La importancia de los valores: Construyendo cimientos sólidos en casa y en la escuela

Los valores son pilares fundamentales en la formación integral de los individuos, y su desarrollo comienza en el seno familiar. Los valores inculcados en casa juegan un papel crucial en la construcción del carácter, la ética y la conducta de los niños y jóvenes. Es en el hogar donde se establecen las bases de la moralidad, la responsabilidad, el respeto y otros principios que guiarán las acciones y decisiones de las personas a lo largo de su vida. Los valores en casa no solo moldean la identidad y el comportamiento individual, sino que también sentarán las bases para una participación activa y positiva en la sociedad.

Sin embargo, el entorno educativo también desempeña un rol importante en la formación de los valores de los estudiantes. La escuela se convierte en un espacio complementario donde se promueven y refuerzan los valores inculcados en casa. A través de programas curriculares, actividades extracurriculares y la interacción con docentes y compañeros, la escuela puede contribuir de manera significativa en la construcción de una base ética sólida. Además, la escuela brinda la oportunidad de aprender y vivenciar valores como la solidaridad, la tolerancia, el trabajo en equipo y el respeto a la diversidad, al fomentar la convivencia armónica y el entendimiento entre individuos de diferentes orígenes y perspectivas.

Es esencial reconocer la complementariedad entre los valores inculcados en casa y los valores promovidos en la escuela. Ambos ámbitos de la vida del estudiante deben trabajar de la mano para fortalecer su formación ética y moral. Cuando existe una sinergia entre los valores transmitidos en el hogar y los valores presentes en la educación escolar, se crea un ambiente propicio para el desarrollo integral de los estudiantes. La alineación entre ambos espacios potencia la interiorización de los valores, su aplicación en la vida cotidiana y el cultivo de actitudes positivas, preparando a los jóvenes para enfrentar los desafíos y contribuir de manera constructiva a la sociedad en la que viven.

Valores en casa y valores en la escuela

Ciertamente está en uso el habla de valores, no así de hábitos virtudes o moralidad. Sin embargo, estos valores que tanto en muchas familias como en la escuela se dan (generalmente aconfesional), considero que carecen de validez real y profunda para que el niño reconozca en ellos piezas claves que le ayuden a dirigir su vida hacia lo que realmente le van a ayudar como persona hacia el bien.

Este relativismo está haciendo que tanto en las familias, como en la escuela, se inculquen unos valores bastante alejados de la profundidad que requieren para que se adquieran las virtudes.

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Valores sociales y familiares

Valores que hoy están en auge y que, por supuesto, son esenciales para toda persona y su relación con los demás; podríamos encontrar bastantes. Unos considerados más propios del ambiente social y otros del familiar, hallaremos entonces multitud de ellos como: la amistad, el trabajo, el dinero, el compañerismo, la cultura, la higiene, la estética, según hacia qué ámbito de interés nos dirijamos.

El problema principal que observo, es que lo que para una familia son los valores prioritarios a enseñar,  para otra pueden ser otros.

Esto provoca en la sociedad una gran confusión y dificultad en la convivencia ordinaria.

En mi familia puede ser esencial inculcar la sinceridad y mi esposo y yo empeñarnos diariamente en enseñarles a nuestros hijos la riqueza de lograr este valor; sin embargo, puede que en la familia de un amigo no le den tanta importancia y permitan ciertas mentirijillas.

Hay padres, por poner un ejemplo, que toleran las faltas de respeto que reciben de sus hijos desde la infancia. En un primer momento manifestado con pequeñas incidencias como son los gritos o las demandas constantes con malos modales, exigencias e incluso insultos ante la negativa de sus peticiones, los cuales suelen ser suaves al principio: eres tonto, idiota…Hay progenitores que ante estas reacciones se ríen o se lo toman como cosas de niños, pero esto es como un globo que va cogiendo aire y cada vez mas grande, llegará a provocar faltas de respeto mayores hasta llegando incluso a provocar problemas de violencia que sufren los progenitores por parte de sus hijos cada vez con más frecuencia…

El concepto de dignidad unido al de la vida, también están siendo pisoteados, el valor de la persona que es sin duda el que engloba la dignidad, está siendo anulado por multitud de pensamientos filosóficos e ideologías como la de género que proliferan a nuestro alrededor. No hace falta más que ver todas las leyes que se están impulsando hace años en favor de los divorcios, los abortos, la eutanasia…mancillan continuamente lo que es una persona, dejándola como un mero ser que puede ser empleado para un fin útil.

Dar valor a la vida

La felicidad es otro valor que todo el mundo persigue pero que casi nadie se sabe exactamente qué es. Hoy es sostenible cualquier concepto de felicidad que cada uno elija para su vida. Uno de los principales impedimentos ante los que se enfrenta este valor y que es lo que la persona consigue alcanzar con las virtudes, es su confusión con la propia sensación que generan los sentimientos personales, por ejemplo, del placer, los cuales suelen ser efímeros, momentáneos y fluídos en muchas ocasiones. A su vez, se busca esta felicidad como algo propio, algo ajeno a los demás, del servicio, del compartir, no puede más que surgir el egoísmo.




En las familias, por tanto, se han de tener claros los valores a inculcar, pues de otra manera serán otros los que eduquen a los hijos. Deberá ser una educación basada en la búsqueda del bien del niño, no de cubrir sus satisfacciones momentáneas, sino con una meta alta hacia la que dirigir todas las conductas.

“El hogar es el lugar apropiado para la educación de la virtud. Educar es comunicar que hay valores, especialmente el valor del amor, que hacen que la vida tenga sentido.

Sin embargo, la educación blanda a la que nos enfrentamos permisiva, relativista y hedonista, está llevando a muchas familias a perder el horizonte y a dejarse arrastrar por valores superficiales y relativos que imperan en nuestra sociedad.

Vemos niños que lo tienen todo, que no saben lo que es sufrir ante una carencia material, un no por respuesta, niños que imponen sus caprichos a los padres, los cuales muchas veces sin fuerzas, ganas o necesidad, bajan la cabeza, pierden su autoridad y con miras a un felicidad totalmente falsa, conceden incesantemente todo tipo de peticiones.

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Valores o antivalores

El consumismo y lo material, como estamos viendo, también son valores que podemos hallar fácilmente en las familias. Es una mentalidad de usar y tirar que está haciendo mucho daño, pues no se da valor real a las cosas ni se persigue el utilizarlas con responsabilidad, sino anhelando el egoísmo de tener más.

Se utiliza muchas veces esta práctica como forma de llenar el vacío interior, para satisfacerse, para lograr la felicidad ansiada.

El utilitarismo se podría decir, por lo tanto, que es un valor también presente en nuestra cultura, ante lo cual es muy necesario educar a los hijos: enseñarles que las cosas tienen su valor y su utilidad pero, sobre todo, que a las personas no se utilizan como fines egoístas, que se les debe respetar su dignidad y singularidad, que no se usan y cuando ya no nos sirven, se cambian por otras.

A los chicos, por ejemplo, es necesario enseñarles a respetar a las chicas desde temprana edad (y a la inversa), para que no lleguen a verlas como objetos que sirven para deleitar egoístamente la vista por su belleza o para calmar las ansias de placer que es lo que enseña la ideología de género.




El valor de la responsabilidad también es otro gran olvidado en los hogares. Niños que no aprenden a ordenar sus dormitorios, a sacar el lavavajillas o barrer el suelo. Que no se hacen cargo de ciertas tareas, pero para aprender, sobre todo, el estar al servicio de los demás, por amor, no a cambio de una paga o de un favor de los padres.

El valor del compromiso, la fidelidad y la lealtad, son, sin duda, cruciales, no sólo para una buena convivencia entre las personas, los amigos, compañeros de trabajo, familiares, sino que es imprescindible para enseñar a los hijos qué es el matrimonio, que no es un juego de dos personas y que cuando una se ha cansado, deja la partida, sino que es una alianza para siempre en la que hay que cumplir unas obligaciones, pero sin olvidar que el amor será el centro de ambos.

La virtud de la perseverancia tendrá gran importancia en este punto, así como en prácticamente todas las facetas de la vida del niño. Le supone una constancia, un esfuerzo, un saber mantenerse firme sin caer a la primera contrariedad ( y si se cae, que se levante y siga), ser equilibrado, fiel con sus ideas y principios, así como con las personas de su alrededor.

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El fin ideal de los valores

En definitiva, en las familias estamos viendo una carencia en la educación de los valores positivos en los hijos y estos están adquiriendo los valores que la televisión, la escuela o la sociedad en general, les ofrecen.

No podemos olvidar los valores del poder, de la fama y de la estética, que están tan en auge entre los adolescentes y jóvenes, y ante lo que los padres deberíamos estar en alerta. En pos de la fama y la belleza, como un bien absoluto de felicidad, los chicos llegan a hacer barbaridades, sobre todo, como estamos viendo, a través de las redes sociales. Necesitan sentirse aceptados y se venden sin pudor.

A su vez, hay padres que sin ser conscientes de ello, normalmente, les están inculcando a sus hijos una búsqueda desmesurada de la perfección en lo que hacen, hijos perfectos que den la talla a lo que la sociedad pide, especialmente en lo académico, se le exige un alto grado de éxito, de conocimientos, de triunfos.

Riqueza o éxito

Hay una excesiva preocupación del éxito del hijo en un futuro laboral, y este vive constantemente como en una carrera competitiva, con una gran sobre carga por tener que dar la talla, sobrecargado de actividades extraescolares y presionados.

La educación en unos valores morales que sí le van a ayudar a tener éxito en la vida no suelen ser prioritarios en muchas familias. En su lugar se presenta el bien económico como el fin ideal, que también es necesario, claro está, para vivir dignamente.

Los padres no debemos olvidar que lo verdaderamente importante es, sobre todo, el éxito que da el ser una persona madura, equilibrada, que se acepta a sí misma como es, y que sabe en cada momento dar lo mejor de sí a los demás.




Ejemplos en la escuela

Veamos algunos ejemplos significativos de los valores más resaltados en los colegios, de entre todos los que se pueden encontrar: El respeto, sobre todo a los adultos y en concreto en este punto a los maestros y profesores.

Hoy en día no solo es fácil encontrar a alumnos que falten al respeto a sus maestros en cuestiones de modales y obediencia, sino que podemos hallar a padres que se enfrentan incluso a la autoridad y decisión de todo un equipo directivo con gritos, insultos y amenazas. Padres que le dan la razón a su hijo ciegamente desacreditando la autoridad del maestro ante sus ojos.

Por otra parte, la falta de respeto entre los mismos alumnos, mediante insultos, gestos, desprecios, risotadas, bromas pesadas…es una constante. Es cierto que de toda la vida se han gastado bromas o se han tenido roces con los compañeros, pero estamos en unos momentos donde los límites del respeto y violencia que antes se mantenían, son a menudo quebrantados.

El amor al trabajo. Este valor prácticamente no existe. Muchos maestros trabajan sin amor hacia los alumnos, lo cual se visualiza sobre todo, cuando ante estudiantes problemáticos, no se empeñan en buscar cómo ayudarles con amor.

Tampoco los alumnos suelen hacer sus trabajos y responsabilidades con un sentido del amor al deber de aprender, son cada vez más los que muestran una actitud pasiva e irresponsable.




Valores alterados por la ideología

La igualdad, el valor mas mencionado y alzado por esta ideología radical y sus fans feministas. En honor del valor de la igualdad de todos los alumnos, que incluiría la tolerancia, solidaridad, respeto…se están llevando a cabo muchos programas en su lugar. Todos enfocados bajo esta teoría de género que pretende una igualdad de sexo, que los alumnos deben no tan sólo de aceptar, pues lógicamente se ha de reconocer a toda persona, sino que también se compartan e incluso, en su caso, se experimenten las inclinaciones sexuales de una cierta minoría, para así ser todos iguales.

Sin embargo, en este sentido, paradójicamente, hay colegios que no mantienen esta misma actitud de igualdad ni respeto de todos los alumnos por ejemplo, en cuanto a la asignatura de la religión católica.

Y qué decir de la solidaridad, se inculca un cierto sentimentalismo hacia los más necesitados, la solidaridad con los animales en peligro, los niños enfermos, la donación a los bancos de alimentos, la naturaleza…que por supuesto todo esto es fantástico y necesario, pero se olvidan  problemas reales y muy cercanos al centro escolar, personas que sí pueden ser conocidas, sufrimientos ante los que no se hace nada. Quizás tenemos al lado a un compañero necesitado de ayuda y lo pasamos por alto, ni le preguntamos cómo está.




Resolver la crisis

Es cierto que encontramos muchos maestros totalmente implicados en esta labor educativa y que ejercen su función lo mejor que pueden y saben, sin embargo, se encuentran a menudo con el problema de la crisis de valores que también vive la familia y que se refleja en las conductas de los propios alumnos, cada vez mas violentas e irrespetuosas, así como las normativas que les obligan a impartir una serie de contenidos y ante lo que se encuentran atados de pies y manos.

Hace falta volver a los valores que busquen enriquecer a los niños y enseñarles a vivir la vida encaminados hacia la búsqueda del bien como un valor absoluto, no vale de nada enseñar multitud de valores superficiales si la esencia del ser humano se descuida y no se le transmite al niño la verdad de la realidad que tiene ante sí, sino una parte parcial y en ocasiones, manipulada de la vida.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Presencia en la siguiente dirección: presencia.digital | Autor: Alicia Beatriz Montes Ferrer



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