Maestros al servicio de la educación

Maestro, recuerda a algún alumno que le dejó huella

Francesc Vicent Nogales Sancho es maestro de primaria del Colegio San Enrique, en Quart de Poblet, España. También es escritor, ponente y formador para padres y profesores. Diseñador de contenidos didácticos para el programa «Aprendemos en Clan» de RTVE y fue, finalista en los Premios Educa Abanca 2020, 2019 y 2018.
El profesor Francesc escribió un artículo en su blog personal sobre los «Alumnos que dejan huella», en donde destaca sueños y ocurrencias de, en ese entonces, aquellas personitas que le dejaron una huella en su corazón de maestro.

Esperamos que este artículo sirva de reflexión, creemos que más de un docente esbozará una sonrisa y tal vez, le brote una lagrima al recordar con alegría a sus alumnos que le dejaron huella. Disfrute del siguiente artículo.

Francesc Vicent Nogales Sancho: Muchas veces hablamos de los maestros que dejan huella, y lo cierto es que todos recordamos algún profe o seño que nos marcó en la infancia o juventud.

Pero los maestros hablamos poco de esos alumnos que también dejan huella en nosotros, y creo que en ese silencio cómplice nos equivocamos. Debemos hablar de esos alumnos que nos han influido en nuestro ser docente.

Aún sin ser profe oficial di clases de repaso, años más tarde me encontré a uno de aquellos alumnos y me dijo ¿recuerdas cuando me preguntaste qué quería ser de mayor? Quería tener mi propio negocio de hostelería, y hoy soy yo quien te invita a mi restaurante. Debo reconocer que en aquel sitio de Alboraya se comía de cine, y aquel niño ya grande me demostró que cada pequeña pregunta, cada frase, siempre cuenta.

Una antigua alumna me decía hace poco que aún guarda una letra que le regalé el último día de curso, ahora la va a utilizar como estímulo preparando las oposiciones de magisterio. Hace 14 años de aquello, ella fue un ejemplo sobre cómo trabajar la empatía (que empieza por E) y me demostró que cada cosa que damos puede convertirse en un auténtico tesoro, y puede perdurar en el tiempo.

Otro antiguo alumno me demostró el auténtico valor de un diez, luchó como nadie para lograr un 10 en un examen, y nunca lo logró. Hoy es maestro, y valora esa excelencia, él me enseñó que si regalamos las cosas entonces se pierde el valor de lo que uno logra.

Artículo relacionado:

Albert Camus el premio nobel que no olvidó a su profesor

Dos alumnos de hace mucho tiempo tenían grandes problemas, luché dos años por lograr que su convivencia mejorase. Años más tarde volvieron a mi aula, castigados, «por mi culpa», por una discusión que yo no logré resolver en su momento. Hicimos una dinámica al más puro estilo Hermano Mayor, y al final acabamos los tres abrazados, llorando y superando aquellas diferencias. Ellos me demostraron que nunca es tarde, y que a veces aunque pase el tiempo, y estén ya creciditos, podemos resolver las cosas.

Otra huella se me quedó grabada con una enorme sonrisa, y con la banda sonora de Frozen. Ella me enseñó a no rendirme con ningún alumno, y a saber escucharles. Sus gritos o respuestas a veces tienen justificación, y somos nosotros los que debemos adecuarnos. Ella ahora está a punto de cerrar otra etapa de su vida, pero sigue siendo esa persona con un corazón tan grande que a veces parece que no lo vemos, simplemente porque mirados desde el lado equivocado.

Recuerdo también una alumna que acabó siendo profesora y me comentaba que le encantaban los esquemas que hacíamos, o los dictados con el malvado ogro «Malotefran»… Ella me enseñó que la risa, los juegos como un trivial de JuCar o enseñarles a esquemarizar permanece en la memoria de los alumnos, y es más efectivo que otras metodologías.

Con algunos antiguos alumnos quedo cada cierto tiempo para comer, para vernos, otros escriben y mantenemos un contacto, sabiendo que vosotros habéis sido importante para mí, que habéis hecho de mí el maestro que soy.

Cada año, cada curso, cada alumno deja una huella en el profe que está dispuesto a dejarse «ser». Algunos me enseñan hoy el poder de un abrazo, otros me enseñan la efectividad de una mirada… Ahora mismo son 395 alumnos, algunos estuvieron dos años, otros uno, pero son 395 personitas diferentes que han dejado cada uno una huella en su profe, y todas, sin excepción, han sido enormemente bonitas.

Os invito a los profes a hablar de ello, a contarnos esas huellas que os han dejado y que os cambiaron. Los maestros aprendemos de nuestros alumnos.

Este contenido ha sido publicado originalmente por Colegio para Familias en la siguiente dirección: colegioparafamilias.com



Comparte este artículo
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También puede leer:





Se desactivó la función de seleccionar y copiar en esta página.