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[Álexander Ortiz] ¿Recibir amor o darlo? El amor propio

El dolor profundo y la alegría sublime son sentimientos que están muy cerca, ambos golpean el centro de nuestro corazón, son dos caras de una misma moneda, se complementan: no hay alegría sin dolor. Sin embargo, muchas veces creemos que vamos a sentir dolor porque no estamos contentos y alegres, o nos sentimos triste y deprimidos por alguna situación. Esto debemos cuestionarlo.
Cuestiónate todo, incluso la necesidad de cuestionar. No obstante, si tu corazón lo siente es porque todo está bien.

Uno nunca se percata de la felicidad que está vivenciando. Esto sucede porque no somos conscientes de nuestro presente. Siempre vivimos en el pasado o en el futuro. Nos lamentamos: sentimos nostalgia por la ausencia de felicidad o por la espera eterna de ser felices. Y no nos damos cuenta que ya somos felices en el aquí-ahora. Pero esta felicidad queda solapada por nuestra distracción.

Somos la culminación de todo lo malo y negativo que nos ha precedido y configuramos en nosotros la promesa de todo lo bueno y positivo que vendrá. Admira a las personas que amas. La admiración es una forma de demostrar tu amor hacia ellas. Quien no te admira, no te ama.

Brinda a quienes amas las cuatro A: atención, afecto, aprecio y admiración. Estas son las 4 claves de la felicidad. Si no las ofreces, ellos no serán felices.

Debemos amar sin estar pendientes si los demás nos aman o no. El amar es incondicional. Cuando se ama, no se exige. El amor se hizo para darlo, no para recibirlo. Si todos queremos recibir amor, entonces ¿quién va a dar amor?

Si todos damos amor, el amor es recíproco. Pero lo que sucede es que nadie da amor, todos queremos recibirlo. Solo hay que dar amor y listo. Si cada uno da amor todo lo demás fluye. Hay que darlo, sin esperar recibirlo. Siempre que das, recibes. Es inevitable. Si no recibes amor de quien das, lo recibes de otra persona. Pero si no das amor, no recibes amor de nadie.

Nos preocupamos tanto por las olas que no vemos el agua. Solo vemos las olas y no disfrutamos del agua. No nos percatamos que las olas son agua.

Configura un mapa de tu corazón y de tu mente, para develar dónde habita tu razón de amar y la emoción de hacer felices a quienes amas.

Amar es como la oscuridad, es ausencia de luz, es carecer de todo sentimiento negativo. Amar es comprender, respetar, valorar y perdonar. Es ver al otro como el reflejo en un espejo, como un ser que si sufre, sufres con él. Si es feliz, compartes esa felicidad.

El amor incondicional es parte de nuestro ser más profundo, no es una emoción activa, sino una forma de ser. No es un “te amo” por esta o aquella razón, es un Amor sin Razón  y es un Amor sin objeto. El Amor incondicional va más allá de las relaciones amorosas. Puedo sentir amor incondicional por mis padres, hermanos y  amigos. Amar es valorar a esa persona especial, es sentir respeto, conexión y admiración.

Amar es aceptarte en mi espacio cotidiano vital, comunicarme afectivamente contigo, compartir y conversar sin condiciones, prejuicios, supuestos ni expectativas, entregarme a ti sin esperar nada a cambio.

El amor propio

Hemos venido a este mundo para aprender a amarnos. La misión principal, la más importante, está basada en el “Amor Propio”. Nosotros como “Avatares” (personajes en este plano físico), de manera subconsciente creemos y pensamos que somos el “Cuerpo Físico”. Realmente como personajes con personalidad lo “somos”.  Pero el amor propio va mucho más allá de las apariencias físicas.

El verdadero “Amor Propio” empieza a surgir cuando nos conocemos realmente, más allá del “Cuerpo Físico”, conocer nuestro SER más profundo. Si no sabes quién eres realmente, lo amoroso que eres, lo poderoso que eres, siempre te amarás desde afuera, nunca te amarás desde adentro. Sumérgete en las profundidades de tu SER, conócete realmente y el “Amor Propio” empezará a surgir de forma automática.

Y no se trata de practicar una religión. Más que creer en una religión, hay que creer en el amor infinito del Universo y de Dios, como quiera que lo asumas. Hay que aprender a no juzgar y así no seremos juzgados, aprender a perdonar, sobre todo a alguien que te ha lastimado mucho, proceso nada fácil, pero sí muy liberador.

Estos pensamientos resumen las enseñanzas de la filosofía, la psicología y la teología. Aquí está resumida la filosofía de Confucio, la psicología de Sidarta Gautama (El Buda) y la teología de Jesús Cristo.

A pesar de lo anterior, existen teorías que justifican la negación del amar. Eso es muy peligroso. Y digo amar, no amor. Utilizo la noción de amar como verbo, no como sustantivo. Aquí entiendo el amar como el acto de ser visto, tener presencia ante el otro, sin ser rechazado. Amar es ver. Amar es sentir. Amar es encontrarse y aceptarse. Ver al otro y aceptarlo es una experiencia amorosa. Amar es tener confianza en que el otro me va a escuchar sin rechazos.

Si queremos convivir y estar juntos, debemos amarnos los unos a los otros. Y si lo queremos hacer, lo hacemos. Y es aquí entonces cuando aparecen todos los valores: respeto, honestidad, solidaridad. Los valores son modos de convivir. Los valores no se enseñan, se viven. Solo se ama cuando se viven los valores.

Finalmente, sonríe. Nada es tan malo como parece, ni tan bueno como creemos. No detengas tu búsqueda elevada de la conciencia a través del amar.


Autor:
Alexander Ortiz Ocaña, ciudadano cubano-colombiano.
Universidad del Magdalena Santa Marta, Colombia
Doctor en Ciencias Pedagógicas, Universidad Pedagógica de Holguín, Cuba. Doctor Honoris Causa en Iberoamérica, Consejo Iberoamericano en Honor a la Calidad Educativa (CIHCE), Lima. Perú. Magíster en Gestión Educativa en Iberoamérica, CIHCE, Lima, Perú. Magíster en Pedagogía Profesional, Universidad Pedagógica y Tecnológica de la Habana. Licenciado en Educación.
Correo electrónico: [email protected] / [email protected]

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