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Claves para manejar las conductas disruptivas en el aula

Cuando hablamos de conductas disruptivas nos referimos a incumplimiento de normas, desobediencia, ignorancia de los límites…, pero de forma ocasional, es decir, nunca hasta el punto de sobrepasar la gravedad suficiente como para ser adecuado diagnosticar un trastorno.
Ahora bien, aunque no sea suficiente como para diagnosticar, tenemos que prestarle atención, pues la desobediencia (y todos los problemas que acarrea) es uno de las conductas que más preocupa a los padres y profesores y que más consultas a profesionales genera.

Quizás te sonarán las situaciones en las que tu hijo protesta siempre ante cualquier orden, lleva a cabo conductas que le habéis prohibido expresamente, no obedece nunca a la primera…

Pues bien, a todos estas conductas nos referimos cuando hablamos de conductas disruptivas, en general comportamientos que generan mucha irritabilidad en aquellos que los rodea, y también para el propio niño.

A continuación os añadimos este vídeo creado por nosotros donde hablamos del Trastorno de la Conducta así como qué conductas disruptivas realiza y cómo diferenciar estas conductas disruptivas de otras como las del Trastorno Negativista Desafiante o el Trastorno Explosivo Intermitente.

Ejemplos de conducta disruptiva

La conducta disruptiva está presente en las diferentes etapas evolutivas, y es por ello que hemos de entender que éstas aparecerán, y que es responsabilidad del adulto de ponerles freno.

Y estas conductas disruptivas, ¿por qué aparecen? Inicialmente aparecen por las dificultades para diferenciar qué está bien y qué está mal. Posteriormente, estas conductas aparecen para descubrir cuáles son los límites a los que un niño puede llegar, y es por ello que los padres y educadores han de marcar esos límites.

Ya en la adolescencia, esta conducta aparece por un mix entre la búsqueda de límites y malos hábitos al no haber tenido previamente conocimiento y consecuencias acerca de dónde están los límites.

En otras ocasiones, las conductas disruptivas aparecen por un mal funcionamiento de las habilidades sociales (característico del Síndrome de Asperger), o bien por una marcada impulsividad (TDAH niños), o también por dificultades temperamentales (Trastorno de Conducta Infantil) o un componente emocional muy arraigado relacionado con la rabia (Trastorno Negativista Desafiante).

16 ejemplos de conductas disruptivas
  1. Enfadarse
  2. Escupir
  3. Decir NO continuamente
  4. No dejar hablar a la otra persona
  5. Robar
  6. Tener una actitud vengativa
  7. Negarse a mirar a los ojos
  8. Esconder objetos de otras personas
  9. Intimidar
  10. Golpear
  11. Empujar
  12. Insultar
  13. Tener una actitud pasivo-agresiva
  14. Lanzar objetos
  15. Dar las espalda a otra persona cuando está hablando
  16. Mostrar una actitud hostil

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Tratamiento de la Conducta Disruptiva

Para el tratamiento de la conducta disruptiva, si se trata de únicamente problemas de conducta, es decir, de vez en cuando hacen conductas que están fuera de lugar (por ejemplo: llegan tarde a casa, dicen mentiras, hacen novillos…) es importante utilizar el entrenamiento para padres y que se aprendan técnicas operantes.

Entrenamiento para Padres

El entrenamiento para padres consiste en:

  1. Aprender nuevas vías de comunicación con tus hijos
  2. Ser más asertivos
  3. Dejarles su espacio para que puedan expresarse mejor
  4. Ayudarles a poner nombre a las emociones que sienten
  5. Evitar discutir pero siendo conscientes que las normas de casa deben cumplirse
La comunicación para la Conducta Disruptiva

La comunicación es el camino más importante de una buena relación, y por ello hemos de cuidarla. Hablar de cómo nos comunicamos, pensar qué palabras pueden molestar a tu hijo, tomar conciencia que muchas veces la comunicación falla por ambas partes…

Si falla la comunicación, falla la base para una buena relación. Empecemos trabajando la comunicación para reducir el comportamiento disruptivo.

Después de un conflicto, pasado un tiempo razonable, es bueno hablar en qué se ha errado y cuál ha sido el desencadenante, puesto que muchas veces viene por una postura «a la defensiva», que hace que nos lancemos piedras antes de que uno acabe la frase.

Resumiendo y como hemos dicho anteriormente, si falla la comunicación, falla la base para una buena relación.

La importancia de escucharles

Una de las claves para la mejora y por lo tanto la reducción de las conductas disruptivas tienen que ver con escuchar qué tienen que decir estos niños. ¿Por qué decimos que es importante escucharles? Vamos a poner un ejemplo:

En muchas ocasiones el inicio de estas conductas se dan por una falta de límites, una inconsciencia, falta de madurez, porque quizás no son capaces de entender las consecuencias de sus actos o una falta de empatía.

En estas situaciones es más importante que nunca hacerles ver que la conducta que han llevado a cabo no es la adecuada, y que como tal, tiene sus consecuencias (para ello recomendamos el castigo negativo, esto es, la retirada de aquello que les guste durante un tiempo para posteriormente poder recuperarlo si hacen buenas conductas).

Más adelante, las conductas disruptivas que puedan aparecer vienen motivadas, en su mayoría, por un componente emocional (rabia, frustración, miedo…) y la falta de gestión de esas emociones les lleva, en muchas ocasiones, a actuar de forma impulsiva y agresiva. La solución para ello que es, castigarles directamente? Tienen derecho a defenderse y, para ello, ser escuchados.

Si se les escucha se les transmite precisamente aquello que queremos que aprendan: a parar, escuchar, entender, argumentar y, en nuestro caso, a aplicar unas consecuencias adecuadas a la situación.

Si no les dejamos hablar, si no se sienten escuchados, al final nosotros actuamos de forma premeditada y, por consiguiente, nadie aprende nada y el «círculo vicioso» en el que os podéis encontrar se hará cada vez más fuerte y salir de él es cada vez más difícil.

Por ello, como padres o profesionales, es muy importante que dejemos de lado aquellas frustraciones que muchas veces cargamos y que nos cuestan ver la situación desde una óptica más constructiva y evolutiva.

Las Conductas disruptivas en el aula

(Este apartado está realizado junto a Miguel Martín, terapeuta experimentado en el tratamiento con niños con necesidades educativas especiales.)

Las conductas disruptivas suelen aparecer por diferentes motivos, y en perfiles muy amplios y heterogéneos. Es por ello que es importante acercarse a lo que piensa el alumno con un mal comportamiento, las conductas negativas y disruptivas que hace, y las emociones que se expresan con este mal comportamiento.

Acercamiento al niño disruptivo

Cuando un niño realiza conductas disruptivas en el aula, o en cualquier otro lugar, hemos de conocer el motivo por el cual este niño realiza este tipo de conductas, analizar la conducta observable y entablar conversaciones desde la asertividad teniendo en cuenta el aspecto social, madurativo y académico en el cual se encuentre.

Analizando el motivo de sus conductas

El motivo de esas conductas disruptivas se puede entender desde la óptica de un desarrollo evolutivo normal y que por lo tanto pertocan por edad, o bien puede haber un trastorno de base que sirva para explicar estas conductas vengativas, hostiles, reactivas…

En muchas ocasiones las conductas disruptivas de estos chicos aparecen porque tienen una percepción sesgada de sus compañeros y del profesorado: ven señales de provocación, aunque estas no existan.

(aquí hemos de destacar que en muchas ocasiones las conductas disruptivas que aparecen en el aula vienen precedidas por algún alumno que motiva a que las hagan. El profesorado deberá de estar alerta y anticipar cualquier tipo de comentario que aliente a realizar esta conducta).

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En otras ocasiones se dan inferencias arbitrarias (conclusiones sin una base razonable) que debe trabajar un experto en el caso o el profesional de la escuela que esté al cargo (suelen ser psicopedagogos o psicólogos educativos).

En general la causa principal de estas conductas disruptivas se da por un mal aprendizaje en su desarrollo evolutivo en las relaciones sociales con los demás. La consecuencia de este mal aprendizaje es que se normaliza una relación con los demás basada en la agresividad, los gritos, los reproches, los insultos, el poner a prueba los límites de los demás…

También hemos de destacar que las conductas disruptivas se expresan de forma diferente si hubiera algún trastorno de base o alguna necesidad específica especial. Estas conductas disruptivas aparecen por un mal funcionamiento de las habilidades sociales (característico del Síndrome de Asperger), o bien por una marcada impulsividad (TDAH niños), o también por dificultades temperamentales (Trastorno de Conducta Infantil) o un componente emocional muy arraigado relacionado con la rabia (Trastorno Negativista Desafiante).

Estrategias de aprendizaje para ayudar al niño disruptivo en el Aula

A continuación os expondremos diferentes estrategias de aprendizaje para alcanzar el objetivo último de la intervención o gestión del caso: conseguir que se sienta bien y que la gente tenga una buena percepción suya. En definitiva, mejorar la convivencia.

La figura del tutor/a debe servir como modelo ejemplo de las conductas más adecuadas.

Una de las principales responsabilidades es conseguir la inclusión del niño en el aula, a la hora de realizar tareas y de relacionarse con el resto de alumnos.

Para ello, recomendamos que facilite interacciones breves positivas entre el niño disruptivo y el grupo. De esta manera, se puede conseguir cambiar la percepción del resto de alumnos y mejorar el estado de ánimo y la predisposición del niño.

Resaltamos que, durante este proceso de cambio de estrategias hacia el niño, el mal comportamiento será lo más probable. Y el profesorado debe de estar preparado.

Para facilitar que estas estrategias se puedan llevar a cabo, la comunicación con el alumno será de vital importancia.

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Estrategias cognitivas en el ámbito escolar
Preparación previa al juego

Haciendo un símil al deporte, de la misma manera que antes de jugar a un partido de fútbol es importante calentar, antes de iniciar un juego con los compañeros es importante prepararlos.

Se recomienda avisar cuándo se va a jugar, con quién y en qué consiste el juego. Las normas del juego han de quedar claras y las normas del comportamiento también. Hacer un role-playing previo al juego (como si se tratara de un ensayo previo a la actuación) donde el niño o adolescente disruptivo pueda producir una breve interacción en el juego con los demás. Durante este primer ensayo hay que recordarle los valores de amabilidad compromiso con el juego y con los compañeros del aula. Este aprendizaje previo al juego ayudará a reducir muchas de las conductas negativas.

Estrategias conductuales en el ámbito escolar

Las estrategias conductuales más destacables son el manejo de contingencias y el tiempo fuera.

El manejo de contingencias escolar nos servirá para controlar qué pasa antes y qué pasará después de una conducta disruptiva, y el tiempo fuera para encontrar un espacio donde gestionar la frustración cuando el niño no consiga aquello que esperaba.

Para más información sobre las estrategias conductuales puedes visitar el Tratamiento del Trastorno de Conducta.

Estrategias Emocionales en el ámbito escolar
1. Vínculo

El vínculo se establece desde la premisa que es el adulto el que se aproxima al niño. Y antes de que se dé la conducta disruptiva.

Por ejemplo, 5 minutos antes de clase o del recreo se puede establecer una pequeña interacción (un diálogo o una mirada) que facilite la vinculación con el niño, preguntándole cómo se encuentra, cómo le ha ido el día, aficiones o preguntando sobre un hecho ocurrido hace unos días…

El fortalecimiento del vínculo es un proceso previo al desarrollo de cualquier otra estrategia.

2. Muro emocional

Para encontrar ese equilibrio emocional entre los deseos del niño y la exigencia del momento, nosotros como adultos hemos de practicar lo que denominamos muro emocional. Este muro tan necesario tiene por objetivo hacer de contrapeso emocional y que pueda absorber las frustraciones del niño al no conseguir aquello que desea, así como controlar que la expresión de la rabia sea adecuada y que no se exprese a través del insulto, la agresividad, la actitud chulesca hacia los compañeros, etc.

Para poner un ejemplo, nosotros hemos de ser el niño que está en el medio: hemos de hacer más o menos fuerza, desde el medio, para compensar el desequilibrio de fuerzas que hay a cada extremo: el deseo del niño de hacer aquello que quiere versus las normas sociales establecidas (aquello que se debe hacer).

La figura del contrapeso emocional es importante, puesto que sirve para compensar la situación actual del niño:

Al realizar conductas disruptivas, el niño recibe un feedback negativo continuo respecto a lo que hace o deja de hacer en clase o en el recreo. Con el tiempo, el niño aprende que la norma en su día a día es el feedback negativo de todo lo que hace y, consecuentemente, la manera de conectar emocionalmente con su realidad es a través de estos inputs negativos.

Si queremos que se conecten emocionalmente con ellos de una forma más asertiva, seremos los adultos los responsables últimos de cambiar las rutinas para que se dé un aprendizaje de otras estrategias de afrontamiento más adaptativas que faciliten la convivencia. Nos iniciaremos con la estrategia de la extinción (dejar de reforzar conductas que siempre hemos reforzado, aunque sea de forma involuntaria, prestándoles atención).

3. Competitividad asertiva

Si queremos mantener al niño disruptivo motivado, una estrategia educativa importante es la competitividad asertiva:

    • Hacer comparaciones pero sólo consigo mismo
    • Establecer pequeños retos atractivos para el niño y reforzarle cada vez que los consiga
    • Ayudar a integrar esos éxitos como un proceso de desarrollo emocional y madurativo propio (así reforzaremos la motivación intrínseca)

A pesar de esta competitividad, no nos hemos de olvidar de recalcar las normas del juego, de convivencia en el aula y de cómo es la relación con el resto de alumnos.

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Comunicación en el ámbito escolar

La comunicación en el aula con el niño disruptivo ha de ser bajo la premisa de la transparencia:

  • Hemos de ser sinceros con aquello que sentimos y pensamos, siempre transmitiéndolo de forma asertiva
  • Aceptar las emociones tal y como vienen (este proceso es más difícil, e incluso más si se trata de hacerlo en el aula)
  • Expresar al niño las emociones que nos crea a nosotros
  • Explicar experiencias pasadas propias como reflejo de su situación y cómo ayudarle
  • Enseñarle de forma explícita cuáles son las normas sociales básicas tanto en clase como fuera del aula.
  • Enseñarle que con el habla también se pueden solucionar muchos de los problemas que aparecen con sus compañeros de clase, así como con el profesorado.
  • Ser lo más explícito posible para evitar malentendidos e inferencias arbitrarias que, posteriormente, tienen un impacto negativo en la convivencia con el resto de alumnos.

Este contenido ha sido publicado originalmente por orientación Psicológica en la siguiente dirección: orientacionpsicologica.es

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1. REGISTRO DE ACTUACIÓN ANTE CONDUCTAS DISRUPTIVAS MODELO SIMPLIFICADO
2. REGISTRO DE ACTUACIÓN ANTE CONDUCTAS DISRUPTIVAS_MODELO EXTENSO



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