La evaluación formativa de Mariana Morales y Juan Fernández es un libro práctico para la mejora de la calidad educativa que te invita a reflexionar sobre la evaluación y te propone estrategias que pueden ayudarte en el proceso de aprendizaje.
La evaluación no se puede considerar el final de un camino recorrido, hay que incardinarla en el proceso de aprendizaje si de verdad queremos que el alumnado aprenda de forma significativa.
Sinopsis de La evaluación formativa
A menudo evaluar al alumnado es certificar lo que ha aprendido después de unos aprendizajes recibidos, un martirio para docentes que, al final del proceso, comprueban que una mayoría no saben lo que han explicado, es decir, no han aprendido.
Los autores de este libro hacen una propuesta para cambiar, para reflexionar sobre la evaluación, proponen realizar una evaluación formativa que lleve a un verdadero aprendizaje y a un verdadero crecimiento en el alumnado.
Nos invitan a reflexionar sobre algunas prácticas de evaluación que quizá hayamos repetido año tras año sin plantearnos a fondo si funcionan o no, incluso viendo que los resultados no son buenos, echándole la culpa a que es el estudiante el que no estudia.
Se preguntan los autores:
- ¿Por qué hacemos lo que hacemos?
- ¿Qué sustento teórico tiene?
- ¿Recogemos evidencias cuyo análisis da lugar a una acción inmediata posterior capaz de mejorar el proceso de aprendizaje?
Morales y Fernández nos transmiten la idea fuerza de que la evaluación no es algo trimestral, mensual o semanal. La evaluación debe suceder a la vez que el aprendizaje, mientras se desarrolla el proceso que les va a llevar a aprender. Y, además, es posible lograr que los estudiantes participen en ella de manera muy activa. Se trata de una labor gratificante para el docente que comprueba cómo su alumnado aprende más y mejor. SM, 2022
Mariana Morales, autora
Estudió filología y ha estado 15 años dando clases de Lengua y Literatura en centros de Madrid y Cataluña. Ahora se dedica a la formación y asesoramiento del profesorado. Trabaja con centros educativos que quieren cambiar su práctica con respecto a la evaluación.
Juan Fernández, autor
En su perfil de redes nos dice: Docente de ESO y Bachillerato. Leo sobre aprendizaje y lo comento en mi blog. DoctoraNdo en psicología de la educación. Es autor de otro libro “Educar en la complejidad” del cual también mostramos aquí su reseña. Escribe en su blog Investigación docente.
Reseña de La evaluación formativa
Recuerdo hace años que un inspector siempre nos decía que la programación había que empezarla por la evaluación, que eso iba a marcar el tipo de enseñanza que íbamos a dar y además que la evaluación debía ser común en todo el centro. En aquellos años esa idea se veía novedosa pero hoy está muy clara, el tipo de evaluación que hagas va a marcar tu forma de enseñar, sin dudas. Dice el dicho:
Está claro también que evaluar no es calificar, evaluar es aprender, es revisar durante el proceso cómo se está haciendo para tratar de mejorar y enmendar los fallos. Esta idea que es tan simple sigue sin hacerse en la mayor parte del proceso educativo y, por esa parte, salen perjudicados tanto alumnado como profesorado; ya que no toman la evaluación como momento de aprender durante el proceso, sino que se resuelve al final, cuando ya todo está terminado. De esta manera:
- Se llega a una calificación del aprendizaje que no ha significado camino en el proceso educativo tanto del alumnado como del profesorado.
- Se siguen repitiendo los esquemas con los mismos exámenes.
- Y no se aprovecha la posibilidad de evaluar para aprender.
Así lo expresé tras la lectura del libro “Evaluar y aprender: un único proceso” de Neus Sanmartí.
En este otro libro de Neus Sanmartí: “10 ideas clave. Evaluar para aprender”, se nos hace reflexionar con todos los detalles sobre la evaluación. La intención del libro es hacernos llegar a una evaluación formadora en la que se vaya aprendiendo en los procesos y su fin último sea también aprender, no calificar, se trata en todo momento de mejorar la calidad de la enseñanza a través de los procesos evaluativos.
Nos relata Miguel Ángel Santos Guerra en su libro “La evaluación como aprendizaje. Cuando la flecha impacta en la diana” que la evaluación puede servir para muchas finalidades simultáneas:
- (A) Unas de carácter pedagógicamente pobre:
- Medir, calificar, comparar, clasificar, seleccionar, jerarquizar, atemorizar, sancionar, acreditar, juzgar, exigir, promocionar.
- (B) Y otras que tienen naturaleza pedagógicamente rica:
- Aprender, dialogar, diagnosticar, comprender, comprobar, explicar, mejorar, motivar, rectificar, contrastar, reflexionar.
Si preguntamos sobre ellas veremos que las del grupo B serán las más aceptadas, pero, si preguntamos por la realidad de lo que se hace, serán las del grupo A las que más se consideran reales. ¿Por qué se da esta significativa discrepancia? ¿Por qué no coinciden las finalidades reales con las ideales? A esta y a otras muchas cuestiones podemos encontrar respuesta en la obra del estudioso sobre el tema Santos Guerra.
Nos dice Sanmartí en el prólogo de “La evaluación formativa” de Morales y Fernández, que el interés de este libro proviene, precisamente, de que ayuda a repensar la visión de la evaluación dominante y a conocer nuevas prácticas orientadas a que la evaluación que apliquemos resulte realmente útil para aprender a todos los estudiantes, conocimientos de todo tipo que sean significativos y socialmente relevantes. Es decir, lo que actualmente explicitamos como saberes competenciales.
Para ir cambiando en esta cultura de la evaluación, los autores nos van dando ideas y prácticas de forma que esta transformación necesaria en nuestra tarea educativa no se nos haga tan difícil. Es necesario que acompañemos al alumnado en su proceso de aprendizaje y dejemos atrás la idea de fiscalizar y poner trampas para ver si «los pillamos» sin atender o sin haber estudiado –a base de memoria a corto plazo– lo que hemos transmitido en clase, quizás sin haber llegado a motivarlos.
Los autores proponen una evaluación formativa que permita el crecimiento de las personas, una evaluación que se piense para ser más eficaces, una evaluación para mejorar y aprender, una evaluación donde los errores sirvan para aprender y motivar, una evaluación cualitativa que informe a las familias comprensivamente del verdadero aprendizaje, una evaluación que facilite el conocimiento de las dificultades del alumnado y ayude a superarlos durante el proceso de aprendizaje, una evaluación que parta de las ideas previas que tiene el alumnado, una evaluación donde exista colaboración, autoevaluación y coevaluación, una evaluación que esté presente en los planes de centros y en las comunidades de aprendizaje de los docentes…
En el libro encontraremos reflexiones, ejemplos, modelos y teoría bien fundamentada que nos ayudarán a esa transformación tan necesaria en el sistema de evaluación educativa. Al final del mismo encontramos un apéndice con diez propuestas que también nos ayudarán en la reflexión personal o en equipo.
Libro muy recomendable para los docentes principiantes y para los más experimentados; ya que es imprescindible tomarse en serio el tema de la evaluación y no seguir haciendo lo mismo año tras año, a pesar de que no dé resultados satisfactorios.
Este contenido ha sido publicado originalmente por Ined 21 en la siguiente dirección: ined21.com
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Me gusto mucho esta informacion