La mayoría de los nacidos después de 1994 hasta el 2004, son llamados la Generación Z, no superan los 23 años, y están planteando, poco a poco, un cambio interesante en la dinámica de la sociedad y, por consiguiente, de la educación. Se la considera la primera que está puramente tecnologizada. Es la primera que se ha criado plenamente en la era digital, con ordenadores [computadoras] y acceso a Internet en todo momento.
Recuerdan que había que colgar el teléfono para usar Internet; pero este es un recuerdo vago, sin embargo, ya tenían acceso a estos recursos. Son más sociales, más empáticos y priorizan menos la riqueza, ya que se han educado en un mundo que les ha demostrado que el dinero y la economía pueden venirse abajo. Todos han sido influenciados por el Internet y la recesión económica.
Estas características, nunca antes han existido, y por ello (sic) resultan muy interesantes para el planteamiento de la educación por dos vías distintas. Por un lado, existe una parte de esta generación que está a punto de salir al mundo laboral y otra parte de esta generación que está ahora entrando al colegio, y cuyos docentes deberán adaptarse a las nuevas corrientes sociales y tecnológicas, sostiene Antonella Ceruti Andrés, en el Portal de la Universidad de Valencia (España); y agrega que esta Generación Z “prioriza la educación individualizada y la interactividad. Ya no basta con que se generalice o se expliquen los contenidos desde un atril. Cuanto más involucrados estén los docentes con sus alumnos, mejor responderán estos al contenido de las clases. Cada vez es más difícil negar que será primordial convertir a los alumnos en parte activa del proceso de aprendizaje”.
El Tiempo de Bogotá (Colombia), publica una entrevista al sicólogo francés, profesor de psicología y autor del libro Aprender a resistir, Olivier Houdé, (Bruselas 1963); de la autoría AFP, y de la cual extraemos, con fines educativos – pastorales, cuatro respuestas sobre cómo educar el cerebro hiperconectado de la Generación Z, que “ha crecido con los videojuegos y los teléfonos móviles, ha ganado aptitudes cerebrales en lo que se refiere a la velocidad y los automatismos, en detrimento de otras como el razonamiento y el autocontrol, y hay necesidad de tener un aprendizaje adaptado a estas mutaciones”.
¿Es diferente el cerebro de los niños nacidos en la era digital?
“El cerebro es el mismo, pero los circuitos utilizados cambian. Frente a las pantallas, y en la vida en general, los nativos digitales tienen una especie de tren de alta velocidad cerebral que va del ojo al pulgar. Utilizan sobre todo una zona del cerebro, el córtex prefrontal, para mejorar esa rapidez de decisión y de adaptación multitarea, ligadas a las emociones. Pero esto se hace en detrimento de otra función de esta zona, más lenta, de distanciamiento, de síntesis personal y de resistencia cognitiva”.
¿A qué llama usted resistencia cognitiva?
“Hay tres sistemas en el cerebro humano. Uno es rápido, automático e intuitivo, altamente requerido en el uso de pantallas. El otro es más lento, lógico y reflexivo. Un tercer sistema en el córtex prefrontal [“…es la parte anterior de los lóbulos frontales del cerebro, y se ubica frente a las áreas motora y premotora. Wikipedia] permite arbitrar entre los dos primeros: el corazón de la inteligencia. Permite inhibir los automatismos del pensamiento cuando se hace necesaria la aplicación de la lógica o de la moral. Es la resistencia cognitiva. Inhibir, es resistir. Los nativos digitales deben reaprender a resistir para pensar mejor”.
¿Cómo puede traducirse esto en la vida de los niños?
“Es un proceso de adaptación notable, de toma de distancia que permite resistir a las respuestas impulsivas. Pero la maduración de este proceso es lenta en el curso del desarrollo del niño y del adolescente. Es por eso que hay que educarlo y entrenarlo intensamente en el colegio. Es lo que yo llamo ‘aprender a resistir’, una pedagogía del control cognitivo. Nosotros lo hemos demostrado en el laboratorio, pero aún falta por demostrar sus aplicaciones en la escuela. Es útil para el razonamiento, la categorización, pero también la lectura o las matemáticas”.
¿Y puede tener una utilidad social este mecanismo cerebral?
“Permite, por ejemplo, evitar decisiones absurdas, a veces de manera colectiva, en una empresa. Permite también resistir, en nuestras democracias, a las creencias erróneas: las teorías del complot, por ejemplo, o estereotipos muy anclados. Y la resistencia cognitiva es también un factor de tolerancia. Permite la inteligencia interpersonal, es decir, la capacidad de callar su propio punto de vista para favorecer el del otro. Cuando los atentados de París llevan a hablar de ‘desradicalización’, de lo que se trata es de esa resistencia cognitiva. Educar el cerebro es enseñarle a resistir a su propia sinrazón. Un verdadero desafío para las ciencias cognitivas y para la sociedad actual”.
Este es el reto de los profesores que están en las ciudades, y con algunas TICs a disposición, que encuentran a la Generación Z en una misma sala de clases, y que son tantos universos, únicos e irrepetibles, como alumnos tienen; que demanda un trabajo personalizado. Son niños y jóvenes que desean sobre todo participar y generar un aporte real a las demandas que la misma comunidad educativa tiene, y desarrollan patrones de conducta parecidos. El encarte Aptitus (21/05/2017) de El Comercio (Perú), dice que a la GZ le gusta estar en grupos mixtos, se comunican en forma flexible y adaptable, investigan con la información a su alcance, son insistentes y buscan soluciones, y buscan hacer todo lo que los hace felices.
¿Cuánto de esta información puede ser útil para nuestra tarea educativa? ¿Somos conscientes que en nuestras aulas están (algunos de) los que mañana habrán de manejar la política, la economía, la salud, la educación, …? ¿Nos adaptamos a las nuevas corrientes sociales y tecnológicas?
- FUENTES: EL TIEMPO, http://www.eltiempo.com
- UNIVERSITAT DE VALÈNCIA, http://www.uv.es
REDACCIÓN WEB DELMAESTRO CMF