumnos cuando aún no la tienes?

En este artículo vamos a hablar de algunas de las claves que te pueden ayudar a conseguirlo.

“Si quieres ganarte la confianza de tus alumnos, comienza por ser un experto en la materia, esfuérzate por conectar con ellos y ofrece un voto de confianza a quien te escucha.”

Sé un experto de la materia que enseñas

Hay algo que todo alumno espera, y exige.

Si tú eres el profesor y de ti voy a aprender, debes saber bien de lo que hablas, tener una amplia y sólida formación sobre la materia y estar al día de los cambios y de los nuevos conocimientos que van apareciendo sobre el tema.

Los dinosaurios que se anclan en lo que saben y no se actualizan, no gustan. Y los profesores nuevos que dudan demasiado o no conocen lo suficiente sobre la materia, tampoco.

En este sentido, los estudiantes son como detectores de humo. Intuyen muy rápidamente la competencia profesional de sus profesores y de ella depende, en gran parte, la confianza que les merece.

Sin credibilidad, no hay respeto profesional.

Una cualidad: la humildad ayuda a ganarte la confianza de tus alumnos

Viviendo en la era de internet y del conocimiento, donde a golpe de clic hay muchas cosas que se pueden aprender por tu cuenta, la aptitud no lo es todo. También importa y mucho, la actitud. Con “c”.

O dicho en otras palabras: tan importante es lo que sabes como la manera en que transmites lo que sabes. Se puede tener una mente prodigiosa y una cantidad de conocimientos abismal, pero eso no significa enseñar mejor. Puedes ampliar información sobre esto en el artículo “Una perspectiva sobre las actitudes de los docentes y el deber ser en el aula escolar”.

¿Por qué si no huimos de los sabelotodo?

Las personas que siempre tienen respuesta para todo, que no hay nada que no sepan ni nada que les haga dudar, nos hacen sentir incómodos. Parece que están hechos de otra pasta y, por eso, los profesores que tienen cierto halo de eruditos y eminencias, consiguen el respeto de sus alumnos, pero desde la lejanía. Desde su pedestal.

Ser falible, equivocarse, tener puntos débiles o cometer torpezas de vez en cuando, no nos roba la confianza de nuestros alumnos. Muy al contrario, nos hace humanos. Y eso te acerca a ellos.

A veces la mejor respuesta es un “no sé” (pero lo investigo).

Ganarte la confianza de tus alumnos es una carrera de fondo, y deberás repetir este proceso una y otra vez. No lo pierdas de vista.

“Ser humilde es la mejor manera de enseñar el valor del aprendizaje y ganarte la confianza de tus alumnos”

Ponle ilusión para ganarte la confianza de tus alumnos

Hay una diferencia abismal entre quien se implica en su trabajo y el que, simplemente, se limita a cumplir.

Esto (que se ve en todas las profesiones y oficios) en la profesión de docente, es una de las razones más fuertes que hace que estés en disposición de ganarte la confianza de tus alumnos.

La diferencia está en que un peón de cadena puede hacer un buen trabajo aunque no vaya con una sonrisa a la fábrica. Pero el profesor que entra al aula desmotivado, difícilmente podrá hacerlo.

¿Cómo puede despertar así la curiosidad y las ganas de aprender de los alumnos?

Dicen que las emociones se contagian, que tenemos algo llamado neuronas espejo que son las culpables de que cuando tú disfrutas con lo que haces, también lo hacen los que están contigo.

Quizá ésa es la explicación del por qué los estudiantes aprenden más y mejor con los profesores que muestran entusiasmo por enseñar, y por lo que enseñan.

Así que, independientemente de tus problemas personales y de tu estado de ánimo, intenta que tus alumnos no sepan si es un buen o un mal día para ti.

A esto se le llama profesionalidad. Y al goce por enseñar, vocación. No la pierdas por el camino.

Dales el protagonismo

En la enseñanza, el orden de los factores sí altera el resultado. Y debe ser: Primero, los alumnos y, después, tú.

Ya no valen aquellas clases magistrales en la que el profesor era el que sabía y en la que los demás oían, veían y callaban. Ese tipo de enseñanza unidireccional tiene algunas cosas buenas, pero también muchas carencias. Se queda coja.

El contenido curricular no puede estar esculpido en piedra.

Hace falta ser flexible. Escuchar a los alumnos. Atender a las necesidades particulares de cada grupo (y de cada alumno/a). Adaptarse a ellas. Priorizar sus inquietudes.

En definitiva, ser tú el director de la película, pero ellos los actores y las actrices principales. Los protagonistas.

Revisa tu metodología

Muy al hilo con lo anterior, para ganarte la confianza de los alumnos de tanto en tanto es necesario que te plantees si hay algo en tu manera de enseñar que pueda (y tenga que) mejorarse.

Es fácil, después de muchos años de experiencia como docente, caer en la inercia de dar las clases como siempre las has dado, únicamente porque es así como siempre las has dado.

Arriésgate a hacer cosas diferentes. O las mismas cosas, de una manera diferente.

La monotonía es enemiga del aprendizaje.

Y los errores mantenidos en el tiempo, aún más. Cuestiónate: ¿estás aplicando un método didáctico que juega en tu contra?

Se me ocurren muchos ejemplos de estilos educativos que no ayudan a crear un clima de confianza. El más lejano de todos: enseñar desde el miedo.

Todos recordamos (sin cariño) a aquel profesor duro que preguntaba la lección con severidad y dejaba en evidencia a las personas.

Cuida tu lenguaje verbal y no verbal

El otro día asistí a unas jornadas en las que uno de los ponentes leyó toda su charla sin levantar la vista del papel. Lo hizo con un tono monótono y sin un ápice de emoción. Ninguna anécdota, ninguna historia, ningún giro que sorprendiera, ningún nada. Te lo confieso: perdí la cuenta de las veces que bostecé.

A tus alumnos les pasa lo mismo.

Por muy importante y relevante que sea lo que les cuentas, si no consigues engancharles a lo que estás diciendo, no te escucharán. O en el mejor de los casos, te escucharán pero se les olvidará al de poco.

Por eso, cuida la manera en la que explicas en tus clases.

Hablar es fácil. Si eres capaz de traducir lo complejo y lo técnico a un lenguaje coloquial y divulgativo, serás mejor profesor. Básicamente, porque llegarás a más alumnos.

Explicar y ser entendido no siempre es lo mismo.

Utiliza la vitalidad, la espontaneidad, la naturalidad. No aburras. Introduce ejemplos de la vida cotidiana siempre que sea posible. Y acerca tu materia a cosas que sean significativas para ellos.

Como las buenas películas y los buenos libros, las buenas clases son aquellas que te resuenan.

Ahí es donde está el aprendizaje real y duradero. El que no se olvida.

Y ten en cuenta que también decimos mucho con nuestro cuerpo y la comunicación no verbal.

No te parapetes siempre detrás de la mesa del profesor ni adoptes otras posturas similares de distancia. Si lo que buscas es que te sientan como alguien cercano en quien confiar, acércate.

Otra cualidad: empatía

La empatía es una palabra ya desgastada, pero imprescindible para ganarte la confianza de tus alumnos. Todo el mundo la nombra y la saca a relucir como si fuera el remedio a todos los males.

Y puede que lo sea.

El ser humano es muy complejo, y muy simple a la vez. En el fondo, lo que todos buscamos es sentirnos apreciados por nuestra tribu. Y en el aula, nuestra tribu son los compañeros/as y el profesor.

No lo malinterpretes. No tienes que ser el profe guay, simpático y enrollado. Se trata de ponerse en su pellejo.

Si les escuchas, si te esfuerzas por entenderles (antes de ser entendido) y les hace sentirse reconocidos y valiosos, favorecerás su aprendizaje.

Y lo que es más importante en esto de la confianza: si tú les aprecias, ellos te apreciarán.

Confía en tu capacidad docente

La falta de seguridad que tienes en ti mismo/a impacta directamente en cómo consigues ganarte la confianza de tus alumnos. Es una de las características de tu personalidad que más influye en tu trabajo porque entra a las aulas contigo y puede echar por tierra tu credibilidad.

Te sorprendería la cantidad de buenos profesionales que parecen no serlo por su inseguridad.

Así que si ése es tu talón de Aquiles, trabájalo para poder proyectar la imagen de ser un profesor que quiere ganarse la confianza de tus alumnos.

Nadie quiere que le opere el cirujano que duda de si lo hará bien o mal y al que le tiembla la mano.

Confía en tus alumnos/as

Si quieres ganarte la confianza de tus clientes, antes tendrás que confiar tú en ellos.

Cree en sus posibilidades, hazles sentir que son capaces de hacer algo… y lo conseguirán. La ciencia lo llama efecto Pigmalión.

Los profesores lo llamamos confianza.

Y tiene retorno de vuelta. Confiar en alguien y demostrárselo es la mejor manera de que la otra persona también lo haga en ti.

10 Olvídate de todos estos consejos y sé tú mismo/a

Puedes tratar de cambiar o mejorar todos o algunos de los 9 puntos de los que hemos hablado. La intención dice mucho de ti.

Pero, en realidad, ganarte la confianza de tus alumnos no es algo que uno pueda decidir tener (o no) ni sobre lo que vayas a tener del todo el control.

Son los demás los que nos la otorgan así que lo mejor que puedes hacer es ser tú mismo, mostrarte de manera auténtica, seguir mejorando como profesional y confiar en que tus alumnos confíen en ti. En que si sigues haciendo las cosas bien, en algún punto, conectaréis.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Kenia Montes en la siguiente dirección: keniamontesformacion.com

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