Diversas publicaciones y artículos coinciden en señalar el aumento de comportamientos disruptivos, violentos o inusuales en estudiantes, docentes y familias dentro del entorno educativo, especialmente tras la pandemia del COVID-19. Este fenómeno no debe verse como una moda pasajera, sino como el reflejo de un problema profundo: el impacto de múltiples factores -como el duelo, la incertidumbre, la ruptura de rutinas escolares y familiares, la ansiedad o la soledad- en nuestra salud mental.
Aunque los medios suelen centrarse en noticias dramáticas o virales que pueden distorsionar la percepción real de lo que ocurre en las escuelas, lo cierto es que la salud mental en el ámbito educativo se ha convertido en una necesidad urgente que exige atención, comprensión y acción concreta. Como opina Francesco Tonucci: «Educar no es solo transmitir conocimientos, sino ayudar a cada persona a encontrarse consigo misma, con los otros y con el sentido de su vida.»
Silencios que enseñan: la urgencia de hablar de salud mental en la escuela
Las escuelas y colegios tienen el deber de convertirse en espacios protectores y promotores del bienestar emocional. Para ello, es imprescindible que el profesorado reciba formación adecuada en salud mental, no para sustituir a los profesionales especializados, sino para colaborar en la detección temprana, la orientación inicial y la creación de climas escolares seguros y empáticos.
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El confinamiento, el aislamiento social, la educación virtual y los nuevos esquemas de convivencia familiar generaron huellas emocionales visibles e invisibles en nuestros estudiantes. Síntomas como el agobio, la ansiedad, la tristeza o la autoagresión no deben ser ignorados ni normalizados. Por el contrario, urge hablar de salud mental como parte natural del día a día escolar. Crear espacios donde se pueda expresar el malestar sin miedos, temores, barreras, prejuicios, ni estigma … es parte de nuestra tarea educativa.
La falta de bienestar emocional afecta directamente el aprendizaje: impide concentrarse, comprender, recordar y participar activamente. La salud mental, según la OMS, es un equilibrio entre lo físico, lo mental y lo social. Por ello, contar con docentes capacitados permite no solo acompañar a los estudiantes, sino también derivar a tiempo los casos que requieren atención especializada, evitando consecuencias posteriores más graves. Necesitamos profesores que enciendan el deseo de aprender de los estudiantes, pero teniendo con¡mo una base una buena salud mental y emocional. “Lo que se aprende con emoción, se recuerda y transforma.» (Rafael Bisquerra).
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La Licenciada. María Velasco, hablar de salud mental no es limitarse a la ausencia de trastornos, sino reconocer el modo en que nos cuidamos, nos relacionamos, superamos dificultades y le damos sentido a nuestra vida. Trastornos como la ansiedad, la tristeza o la baja tolerancia a la frustración han aumentado entre niños y adolescentes, y requieren ser atendidos desde una perspectiva integral. “Creo que la salud mental y la educación tienen que ir de la mano totalmente. (…) No son los colegios los responsables finales, pero sí el sitio clave de prevención.” (María Velasco).
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Aunque se ha avanzado en abrir la conversación -en algunos lugares- sobre la salud mental en la escuela, persisten muchas barreras: falta de preparación docente, escasos recursos, la indiferencia de los padres de familia, y la idea errónea de que solo los especialistas deben abordar estos temas. Pero los educadores también somos agentes de prevención, contención y orientación. Reconocer esta responsabilidad compartida es el primer paso para una escuela verdaderamente inclusiva y humana.
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Los trastornos mentales pueden aparecer a edades tempranas y han crecido en las últimas décadas. Según datos internacionales:
- Una de cada cinco adolescentes en Europa y EE.UU. sufre ansiedad, depresión o trastornos alimentarios.
- El suicidio es la primera causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años.
- El ciberacoso, la presión académica, los problemas familiares y los traumas impactan gravemente en el bienestar escolar.
- Incluso en la etapa preescolar, los síntomas de desadaptación pueden predecir dificultades futuras (Feng et al., 2008; Luby et al., 2014).
Por eso, aunque no sea nuestra realidad, comprender y atender la salud mental en el entorno escolar no es un lujo, sino una necesidad pedagógica, humana y social. «La salud mental no es solo un requisito para el bienestar individual, sino una condición esencial para el aprendizaje y la convivencia escolar.» (Reinhard Pekrun)
Según el World Economic Forum (07/05/2025), la OMS está impulsando estándares para mejorar la atención en salud mental juvenil. Ignorar estos problemas en la infancia y adolescencia puede tener consecuencias de por vida, tanto a nivel individual como social y económico.“Ignorar la salud mental en la escuela es cerrar los ojos a una parte esencial del aprendizaje. El bienestar emocional no es un complemento, es la base.” (Daniel Goleman).
Romper el silencio: salud mental, una deuda pendiente en la educación
Una educación de calidad también significa formar personas emocionalmente estables y resilientes. Esto comienza con docentes informados, sensibilizados y capacitados. Porque sin salud mental, como afirma la especialista Guadalupe Elizabeth Morales Martínez, “es difícil que un estudiante almacene información, pueda asimilar, obtenga habilidades, porque su pensamiento y su mente completa están enfocados en resolver una situación conflictiva en lugar de estar aprendiendo”.
Entonces, como comunidad educativa, ¿estamos dispuestos a asumir este compromiso o dejaremos que la salud mental siga siendo solo tarea de especialistas? ¿Qué hemos hecho -o dejado de hacer- frente a las señales de alarma? ¿Qué necesitamos aprender y transformar en nuestras planificaciones para cuidar mejor a nuestros estudiantes… y también a nosotros mismos?
“Sin salud mental es difícil que un estudiante almacene información, pueda asimilar, obtenga habilidades porque su pensamiento y su mente completa, igual que todo el sistema emocional, estaría enfocado en resolver una situación conflictiva en lugar de estar aprendiendo”, (Guadalupe Elizabeth Morales Martínez).
Redacción | Web del Maestro CMF