Maestros al servicio de la educación

Diego Garrocho: El contexto educativo tiene que brindar los instrumentos suficientes para no conformarse con lo que se es

Diego S. Garrocho Salcedo (Madrid, 1984) es profesor de Ética y Filosofía Política en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), donde ejerce como Vicedecano de Investigación de la Facultad de Filosofía y Letras. Doctor con mención internacional en Filosofía, completó su formación en Francia, en la Université de la Sorbonne (Paris-IV) y realizó estancias de investigación en Estados Unidos, en el Boston College, el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la Johns Hopkins University. Ha sido investigador visitante en el Boston College, el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la Johns Hopkins University. Sus intereses principales giran en torno a la ética clásica y su aplicación al mundo contemporáneo.

Es miembro de reconocidos grupos y proyectos de investigación y autor de artículos de análisis tanto en revistas científicas de Filosofía como en prensa generalista. Es autor de los libros ‘Sobre la nostalgia. Damnatio memoriae’ (2019), ‘Aristóteles. Una ética de las pasiones’ (2015) y ‘El último verano’ (2023). En 2021 ganó el Premio David Gistau de Periodismo. Desde el año 2013 dirige con Diego Cano Soler la Revista Índice, editada por el Instituto Nacional de Estadística, y desde 2018 forma parte del Consejo de Dirección de la Revista Actuarios.Actualmente es Coordinador del Máster en Crítica y Argumentación Filosófica, miembro del Instituto DEMOSPAZ y de la Cátedra Unesco en Educación para la Justicia Social. Ejerce, además, como presidente del Consejo Académico el think tank Ethosfera.

Gracias a la publicación Aprendemos Juntos 2030 del BBVA y El País (España), compartimos con fines únicamente educativos y de formación permanente, partes del diálogo entre la profesora y escritora infantil Menchu Cuesta y el profesor Garrocho. Por algo más de media hora hablan sobre temas, que nos podrían ser útiles para nuestra reflexión personal y comunitaria, como la culpa, la aceptación personal, el cambio, la ética, medios de comunicación, la esperanza social, exigencia, autoexigencia, autonomía, pensamiento crítico, juventud, la paciencia, la valentía, la opinión, pensamiento, silencio, Filosofía, la nostalgia y la influencia de los autores griegos antes de Cristo.

En esta publicación compartimos los enlaces del video completo y el momento más destacado, así como partes del diálogo, que recomendamos leer íntegramente en el enlace que indicamos al final del artículo. Es nuestro propósito que esta publicación sea una invitación a seguir entusiasmados en nuestra formación permanente, conociendo los aportes y la experiencia de especialistas cercanos al mundo educativo. Hacemos presente que las letras en negritas y cursivas son nuestras, y los corchetes indican partes de la fuente no compartidas.

MENCHU CUESTA: Diego, en uno de tus artículos defiendes el sentimiento de culpa. […] Todo el mensaje que estamos recibiendo de nuestro entorno es, justamente, que no debemos sentir culpa por nada. Que la culpa no es buena. Pero tú sí defiendes esta culpa. ¿Me lo puedes explicar?

DIEGO GARROCHO: “[…] tenemos que asumir de una manera acrítica, de que no debemos sentirnos culpables con nada. En tu pregunta me decías que mi postura es polémica, y yo creo que esa polémica, o esa eventual polémica, es la prueba de la necesidad de hacer esa pregunta. ¿De verdad es siempre la culpa mala? ¿Qué es la culpa? Y la culpa tiene algo de lucidez. La culpa es simplemente que, en ocasiones, nos damos cuenta de que aquello que hemos hecho no está bien, o no es bueno, y de que podríamos haberlo hecho de otra manera. A mí me preocupa mucho cuando escuchamos o leemos a personas que dicen que no se arrepienten de nada. A mí me parece que es una manera muy poco humana de estar en el mundo. Lo normal es que tengamos nueva información, que nos arrepintamos de cosas, que podamos sentir culpa. En ocasiones, incluso, hemos hecho cosas que no estaban bien y sabíamos que no estaban bien mientras las hacíamos. Y la culpa es una forma de lucidez. Incluso yo creo que es una forma de sano dolor. A veces nos sentimos incómodos porque cobramos conciencia de aquello que hemos hecho. […] yo creo que la culpa, en ocasiones, es un buen dolor. Con esto no quiero hacer una defensa de la culpa patológica, ni de la industrialización de la culpa, ni de que tengamos que sentirnos culpables por absolutamente todo, incluso por las cosas que no hemos cometido. Pero creo que ese mantra que se nos impone siempre de que tenemos que estar bien, de que no tenemos que sentirnos culpables…[…]”.




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MENCHU CUESTA: … dices que no debemos aceptarnos tal y como somos. De nuevo rompes con lo establecido en los últimos tiempos y yo, como docente, también te digo que es un mensaje que recibimos continuamente: que en el aula hay que decir a los niños, desde Infantil ya, que tienen que aceptarse como son, que todo está bien, que no pasa nada. Y me llamó mucho la atención este titular tuyo de «no te aceptes tal y como eres». Me gustaría que me lo explicaras un poquito.

DIEGO GARROCHO: “[…] tiene especial sentido en un contexto educativo. Si la educación existe es porque podemos cambiar. De hecho, la educación es esa transición, es el proceso de transición entre lo que alguien es y lo que puede llegar a ser. Y el proceso educativo, en el fondo, lo que intenta es optimizar esa transformación. Si tuviéramos que aceptarnos con lo que somos, con lo que ya somos, no merecería la pena ni esforzarse, ni invertir en educación, ni intentar generar ninguna transformación. El ser humano, […] es un animal inacabado. Es un animal que no está hecho de una vez por todas. Ninguno de nosotros puede darse por terminado. De hecho, cuando decimos que alguien está acabado, que alguien está fina[n]do, lo que estamos diciendo es que está muerto. Solo los muertos pueden asentir a su estado de cosas que ya no se pueden transformar. Sin embargo, creo que quienes estamos vivos nunca deberíamos conformarnos con lo que somos, sino que deberíamos aspirar a seguir mejorando. Y la vida tiene algo de proceso, y de proceso de autoconstrucción. […] Y yo creo que el contexto educativo, en muchas ocasiones, tiene que consistir en un ejercicio en el que se les brinden a los estudiantes, a los alumnos, a las personas que se estén educando, los instrumentos suficientes para no conformarse con lo que son. […] esto de «acéptate tal y como eres» a mí me pone muy nervioso. Yo creo que no debemos aceptarnos y debemos aspirar siempre a ser un poquito mejor de lo que somos. […] es una manera sana de vivir. […] vamos perfeccionándonos poco a poco y vamos dejando de ser lo que fuimos y nos vamos acercando a lo que deberíamos ser o a lo que querríamos ser”.




SER VALIENTE ES ATREVERSE A CAMBIAR DE OPINIÓN (MOMENTO DESTACADO 06´ 01”)

MENCHU CUESTA: … ¿cómo podemos hacer que la educación de las nuevas generaciones mejore?

DIEGO GARROCHO: “Bueno, yo creo que quienes nos dedicamos a la educación topamos, normalmente, con un problema de dotación de medios. Y esa dotación de medios… Yo lo primero que haría es confiar en que alguien intentara revertir esa escasez y que pudiéramos contar con mucho más tiempo y con muchos menos alumnos, para poderles dedicar el esfuerzo y el tiempo que merece cada uno de estos estudiantes. Eso sería la prioridad absoluta, yo creo, para poder generar una implicación suficiente. […] poderles convocar desde una cierta esperanza social, ¿no? Hay un pacto, en la educación, en el que les proponemos que, si nos hacen caso que, si confían en nosotros, su vida va a ser algo mejor. […] poder reconstruir unas condiciones para las esperanzas de nuestros estudiantes, es algo imprescindible.

Y yo creo que empezaría por ahí, por poder brindar razones para la esperanza. Y que, bueno, también quienes nos dedicamos a educar seamos capaces de construir una validación sobre nosotros mismos y que seamos dignos de ser confiables, […] a veces somos menos creíbles o somos personas en las que no se puede confiar tanto. Yo creo que ganar esa credibilidad es muy importante en quienes nos dedicamos a educar. Y creo que yo propondría también como una fórmula útil, socialmente, el que creciera la exigencia y la autoexigencia. […] una de las cuestiones que deberíamos cultivar es la autocrítica, el generar una capacidad para someternos a examen, […] Ahora hablamos con mucha insistencia de la necesidad de que vivamos en sociedades plurales, pero en el fondo los prescriptores de formas de vida son muy pocos.




Encontramos que todo el mundo quiere ser diferente, pero en esa diferencia o en ese reclamo de la diferencia, todos tendemos a parecernos mucho. Entonces, yo creo que si nos atreviésemos de verdad a cultivar una cierta autonomía en el pensar, una cierta valentía, incluso me atrevería a decir un cierto atrevimiento a la hora de desafiar algunas verdades que damos por sentadas, creo que eso podría ser bueno”. […]

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MENCHU CUESTA: … Sandel, […] dice que la gente solo quiere escuchar aquellas opiniones que refuerzan lo que ellos ya creen. ¿Qué opinión te merece la frase?

DIEGO GARROCHO: “Bueno, eso es seguro. Y, de hecho, los algoritmos tienden a generar cámaras de eco para que todo el mundo encuentre que sus prejuicios y sus intuiciones se validan en esa cámara de eco de referencia. Y en ocasiones nos exponen también posturas plenamente antitéticas […] Yo creo que eso es una pobreza del pensamiento. Lo interesante no es rodearte de gente que piensa exactamente igual que tú. Lo interesante es, como digo, someter a crítica tus propias intuiciones. Porque, si te las critican, pueden ocurrir dos cosas: uno, que tu convicción se refuerce porque es capaz de sobrevivir a esa crítica, o dos, que con toda tranquilidad uno asuma que se ha equivocado. […] Yo siempre les insisto a mis alumnos, en clase, no siempre lo consigo… Les pregunto, en muchas ocasiones, si han cambiado de opinión a lo largo de una clase, a lo largo de una semana o a lo largo de un cuatrimestre. […] No para acercarles a mis intuiciones o a mis posicionamientos ideológicos, sino simplemente para enseñarles a cambiar de lugar, a entender que algo que podía parecerles muy importante en su vida puede someterse a crítica y podemos abandonar las certezas. […] Yo creo que vivimos en un mundo que genera muchísimas certezas, y que la gente tiene una avidez de certezas que nos lleva a creer en cosas que no son confiables, incluso a creer y confiar de una manera muy radical en cuestiones que podrían someterse a una cierta sospecha.”




PENSAR CON AUTONOMÍA: UNA CLAVE PARA EL MUNDO DE HOY  (ENTREVISTA COMPLETA  32´ 27”)

MENCHU CUESTA: … ¿Somos una sociedad que pensamos poco? ¿Somos una sociedad que pensamos mal? ¿Cómo pensamos como sociedad?

DIEGO GARROCHO: “[…] no me gustaría pensar, o no creo que tenga demasiado sentido, ser pesimista y pensar o confiar en que vivimos en el peor momento posible. Existen buenas razones para pensar que hoy existen condiciones de reflexión mejores que en muchos momentos. […] A mí me tiene obsesionado la cuestión del silencio. Porque para pensar bien hay algo que es muy claro: necesitamos tiempo y necesitamos silencio. Necesitamos un espacio temporal en el que podamos reflexionar, y necesitamos también una ausencia de estímulos que nos permita pensar de forma aislada. […] Hoy nos miden, a quienes nos dedicamos, digamos, a la universidad, a la carrera académica, por una producción que es permanentemente acelerada. Y eso, en el ámbito de las humanidades, por ejemplo, es especialmente lesivo. Alguien que se dedica a investigar cuestiones vinculadas con las humanidades, con la filosofía, necesita tiempo, y puede necesitar momentos de barbecho. Es razonable que un intelectual necesite tres años para decir algo que valga la pena. Es razonable pensar que caben espacios donde no se produzca, o generar una ciencia muchísimo más lenta. Y yo creo que esa industrialización del conocimiento resulta especialmente lesiva en nuestros ámbitos científicos vinculados, como digo, con las humanidades. Sospecho que en otros también, pero creo que, en el caso de la filosofía, por ejemplo, está generando, está produciendo discursos muy banales. Pero lo hacemos todos, ¿eh? Yo soy el primero que he publicado, o que publico cosas, a más velocidad que el respeto por nuestros lectores requeriría.

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MENCHU CUESTA: … ¿qué impronta dejó Aristóteles en ti, y qué legado de Aristóteles podríamos utilizar en la actualidad?

DIEGO GARROCHO: “[…] cuando recurrimos a esas fuentes descubrimos que muchas de las piezas con las que hoy pensamos tienen su origen, fueron construidas, se forjaron en un contexto cultural muy concreto. […] Y volver a esas fuentes clásicas yo creo que es conectar con esas fuentes de sentido que siempre son un refugio, que nos ayudan a sentirnos menos solos. Son una cura de humildad también. En ocasiones, cuando pensamos que estamos concibiendo un problema por primera vez y uno recurre a los grandes clásicos y descubre que ya lo han pensado, lo primero que uno recibe es una cura de humildad. Porque descubres que no eres tan especial, que lo que a ti te parecía una novedad lleva reflexionándose demasiados siglos a lo largo de la historia. […] si miramos la historia de la humanidad, el siglo IV antes de Cristo es anteayer por la mañana. Entonces, pensar que un autor como Platón o un autor como Aristóteles son demasiado distantes es una ingenuidad. Son perfectamente contemporáneos”.

MENCHU CUESTA: … ¿Cómo vive un apasionado de la filosofía, […], sobre el tema de anular la filosofía de las aulas?

DIEGO GARROCHO: “[…] intento […] llevarlo a un lugar que no sea gremial. […] intento guardar una cierta distancia, pero sí la defiendo, sí creo que la escuela tiene que ser un lugar de resistencia. Al contrario de lo que se nos dice contemporáneamente, que es que hay que adaptar la escuela a la sociedad, a mí me gusta imaginar la escuela o la universidad como una trinchera que se opone a la sociedad, que genera contextos que no serían obviamente replicables fuera de la escuela o fuera de la universidad. Tenemos que hacer cosas que no se hagan fuera y en ese hacer cosas que no se hacen fuera, creo que la filosofía o determinadas disciplinas humanísticas… Pienso también en las lenguas antiguas, el latín. ¿Por qué hay que dar latín en la escuela? Porque eso no te lo vas a encontrar en TikTok, no te lo vas a encontrar fuera. ¿Por qué hay que estudiar filosofía? Bueno, pues precisamente porque puede que no sea uno de los instrumentos o uno de los recursos que inmediatamente se te vayan a exigir. De modo que creo que es importante. Creo también que estudiar historia de la filosofía es una cura de humildad. Es una confianza en la tradición. Podemos arrojar a los más jóvenes a vivir con sus propias fuerzas o podemos brindarles un atajo. Y es ponerles en contacto con hombres y mujeres de enorme ingenio y enorme inteligencia que nos han precedido a lo largo de la historia, y que nos pueden dar pistas o recursos útiles en el mundo contemporáneo. […] Yo creo que dar historia de la filosofía es muy útil, porque nos permite comunicarnos con esa herencia. […] creo que abundar en las humanidades, en un mundo que, además, cada vez nos está enseñando que el malestar es creciente, que la sensación de extravío es creciente en la gente más joven… Yo confiaría en quienes nos han precedido y en esos saberes serenos y complejos para poder encontrar alguna respuesta”. […]




MENCHU CUESTA: … tu último libro, «Sobre la nostalgia», palabra increíble desde un punto de vista lingüístico, incluso emocional. ¿Por qué la nostalgia?

DIEGO GARROCHO: “[…] yo soy una persona obsesivamente nostálgica e intenté, digamos, poder catalizar o poder aprovechar esa obsesión en términos académicos o filosóficos y construí ese libro. Sí creo, además, que la nostalgia no es una obsesión mía, no es una obsesión privada, porque eso no tendría por qué convertirlo en algo interesante, sino que creo, con Bauman, que hoy vivimos en la era de la nostalgia. La nostalgia es una emoción que hoy es preferente. No es una emoción entre otras, sino que es una de las emociones que vertebran el modo en el que vivimos. Hay una industria de la nostalgia que replica objetos y artículos del tiempo sido, del tiempo pasado, del tiempo inmediatamente acontecido. Lo «vintage», lo retro, parece que está de moda. Pero creo que también la nostalgia… Ortega decía que es una suerte de esperanza retrospectiva. […] ser esperanzados hacia atrás. […] echamos de menos cosas que nunca hemos vivido. Y ese sí que creo que es un rasgo universalmente humano. El ser humano es un ser extraño, es un ser al que la realidad, la inmanencia, nunca le basta, nunca es suficiente, nunca estamos bien del todo, y si no estamos bien del todo, es como si echáramos de menos un sitio, un lugar, un contexto, un tiempo donde sí estuvimos cómodos y donde sí fuimos felices. Y esa pregunta imposible a mí siempre me ha interesado”. […].

La transcripción completa de este diálogo y los videos, que sugerimos leer y visualizar, lo encontrará en este enlace: DIEGO GARRROCHO

Esta publicación corresponde a SERIE DE VIDEOS: APRENDAMOS JUNTOS, PARA SUMAR POR LA EDUCACIÓN




“La polarización es mala, porque asume la deshumanización, y el respeto por las ideas ajenas es una de las condiciones de posibilidad de la deliberación pública. Pero el disenso no sólo es legítimo, sino que es el motor de una democracia». (25/05/2023)

NOTA DE REDACCIÓN: Las ideas y opiniones expresadas en este diálogo, no son necesariamente las de la Web del Maestro CMF, y no comprometen en modo alguno sus políticas de formación permanente y revalorización de la tarea docente. El título corresponde aun pensamiento del entrevistado. Sugerimos a nuestros lectores conocer la identidad de los dialogantes, para tener mayores elementos de juicio y la pertinencia que ayude a su reflexión desde su realidad educativa.

REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF



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