La enfermera, en el ámbito escolar, brinda los cuidados de salud necesarios en la comunidad estudiantil y posee competencias que acreditan sus conocimientos y habilidades dirigidas a contribuir con el bienestar físico, mental y social de dicha comunidad, desarrollando labores de promoción de la salud y prevención de las enfermedades, adelantándose a los sucesos desfavorables y actuando eficazmente sobre ellos, por lo que debe estar presente en la institución educacional durante todo el horario escolar.
“Por supuesto que es el momento de reivindicar a la enfermeras escolares. Ya lo era antes, así que ahora sumamos más motivos para hacerlo”, afirma Natàlia Colina, enfermera escolar y vicepresidenta de la Asociación Científica Española de Enfermería y Salud Escolar (ACEESE). “Hay niños que requieren esta figura, igual que sus familias, por las necesidades concretas que tienen. Ahora hay que velar por la seguridad y los cuidados generales, igual que antes de la pandemia, pero esta situación lo ha acentuado”, continúa.
Todos los alumnos, destaca, se benefician de tener a una enfermera en su escuela, ya que les brindará conocimientos, actividades y cuidados cuando los requiere, y favorecerá la creación de un entorno saludable, permitiendo el empoderamiento para hacerse cargo de su propia salud, tanto en la edad infantil como en la adulta. En este sentido, tras la suspensión de las clases por la COVID-19, este trabajo ha sido “extraño y difícil de encajar, pues hemos prestado nuestros servicios de manera no presencial”. Como ejemplo, Colina señala que se ha hecho seguimiento de alumnos con enfermedades crónicas, que se ha ofrecido atención telefónica a familias y compañeros de trabajo; se han revisado, actualizado y creado protocolos de actuación en la escuela; se ha realizado educación para la salud a través de clases virtuales, vídeos o sitios web del propio centro educativo y se ha asesorado a las diferentes direcciones de las escuelas sobre medidas que se han de tomar para la reapertura de los colegios, entre otras actividades.
El trabajo de la enfermera escolar en la pandemia
Esta enfermera es, como se ha dicho, vicepresidenta de ACEESE, que “nace como marca nacional fruto del trabajo que desde hace años en España desarrollan SCE3 (Sociedad Científica Española de Enfermería Escolar) y ACISE (Asociación Catalana de Enfermería y Salud Escolar), con la finalidad de impulsar la Enfermería escolar en el ámbito nacional y apoyar a todas las comunidades que disponen de instituciones relacionadas con estos temas, y se busca dar apoyo a aquellas que aún no disponen de este tipo de entidad, pero que trabajan para dar visibilidad a la enfermera escolar. “Algunos de sus objetivos pasan por la implantación de esta figura en todo el territorio nacional, trabajando de forma consensuada con todas las comunidades y profesionales que se dedican, directa o indirectamente, a la Enfermería escolar”, impulsar acciones consensuadas para conseguir su implementación en todos los centros escolares o, entre otros, defender los derechos en el cuidado y la atención a la salud de la infancia y la adolescencia, uno de los sectores más vulnerables de la sociedad”.
Existen, subraya, realidades muy diferentes en cuanto a las labores que han venido realizando durante la pandemia. Por un lado, ha habido un “gran porcentaje” de enfermeras escolares que se ha trasladado a hospitales, centros de Atención Primaria, geriátricos o a otros lugares, para brindar atención y cuidados sanitarios; “algunas han sido llamadas, o reclutadas, a hacerlo y otras lo han hecho de forma voluntaria”. Y, por otro lado, otras han seguido desempeñando funciones para la escuela en la que trabajan, “reinventándose a medida que avanzaba la pandemia”. De forma paralela se han ido llevando a cabo tareas de divulgación para la comunidad educativa, tanto sobre COVID-19 y temas relacionados, como confinamiento saludable, recomendaciones para la desescalada y retorno a las aulas, como sobre otros temas, como el bullying o las vacunas.
Algunas enfermeras escolares han participado en las clases online que, a raíz de la clausura de las escuelas, se han impartido, “hablando, fundamentalmente, de temas de salud, ofreciendo consejos sobre medidas higiénicas y sobre otros muchos temas que no tienen que ver con el virus; ha habido alguna compañera que incluso lo ha hecho en lengua extranjera, a petición del colegio. He de decir que no ha sido la práctica habitual, ha dependido mucho del centro en cuestión”.
Se han seguido recibiendo consultas, aunque dependiendo de la escuela, “pues no todas las que cuentan con enfermera escolar han ofrecido este servicio; algunas están afectadas por ERTE, de manera parcial o completa”. Las que sí contaban con esta posibilidad, han sido principalmente los progenitores los que las han realizado, “siendo los accidentes domésticos el motivo más frecuente. También han consultado mucho sobre las vacunas que se administran en la escuela, dado que no se ha podido finalizar la pauta prevista al principio del curso y querían saber qué debían hacer”.
En cuanto a los ERTE, insiste en que las enfermeras escolares viven realidades distintas, por lo que han afectado en función de cada situación individual. “En algunos casos contrata Educación, en otros, el ayuntamiento de la zona, en otros, la enfermera pertenece a una empresa privada o forma parte de la plantilla de la escuela, y también hay enfermeras autónomas. Ante tal realidad los casos son muy diversos”. La propia Colina se ha visto afectada por uno, y en los casos que conoce “la vivencia no ha sido agradable: se interrumpen, sin previo aviso, las actividades que se estaban realizando con todos los miembros de la comunidad educativa, no puedes atenderlos como se venía haciendo y tampoco celebrar las reuniones de equipo para el seguimiento de los casos más vulnerables”.
Además, completa a este respecto, una vez conocido el potencial que tiene la promoción de la salud, y al darse la posibilidad de hacerla llegar con las herramientas digitales, “resulta frustrante no poder llevarlo a cabo”. Y la misma situación se da con el soporte a las direcciones escolares y a la institución en general, “a veces cuesta que cuenten con nosotras porque creen que nuestra actividad es puramente asistencial, y no es así. Somos agentes activas en salud y sabemos todo lo que esto supone. Por suerte, no siempre es así, y cuando sí lo es, poco a poco va cambiando la situación gracias a las propias iniciativas personales”.
Las necesidades de los niños
La educación para la salud “es primordial siempre, lo era antes de la COVID-19 y lo es en estos momentos”. Ahora, afirma, se le ha dado más importancia, especialmente desde el sector no sanitario, así que “la hemos potenciado mucho, de diferentes formas y al respecto de multitud de temas”, como la necesidad de instaurar rutinas saludables, el descanso, el ejercicio físico, la relación con las pantallas, evitar el exceso de información, la importancia de los autocuidados o la salud emocional, entre otros aspectos.
A la pregunta de si los niños, durante la etapa de confinamiento, presentaron alguna necesidad concreta, como una mayor agitación, ansiedad o falta de comprensión de la situación, la respuesta de Colina es rotunda: “sí, sin duda. Esta información nos ha llegado por medio de las familias, del tutor y del equipo de psicopedagogía de la escuela”. Además, destaca que se ha intentado dar respuesta a las mismas a través de comunicación con el entorno y con diferentes recursos que les han hecho llegar, también a los alumnos; “el trabajo con otros departamentos y el seguimiento de cada caso particular han sido muy necesarios durante el confinamiento y en la posterior desescalada”. Las intervenciones, en estos casos, se han llevado a cabo de diferentes maneras, habitualmente a través del equipo multidisciplinar, con el departamento de orientación psicopedagógica del centro o con el tutor o el coordinador. “Se han creado documentos consensuados con información dirigida a las familias, decálogos e infografías, y también vídeos de difusión para el propio alumnado. En otros momentos ha habido atención directa del estudiante o la familia por diferentes canales, según la edad y el caso particular”.
Por otra parte, en situaciones de niños con enfermedades crónicas, las intervenciones se han desarrollado principalmente a través del asesoramiento y el seguimiento de estos casos, junto a las familias. “Hemos sido un apoyo para ellas en estos momentos. A la vez, también hemos creado algunos vídeos tutoriales de técnicas específicas para dar apoyo y soporte”, completa esta enfermera.
El momento de las enfermeras escolares
“Ojalá supiera cómo va a ser la vuelta a la escuela. Lo que sí sabemos es que tanto alumnos como familias y personal del centro están deseando reencontrarse, a modo genérico”, comienza, y resalta que va a intentar instaurarse una “‘nueva normalidad’ parecida a antes de la pandemia. Veremos en qué medida es posible. Es cierto que existen temor e incertidumbre, así que la prudencia parece que estará presente durante todo el curso. En todo caso, la vigilancia y las medidas preventivas nos acompañarán en esta vuelta escolar”.
En cuanto a las normas de seguridad que se van a adoptar, Colina explica que, en general, se van a intentar evitar aglomeraciones en las entradas y salidas de la escuela y de las clases, el contacto entre el alumnado de diferentes etapas y grupos, en recreos e intercambios de aula, y se implantarán pautas básicas “que estamos integrando como forma de vida, es decir, el distanciamiento social, el uso de mascarillas en lugares de paso y comunes… Es cierto que existen unas actuaciones dadas por válidas en todos los centros, y otras que se están instaurando para el próximo curso, como los itinerarios que se han de seguir durante las entradas y salidas, la distribución de los espacios, el acceso a gel hidroalcohólico, el uso de mascarilla, etc.”. Además, subraya que las guías y protocolos oficiales ayudarán a emprender las medidas adecuadas, como la Guía de recomendaciones para el reinicio de las clases en los centros educativos (COVID-19), de ACEESE.
“Confiamos en que nuestra figura cobre más importancia, al menos eso es lo que deseamos y podemos vislumbrar”, afirma. En las escuelas en las que trabajan “se va a valorar más nuestra presencia, dando tranquilidad a todos los miembros de la comunidad educativa”; y los centros que no cuentan con enfermeras escolares “las van a añorar, y ojalá haya un reclamo desde la sociedad en general. Las ventajas de contar con una enfermera en la escuela son muy amplias”. Esta figura, enfatiza, debe ser la referente de salud en los colegios, poniendo a disposición de la comunidad educativa apoyo y atención, mediante la promoción de la salud, la asistencia, la función gestora, el asesoramiento, el acompañamiento, la vigilancia y, además, la labor social, docente e investigadora.
“Nuestras figura y presencia como enfermeras escolares son muy escasas todavía, a la vez que desigual según la comunidad autónoma. Lo cierto es que, aun en los centros en los que cuentan con nosotras como parte de la plantilla, muchas veces nos vemos limitadas, ya que se nos valora mucho por nuestra labor asistencial pero no por el resto de funciones propias”, añade. En la actualidad, con la pandemia de COVID-19, muchas de las escuelas que tienen implantada esta figura “han decidido no contar con ellas de manera activa o se han visto afectadas con algunos de los ERTE aplicados, ya sea parcial o totalmente. En nuestra opinión somos profesionales no aprovechadas”.
¿Cómo se ha adaptado la enfermería escolar a la situación actual de pandemia? ¿Cuál ha sido el proceso de creación de protocolos internos?
Durante el confinamiento los teléfonos de urgencias estaban saturados, por lo que la enfermería escolar sirvió de puente entre las familias y los recursos sanitarios cuando ellos presentaban síntomas y no sabían cómo proceder. En mi caso, llegué incluso a gestionar por correo electrónico un caso grave que precisaba asistencia hospitalaria y para el que la familia no conseguía una ambulancia, e incluso ayudé en lo que pude a Salud Pública, quienes agradecieron enormemente el gesto. Además, fuimos informando a las familias de las novedades que iban surgiendo, dando pautas de protección y prevención, y solucionando un sinfín de dudas que, si no hubiéramos estado nosotras, se habrían quedado sin contestar por la saturación del sistema de salud. Y todo ello a cualquier hora del día, incluso de noche y festivos.
Durante el confinamiento y antes que el Ministerio de Sanidad y las consejerías correspondientes dieran las directrices, ya comenzamos a plantearnos cómo sería la vuelta al colegio y cómo conseguir el nivel máximo de seguridad para toda la comunidad escolar. Empezamos a identificar, por estancias, cuáles eran los puntos calientes, los que podían entrañar riesgos, enumerando medios de protección y cómo alertar a la población. De ahí pasamos a conformar un protocolo de reincorporación del personal, así como otro para aparición de síntomas en el centro y uno último para saber cómo proceder en el caso de que nos notificaran un caso positivo.
Fue una tarea ardua, en la que fue básica la conformación de un equipo de trabajo formado por el Departamento de Enfermería como eje vertebrador, el de Recursos Humanos como responsable del personal (que más tarde serviría de punto de unión con Medicina del Trabajo) y el de Prevención de Riesgos Laborales, que ya estaba trabajando para asegurar las medidas de protección de los empleados.
Esta etapa dio pie a la creación de un documento que precisó de muchas revisiones, tantas como actualizaciones iban publicando el Ministerio y las correspondientes Consejerías.
Con todo ello enumeramos los medios materiales, humanos y formas de trabajo que precisaríamos para hacer frente a la situación, algo que pasamos a la dirección del centro educativo para su visto bueno.
Por ejemplo, diseñamos un protocolo específico para la gestión de objetos perdidos, otro para el acceso de personas al centro educativo, uno más para el procedimiento de desinfección y aislamiento a seguir en caso de presentarse un caso sospechoso o de notificarse un contacto estrecho dentro del centro. También un protocolo de acceso y ocupación de autobuses, redistribución de comedores, circulación por pasillos y patios, gestión del lavado de manos, etc. Y todo ello ajustándolo a las posibilidades logísticas y de infraestructura con las que contaba el centro educativo. Porque no hay que olvidar que las Administraciones daban pautas generales, pero luego había que adaptarlas a la realidad de cada colegio e instituto. Por ejemplo: ¿Os habéis planteado el orden a seguir en las actuaciones cuando se notifica un caso positivo en el centro? ¿Se llama primero a las familias? ¿O se aíslan a los compañeros? ¿O llamamos a Salud Pública? ¿O desinfectamos? … Esto no está explicado en ningún sitio y la visión de un sanitario in situ es fundamental para hacerlo correctamente y con garantías de éxito.
¿Con qué obstáculos han encontrado los profesionales de Enfermería Escolar?
No es sencillo, como se ha comentado antes: hacer que personas ajenas al ámbito sanitario asimilen conceptos y pongan en práctica conductas que nunca han tenido en cuenta por no haber sido necesario hacerlas.
En un centro como el mío donde llegamos a convivir cerca de 3.000 personas, solo el coste en geles hidroalcohólicos, termómetros, mascarillas y demás EPI conlleva varios miles de euros. A partir de ahí, se debía tener presente la contratación de más personal, la adquisición de equipos tecnológicos para hacer frente a la formación en línea en caso de confinamientos, las obras de ampliación para obtener más espacios de uso. Podéis imaginar la respuesta cada vez que se solicitaban más medios o procedimientos más exhaustivos para el control de contagios…
A los docentes, con su gran carga laboral con la que ya cuentan normalmente, imponerles horarios más saturados, limitándoles al máximo sus horas de libre disposición para preparar clases en pro de asegurar que los protocolos de higiene se mantenían, teniendo que realizar al mismo tiempo clases presenciales y conexiones online para los alumnos que estaban confinados en casa, pasar frío por tener todo abierto y no poder poner los sistemas de climatización, impidiéndoles comer en grupo con sus compañeros y hacerlo, en ocasiones, cara a una pared para evitar contagios… También podéis haceros una idea de cuán pesada suponía una nueva indicación del Departamento de Enfermería Escolar.
Por su parte, los padres de alumnos han respondido en líneas generales muy satisfactoriamente, pero aún con todas las precauciones que se podían tomar, había algunos que pretendían que fueran más exhaustivas todavía, sin tener en cuenta las limitaciones que se pueden tener en un centro educativo. Por ejemplo, en nuestro centro no disponíamos de infraestructura suficiente para permitir una distancia interpersonal entre alumnos de 2 metros en el comedor. No era logísticamente posible dar de comer en 2 horas a 2.000 personas en esas condiciones. Por ello, no tuvimos más remedio que recurrir a lo que nos ofrecía nuestra Consejería de Sanidad, que era permitir que los alumnos que pertenecían a grupos de convivencia estable, comieran todos juntos, sin separación entre ellos, a pesar de que nosotros hubiéramos querido que sí la tuvieran. Lo mismo ocurría con el transporte escolar: había padres que exigían que sus hijos no tuvieran compañeros sentados a su lado, pero eso no era viable, pues no podemos disponer del doble de flota de autobuses.
Quienes no han puesto impedimentos para la puesta en práctica de los procedimientos han sido los alumnos, especialmente los de infantil y primaria. Han sido un claro ejemplo a seguir.
¿Cuáles son las claves para la correcta gestión de los protocolos de salud en la comunidad escolar?
Una medida que os recomiendo tomar es ofrecer una comunicación fluida y transparente a toda la comunidad escolar. Con ello, evitamos crear falsos rumores que corren como la pólvora, provocar falsas expectativas o creencias en cuanto a la evolución de la situación, sentir miedos infundados, dar pie a situaciones de rechazo hacia personas que han sufrido la enfermedad o se han reincorporado tras haberla padecido.
Es igual de importante diseñar un medio de comunicación entre el Departamento de Enfermería Escolar y el resto de los departamentos del centro educativo: docentes, comedores, dirección, servicio de limpieza, informática, administración… De este modo, en caso de notificarse un caso positivo o sospechoso de infección, la gestión del mismo se hace verdaderamente rápida. Por poner un ejemplo, el primer caso positivo que tuvimos que gestionar nos llevó cerca de 6 horas, entre alertar a Salud Pública, identificar a los posibles contactos estrechos, llamar a las familias de estos alumnos y proceder a su evacuación, desinfectar las estancias afectadas, poner en marcha la parte tecnológica para poder iniciar las clases online al día siguiente, dar más información a las familias de cómo gestionar la cuarentena preventiva, avisar a comedores, transporte escolar, etc. Una vez vimos los problemas con los que nos enfrentamos esa primera vez, tomamos medidas y creamos un sistema de comunicación entre el Departamento de Enfermería Escolar y los responsables del resto de departamentos, de forma que en otros casos positivos, la gestión se limitó a escasas 2 horas.
Las familias y los empleados aplauden nuestro parte semanal sobre la evolución de la pandemia en el centro, donde indicamos los casos y las clases afectadas, si ha habido aulas confinadas, si el origen ha estado en los trabajadores o en los alumnos… También aprovechamos para dar información sobre nuevas medidas que se van adoptando en el centro, recomendaciones, peticiones de responsabilidad y trabajo en equipo.
¿Cómo debe ser un buen profesional de la Enfermería Escolar en época de pandemia?
Cualquier enfermera, bajo mi punto de vista, debe tener una serie de cualidades para desempeñar sus funciones de forma satisfactoria, tanto para los usuarios como para ella misma. Algunas de ellas son la empatía, la asertividad, la paciencia, el cariño, la amabilidad, dar ejemplo, etc. y así varias más. Pero lo que me ha enseñado la gestión de una pandemia de este tipo es la importancia de tener dotes de liderazgo, de toma de decisiones, de responsabilidad con su profesión, de resiliencia, transmitir tranquilidad, estar al día de las novedades, ser resolutiva y autogestionar de forma adecuada las propias emociones. No es fácil oponerse a las decisiones de Dirección, pero hay que hacerlo cuando son contrarias a lo que se debe hacer para asegurar la protección de las personas. Tampoco es sencillo enfrentarse a opiniones de padres que pretenden dejar en evidencia tu trabajo o saber responder de forma asertiva a quejas de compañeros que no entienden por qué hay que ser tan estrictos con según qué medidas… Hay momentos en los que la presión, la incertidumbre, el pesimismo, la rabia o la preocupación llaman a nuestra puerta, pero debemos estar preparados emocional y psicológicamente para no dejarnos arrastrar por ellos y saber gestionarlos de forma eficaz. Solo así seremos capaces de contagiar esa seguridad y optimismo sin perder de vista la realidad de cada momento.
También es importante destacar que cuando una profesión lleva a cabo una intervención educativa sistemática e intencional, como en el caso de la enfermería escolar, es imprescindible desarrollar competencias pedagógicas entre sus miembros. Ésta es precisamente la voluntad del Máster en Enfermería Escolar del IL3-UB. Este programa 100% online ofrece la especialización en un ámbito con una creciente necesidad de atender a los nuevos problemas de salud de los escolares desde la cercanía y desde el conocimiento concreto del medio educativo y que no pueden ser cubiertas por padres y/o profesores únicamente.
Formación en enfermería escolar
Como se ha visto, la labor de las enfermeras escolares es fundamental, especialmente en unas circunstancias excepcionales como las provocadas por la crisis de la COVID-19. Por ello, los profesionales que deseen especializarse y ampliar conocimientos sobre este campo de la enfermería cuentan ahora con el máster en Enfermería Escolar, ofrecido por AulaDAE y acreditado por la Universidad Pontificia de Salamanca.
Se trata de un máster online, equivalente a 60 créditos ECTS y 1.500 horas. Para ampliar información sobre el curso, se puede acceder al siguiente enlace: https://www.auladae.com/masters/enfermeria-escolar/.
Este contenido ha sido publicado originalmente por enfermeria21.com y il3.ub.edu